Africa y el mundo árabe se dan cita en Kuwait Por: Walter - TopicsExpress



          

Africa y el mundo árabe se dan cita en Kuwait Por: Walter Goobar Africa es mucho más que los piratas somalíes retratados por Tom Hanks en la película Capitán Phillips, y el mundo árabe es mucho más que las abortadas primaveras democráticas o que la tenebrosa Al-Qaeda, una organización que desde su nombre, La Base, aparece más cercana a los manuales de la CIA sobre guerra de redes que en los sagrados principios del Corán. Pese a la volatilidad que caracteriza a buena parte del mundo árabe y el norte de África, el emirato petrolero de Kuwait será sede en estos días de la tercera Cumbre Afro-árabe para favorecer la integración y la cooperacion regional, siguiendo un modelo ensayado exitosamente en América latina. Los 65 jefes de Estado que se darán cita en este oasis que combina los rascacielos hipermodernos con las antiguas construcciones de adobe de los beduinos, intentarán hacer realidad el lema del encuentro: Cooperación para la Inversión para la Seguridad Económica, Agricultura y la Alimentación. La cumbre se propone discutir el establecimiento de una zona de comercio preferencial afro árabe, un tema clave en el contexto de regionalización y formación de nuevos bloques económicos, temas cada vez más decisivos para una acción conjunta en materia de inversión y de cooperación para la seguridad económica, la agricultura y la alimentación. Se descuenta que la Cumbre va a emitir recomendaciones que pueden ayudar a los países africanos en vías de desarrollo a hacer frente a la crisis económica actual. El emirato petrolero, el séptimo exportador mundial de crudo, fue uno de los primeros países árabes e islámicos que ampliaron su desarrollo y las actividades humanitarias en el continente africano y ha mantenido relaciones especiales con los países africanos. El Fondo de Kuwait para la Inversión en África (KFIA ) es una institución líder en la inversión destinada a obtener beneficios a largo plazo para los inversores en todas partes de África. Es la preferida por el 70% de los asesores financieros en los Emiratos Árabes Unidos (EAU), que recomienda África como lugar de inversión apropiado para sus clientes. El KFIA invierte en las empresas registradas en los mercados de valores africanos, además de empresas de fuera de África, pero gana la mayor parte de sus beneficios en ese continente. La inversión en África ha aumentado notablemente durante 2013, mientras que las operaciones de inversión a cargo de los clientes de los EAU han crecido en un 50 por ciento. El director del Departamento de África y de Cooperación y presidente de la Reunión Preparatoria, Samir Hosni, dijo a la prensa que desde el comienzo de la Primavera Árabe se ha hablado mucho de revoluciones, pero es un error creer que los levantamientos masivos por su propia cuenta constituyen una revolución, es decir una transferencia del poder de una clase social (o de una capa) a otra que conduce a un cambio fundamental. Una revolución política sería una transformación política radical del poder, pero en la cual el cambio podría no incluir un cambio del sistema social. Analistas del Medio Oriente de la talla de Tariq Ali sostienen que lo que sucede en los países árabes no debe verse como un proceso revolucionario, ni siquiera político. Lo que está ocurriendo es una restauración conservadora. En el mundo actual, especialmente, las revoluciones políticas requieren un ataque contra el viejo régimen y sus instituciones. Algo de esto ha sucedido en Latinoamérica. Nada de esto ha ocurrido en el mundo árabe. El golpe de Estado en Egipto es la mejor evidencia de la restauración conservadora. Otro tanto podría decirse del derrocamiento de Khadafi en Libia, volteado por seis meses de bombardeos de la OTAN. Sus amigos de Occidente se habían cansado de él y decidieron aprovechar los levantamientos y eliminarlo de la escena, respaldados por el Estado y los empresarios qataríes. Algo semejante se ha intentado