sábado, 15 de marzo de 2008 Alfredo Omar Busch Alfredo Omar - TopicsExpress



          

sábado, 15 de marzo de 2008 Alfredo Omar Busch Alfredo Omar Busch Nació en San Nicolás, en 1931. Poeta y periodista. Integró el Grupo Bonaerense Arroyo del Medio. Participó en distintas antologías, entre ellas, “Primera antología de la poesía nicoleña” (FESN, 1986) y “Segunda antología de la poesía nicoleña” (FESN, 1992). Publicó los libros “Las nostalgias” (Ediciones Horizonte, 1954); “Trébol de cuatro poemas” (plaqueta, Ediciones Horizonte, 1956); “Elegía por tu destierro -En memoria de Ana María Choyhy Aguirre-“ (plaqueta, Ediciones del Curupí, 1957); “Doce poemas” (edición conjunta con Mario Verandi y César Bustos, Ediciones del Curupí, 1959); “Publicación del grito” (Ediciones del Curupí, 1962; poemario que en 2012 recibiera la Faja de Honor de la Asociación de Escritores Nicoleños -AEN-); “El gran testimonio” (FESN, 1993) y “El libro de los amuletos” (Ediciones del Dock, 2007).Participó del Disco Compacto "Poetas de San Nicolás:voces de un nuevo milenio" (Yaguarón Ediciones, 2000), primer CD grabado con voces de poetas en la historia de la literatura de San Nicolás, que mereciera ser declarado de interés cultural provincial por el Senado de la provincia de Buenos Aires. En el 2012, se reeditó su libro compartido "Doce poemas". ODAS GRISES (Poema I) Todas las noches orino en frágiles vidrieras y todas las noches siento este grito de sal en mi garganta, este grito de sal sin Cristo y sin paloma, este grito de sal, o pájaros, o nubes, o violentas pestañas sumergidas entre una angustia de tréboles o estrellas; todas las noches orino delante de los peces y la luna porque me siento latir entre podridas magnolias o en un destierro de grises calaveras, porque me siento latir entre oscuras palabras derribadas por un aire de azúcar y azucena, porque me siento latir entre rojos murciélagos de angustias o en asesinados gestos de heliotropos. Todas las noches orino entre manzanas y ataúdes por un tiempo de amor que no ha llegado, por una clara paloma sin luto cotidiano, sin tragedia, sin nombre, sin ortiga, sin cuchillos ni muertos, ni pestañas; por una clara paloma de harina y candelabro y cintura de amor y manos sin otoño. Oh lento maldecir y padecer y amar una agresión de llanto sin mejilla. OTOÑO Otoño es redondo y cae como una cintura sobre mi piel y mi piel es pura como la mariposa de tus labios, como la caracola que me invade en este territorio de cenizas. (Y otoño cae en mi costado y en las insomnes uvas de tus ojos) hiriendo la ternura de mis días con soliviado gesto. Otoño es redondo y cae como una cintura sobre mi piel y mis yemas te buscan despertando los pájaros suicidas, tu fábula de asombro y esa niñez que juega en la llovizna vestida de amarillo. Otoño es redondo y cae en mi costado a llamaradas. NACIMIENTO DE LOS PÁJAROS El dios de los pájaros era bueno como el maíz y arrojó su sortija, sus piedras y presagios en medio de la tarde, en medio de las grandes fogatas del verano y dejó sus colores tirados por el aire. Unió la piedra y el relámpago y brotaron las chispas, y en la oscura mansión de los colores se pintaron las plumas copiando los crepúsculos turquesas y ardientes cardenales trajeron sus violentos destellos a la tarde. El dios de los pájaros otorgó sus plumas, sus estirpes –amuletos sedientos- y una voz hermosa como el agua y el viento. Y ya fueron banderas desplegadas entre las grandes hojas de los días. POEMA II Encenderé la llama del presagio para nombrar la noche junto a un tótem derribado y naceré en palabras madurando mis ritos hasta encontrar la magia de algún dios oscuro o algún tatuaje que proteja los sueños con rituales de oscuras mariposas. Y encontraré el aroma de los días con fogatas extrañas en medio de los hojas que amanecen sedientas de espíritus sonoros en demorados pájaros conjurando sonidos para atraer tus plumas con antiguas palabras que me asombren en medio de los árboles brotando entre las aguas de un río que desciende inventando sonoras vasijas con el viento. Y así florecerá la Madre de la Noche con secretas revelaciones de las lluvias. Que el Escriba lo diga. POEMA-CARTA A MI CIUDAD “Tenemos también la palabra profética más permanente, a la cual haceis bien de estar atentos” 2 Pedro 1:19 I Aquí estoy, parado entre tus huesos, con temblores de miedo, con voces que se trepan por la lengua, que ahogan mi palabra derramada en un cauce envejecido. ¿Qué mineral te nutre? ¿qué piedra te festeja? ¿qué poleo perfuma tu sombra y tu latido? Oh ciudad, palabra desplegada como un trino, río de miedo, hueso que tirita en la distancia, gesto que muerde la herrumbre de mis ojos para clavarse en sangre amanecida: ¿qué pájaro inaugura tu existencia? ¿qué oxígeno te canta? ¿qué palabra o qué gesto derramaba Aguiar para nombrarte? Dame, dame tu tierra oscura, los huesos de tus hombres perdidos en el polen, tu polvo