y un buen día amaneció por el occidente y los pozos petroleros dejaron de chupar y los pájaros cerraron los ojos de nuevo y las plantas sintieron un leve escalofrío y la fundición de almas se detuvo súbita y subieron a los cielos para empiriquear y el sol los pasó por encima hacia oriente y no supieron más nada hasta el otro día. al otro día el sol salió como otros días, por el oriente, y terminó su viaje al filo de la cordillera de los andes, occidente. no volvió a hacer trampa, no se mandó ninguna, no desmayó paisanos ni doñas pero su único capricho, su ilícito inasible, rebeló religiones y se reveló a los ateos. empezaron a rezar para que el milagro se repitiese los días necesarios para que la ciencia hiciera una teoría decente, no un borrador andrógino y supersticioso sino una tesis que atara la maravilla, la realidad espontánea y efímera del día en que el sol se despertó cruzado. por mucho que rezaron el sol nada, cero, los miraba de reojo y estallaba tormentos a carcajadas por aspirar mucho helio. la voz finita y el fuego infinito se suscitaban mientras abajo los nuevos creyentes se suicidaban ante la incredulidad futura y la pérdida de esa conciencia colectiva, de ese desorden fundador y desorbitado que hizo de aquel alba todo un día y no les permitió dormir siesta ni noche. quienes no se quitaron la vida, entonces, luego fueron quitándose las culpas y exculpándose y disculpándose mutuamente. se les ocurrieron mil ideas para preservar el buen nombre de sus generaciones pero ninguna fue tan útil como la mentira esa de los dinosaurios extinguidos y el ñandú que darwin vio pájaro sobrevivir en tierra, mientras las aves de morían de risa allá en la nube de asfixia que fue su ultimatum. dirían que ese sol asesinó a los dinosaurios incapaces de adaptar lo raro a lo ordinario, lo excepcional a la rutina, lo único a lo todo. no lo habrían soportado y se mataron. así. corta y sencilla la historia en las escuelas. hasta que un niño, varios años después, dijo que el sol era un dios boludo y que él no pensaba pasar tantos años escuchando que un capricho suyo mataría a la especie. se puso unos raybans oscuros y salió afuera, al patio de la escuela, para escupir parriba, para escupir a ese dios tirano y caliente, a ese astro autoritario y de aire fascista, igual que hizo la ciencia moderna y ahora, que es postalgo, le cayó en la mera jeta.
Posted on: Wed, 11 Sep 2013 15:14:05 +0000