en Siria con Bashar al Assad. La izquierda siria era fuerte en Alepo y partes de Damasco, pero fue pronto sobrepasada por la Hermandad Musulmana y grupos a su derecha, respaldados por Qatar y Arabia Saudí. Los desertores de Assad fueron recuperados por Turquía y Francia. Por lo tanto, el carácter del levantamiento cambió después del primer año. Turquía, Qatar y los saudíes ya están armando a los rebeldes. En la guerra civil siria hay estados extranjeros que apoyan a ambos lados. Los israelíes no se limitan simplemente a contemplar y aplaudir mientras cada lado mata más y más gente. Tienen un objetivo que no es secreto. El Jerusalem Post del 16 de septiembre cita al embajador de Israel en EE UU, Michael Oren, diciendo: Siempre hemos querido que Al Assad se vaya, siempre preferimos a los malos que no eran respaldados por Irán a los malos que eran respaldados por Irán. La primavera árabe era una realidad. Pero a medida que las contrarrevoluciones han impuesto su ley o las revoluciones se han enquistado en la sangre y el fango, la normalización democrática y mediática anhelada han dado paso de nuevo a los clichés islamofóbicos de antaño, que vuelven a dominar los titulares y los análisis. Porque la confluencia de caos, pobreza, dictadura e imperialismo están resucitando el cadáver de Bin Laden. La ferocidad de la represión en Siria ha producido el mismo efecto que la invasión estadounidense en Iraq: la penetración y creciente influencia de los grupos yihadistas sunníes y la deriva militar sectaria. El golpe de Estado de Al-Sisi en Egipto, por su parte, ha reactivado la guerra en el Sinaí. Y el caos libio, con la aspersión de armas en toda la región, ha tenido un efecto multiplicador en Mali, Argelia y Túnez. Lo que no se puede negar es que, como antaño, esta reactivación de la ultraderecha islamista sólo beneficia a los que apuestan por impedir la normalización democrática del mundo árabe. Arabia Saudita, que durante muchos años ha sido un aliado fiel y estratégico de EE UU, cambia radicalmente su política exterior. Como resultado podría estallar una guerra religiosa en Medio Oriente, vaticinan expertos rusos. En los últimos meses, las tensiones entre EE UU y Arabia Saudita aumentaron drásticamente: la CIA tardó con el suministro de armas a los rebeldes sirios, surgieron contradicciones sobre el golpe militar en Egipto y en septiembre Barack Obama se negó a bombardear Siria y empezó un diálogo con el nuevo presidente de Irán. Ya que Riad termina la cooperación con Washington sobre Siria, da rienda suelta a su política en este asunto, y en el futuro, actuando a su discreción, tomará decisiones propias. De acuerdo con Reuters, los sauditas ya han comenzado a organizar grupos de muyahidines en Damasco. Se trata de la creación del Ejército del Islam, cerca de 50 brigadas de combate compuestas de varios miles de mujahidines en el área de la capital. Están liderados por Zahran Aluche, jefe de la brigada Liwa al Islam, una de las mejores brigadas salafistas. Esta tercera fuerza islámica ha sido creada por Arabia Saudita como contrapeso a los grupos asociados con Al Qaeda y a la Coalición Nacional Siria. Hoy, Siria se ha convertido en el campo de batalla de los fantasmas de la Guerra Fría pero sobre todo de la rivalidad de potencias regionales emergentes: el Estado iraní, con su especificidad histórica, chií y republicana, y el Estado saudí (seguido por voluntad propia o a la fuerza por otras monarquías árabes) con su especificidad monárquica, petrolera y suní. Según Riyad, se debe establecer un sistema de cerco y control de Irán en un momento en que Estados Unidos se retira de la zona. Mientras que para Irán la prioridad radica en evitar que el conflicto sirio interrumpa o incluso haga fracasar la política del nuevo presidente Hasan Rohani: la normalización de relaciones con los países occidentales y las negociaciones sobre el contencioso nuclear.
Posted on: Tue, 19 Nov 2013 07:15:21 +0000

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