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---DÍA DE ACCIÓN DE GRACIAS EN LOS ESTADOS UNIDOS--- AMERICA, TIERRA DE LIBERTAD CIVIL Y RELIGIOSA Y la serpiente arrojó de su boca, tras la mujer, agua como un río, para que fuese arrastrada por el río. Pero la tierra ayudó a la mujer, pues la tierra abrió su boca y tragó el río que el dragón había echado de su boca. Apocalipsis 12:15-16 A principios del siglo XVII el monarca que acababa de subir al trono de Inglaterra declaró que estaba resuelto a hacer que los puritanos “se conformaran, o de lo contrario [...] que fueran expulsados del país, o tratados todavía peor” (George Bancroft, History of the United States of America, parte 1, cap. 12). Acechados, perseguidos, apresados, no esperaban mejores días para lo por venir y muchos se convencieron de que para los que deseaban servir a Dios según el dictado de su conciencia, “Inglaterra había dejado de ser lugar habitable” (J. G. Palfrey, History of New England, cap. 3). Algunos decidieron refugiarse en Holanda. A fin de lograrlo tuvieron que sufrir pérdidas, cárceles y mil dificultades. Sus planes eran frustrados y ellos entregados en manos de sus enemigos. Pero al fin triunfó su firme perseverancia y encontraron refugio en las playas hospitalarias de la república holandesa. En su fuga habían tenido que abandonar sus casas, sus bienes y sus medios de subsistencia. Eran forasteros en tierra extraña, entre gente de costumbres y de lengua diferentes de las de ellos. Se vieron obligados a ocuparse en trabajos desconocidos hasta entonces para ellos, a fin de ganarse el pan de cada día. Hombres de mediana edad que se habían ocupado durante toda su vida en labrar la tierra, se vieron en la necesidad de aprender oficios mecánicos. Pero se acomodaron animosamente a la situación y no perdieron tiempo en la ociosidad ni en quejas inútiles. Aunque afectados a menudo por la pobreza, daban gracias a Dios por las bendiciones que les concedía y se regocijaban de poder tener comunión espiritual sin que se les molestara. “Comprendían que eran peregrinos y no se preocupaban mucho por aquellas cosas; sino que levantaban la vista al cielo, su anhelada patria, y serenaban su espíritu” (Bancroft, parte 1, cap. 12). Aunque vivían en el destierro y en medio de contratiempos, crecían su amor y su fe; confiaban en las promesas del Señor, el cual no los olvidó en el tiempo de la prueba. Sus ángeles estaban a su lado para animarlos y sostenerlos. Y cuando les pareció ver la mano de Dios señalándoles hacia más allá del mar una tierra en donde podrían fundar un estado, y dejar a sus hijos el precioso legado de la libertad religiosa, avanzaron sin miedo por el camino que la Providencia les indicaba. Dios había permitido que viniesen pruebas sobre su pueblo con el fin de habilitarlo para la realización de los planes misericordiosos que él tenía preparados para ellos. La iglesia había sido humillada para ser después ensalzada. Dios iba a manifestar su poder en ella e iba a dar al mundo otra prueba de que él no abandona a los que en él confían. Él había predominado sobre los acontecimientos para conseguir que la ira de Satanás y la conspiración de los malvados redundasen para su gloria y llevaran a su pueblo a un lugar seguro. La persecución y el destierro abrieron el camino de la libertad. En cuanto se vieron obligados a separarse de la iglesia anglicana, los puritanos se unieron en solemne pacto como pueblo libre del Señor para “andar juntos en todos sus caminos que les había hecho conocer, o en los que él les notificase”. J. Brown, The Pilgrim Fathers, 74. En esto se manifestaba el verdadero espíritu de la Reforma, el principio esencial del protestantismo. Con ese fin partieron los peregrinos de Holanda en busca de un hogar en el Nuevo Mundo… El deseo de tener libertad de conciencia fue lo que dio valor a los peregrinos para exponerse a los peligros de un viaje a través del mar, para soportar las privaciones y riesgos de las soledades selváticas y con la ayuda de Dios echar los cimientos de una gran nación en las playas de América… Cuando circuló por los países de Europa la noticia de que había una tierra donde cada hombre podía disfrutar del producto de su trabajo y obedecer a las convicciones de su conciencia, millares se apresuraron a venir al Nuevo Mundo. Las colonias se multiplicaron con rapidez. “Por una ley especial, Massachusetts ofreció bienvenida y ayuda, a costa del pueblo, a todos los cristianos de cualquiera nacionalidad que pudieran huir al través del Atlántico ‘para escapar de las guerras, del hambre y de la opresión de sus perseguidores’. De esa manera los fugitivos y oprimidos eran, por la ley, considerados como huéspedes de la comunidad”. Martyn 5:417. A los veinte años de haberse efectuado el primer desembarco en Plymouth, había ya establecidos en Nueva Inglaterra otros tantos miles de peregrinos. Con el fin de asegurar lo que buscaban, “se contentaban con ganar apenas su subsistencia y se acomodaban a una vida de frugalidad y de trabajo. No pedían de aquel suelo sino la justa retribución de su propio trabajo. Ninguna visión de oro venía a engañarles en su camino... Se conformaban con el progreso lento pero firme de su estado social. Soportaban pacientemente las privaciones de la vida rústica, y regaron con sus lágrimas y con el sudor de su frente el árbol de la libertad, hasta verlo echar profundas raíces en la tierra”… Las colonias débiles y aisladas vinieron a convertirse pronto en una confederación de estados poderosos, y el mundo pudo fijarse admirado en la paz y prosperidad de una “iglesia sin papa y de un estado sin rey”. -Conflictos de los Siglos, Capitulo 17, página 291-300. (Elena G. de White) (Este artículo esta resumido) Gracias DIOS porque somos libres de poderte adorar según el dictado de nuestras propias conciencias. AMEN
Posted on: Thu, 28 Nov 2013 11:50:26 +0000

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