de memorias llevados por gaviotas o chajás, dame , el aliento puro de tus calles, el colmillo violento de tu Villa Pulmón, el ojo estremecido de tus aguas, la casaca violenta de tus días, para llenar mi boca con tu nombre. Aquí estoy, ciudad de los latidos y te siento subir, Y te siento crecer entre mis venas derramando tus pájaros sangrientos. ¿Qué vientos te han tatuado en la memoria? ¿qué vendaval de trinos te empuja hasta mi boca? ¿qué pan se ha desplegado entre tus sales? ¡Oh ciudad cardenal, sonora como un viento! II De noche te miré y ví tus huesos, tus cenizas –una luna de cuarzo metida en los postigos- y escuché la violencia del viento que crecía, crecía y me hablaba con límites de sombra. Oh ciudad: tu gesto y tu latido perdura entre mis sienes y tus gotas, tus pequeñas gotas de silencio me estremecen de espanto. Oh vendaval nocturno, oh caballo de luna entre las sienes, oh cardumen de estrellas que tu río detiene: ¿qué palabra infinita ha de gritar mi estirpe para nombrar tus noches? ¿qué conjuro de miedo para atraer los muertos de mi sangre hasta el olvido de tus gentes? Oh ciudad, de noche te he mirado y en la piedra gastada de mis ojos crecieron héroes y mis gestos cayeron en tu rostro preguntando por hombres, por bocas, por medallas, por la oscura palabra de tus días y un límite sonoro me contuvo. Y te escuché, ciudad, y amé tus noches con alientos de naipes y guitarras, tus remesas de estrellas con pájaros fantásticos. Con piedras que horadaban mis párpados ausentes, con aguas, con latidos. Y entonces, ciudad, tu espuma favorable, tu espuma demorada por los días comenzaba a crecer hasta mi boca, gemía por mi boca con la piedra arrojada por los días, y tu nombre quedaba en mi saliva con tus gentes, tus árboles, tus calles y el grito de tus aguas sin remansos trepándome en la piel festejaba mis ojos con sus lunas. De noche te he nombrado ¡oh ciudad cardenal, sonora como un viento! Publicado por pdv en 13:37 Etiquetas: Alfredo Omar Busch viernes, 14 de marzo de 2008 José Orfilio Calvo José Orfilio Calvo Nació en San Nicolás, en 1912. Falleció en La Plata (Buenos Aires), en 1970. Poeta. Integró con sus obras, diversas antologías, entre ellas “Vidriera de la última poesía Argentina" (selección y prólgo de Andrés del Pozo, Ediciones Fragua, 1937) y la “Primera antología de la poesía nicoleña” (FESN, 1986). Publicó el libro “Canciones del amor muriendo” (1939). Dejó inédito el libro “Poemas para los niños de ojos azules”. SONETO Tú eres la huella de un querer lejano que aún se advierte en la arena de mi vida... Regazo cruel de una ilusión vencida, sueño de un sueño que he soñado en vano. Lágrima sin llorar, leve desgano, emoción del adiós en la partida... Un nombre en las paredes, honda herida, tibieza de otras manos en mi mano... Eres visión de naves en el puerto, algo que no se sabe si fue cierto, inconfesable hastío de vivir... Y eres la antigua y natural costumbre de quedarme sentado ante la lumbre con un libro de versos sin abrir... PEQUEÑA CANCIÓN Cariñito incierto, Cariñito infiel... ¡Cuánto sueño muerto yo tengo por él!... Sn él no hay consuelo... la flor ya no es flor, ni el cielo es cielo ni amor es amor. Por él como un niño me puse a vivir... por este cariño me voy a morir... Ahora el destino me lleva a soñar igual que un marino sin nave y sin mar... Cariñito incierto, Cariñito infiel... ¡Cuánto sueño muerto yo tengo por él !... ELEGÍA POR TU NOMBRE Es tan suave tu voz, como los pasos en las mansiones alfombradas... Y tu cabeza rubia brilla al sol como las cúpulas lejanas... Siempre escribo tu nombre y lo contemplo para llevar tu nombre en la mirada... Tan lejano es tu amor, como los días venturosos y tibios de la infancia. Y tus verdes pupilas son el mar donde naufraga mi última esperanza... Siempre escribo tu nombre y lo pronuncio para llevar tu nombre en mis palabras... Tu recuerdo se advierte en mis pupilas lo mismo que una lágrima. Está en mi voz doliente y en mis mejillas pálidas... Siempre escribo tu nombre y con él tiendo un puente entre el dolor y la esperanza... CANCIÓN DEL AMOR PERDIDO Debí haber buscado palabras más amables. Acaso un gesto mío desmoronó su ideal... O quizás algún día mis frases deleznables rozaron el ensueño de su alma virginal. Cuando me lo pidió, bien pude haber rezado. -Era un pequeño esfuerzo la señal de la cruz- Rezar, rezar un poco... Y hoy no hubiera llorado mis palabras sin alma, mi existencia sin luz... A ella había que amarla como a la flor o al cielo, con un cariño extático, callado y reverente... Yo mismo, sin saber, he deshecho mi anhelo. Y todo por quererla desesperadamente... Su amor, por mi torpeza, retornó a ser estrella. Ya todo da lo mismo y es vana esta canción... ¿Ves mi lágrima? ¡Es ella! ¿Ves mi tristeza? ¡Es ella! ¡Y es ella esta amargura sobre mi corazón!
Posted on: Sat, 14 Sep 2013 03:13:30 +0000

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