Afuera está lloviendo. Es increíble como la lluvia nos induce a - TopicsExpress



          

Afuera está lloviendo. Es increíble como la lluvia nos induce a un estado de melancolía pura, recuerdos nostálgicos guardados en nuestra mente, casi olvidados, casi ajenos. Recuerdos de momentos que quisiéramos repetir, pero son únicos e inigualables. Como aquella tarde que tocaste a mi puerta....... La tormenta te había tomado por sorpresa. Llegaste totalmente empapada huyendo de la lluvia, acertaste a pasar por mi casa de camino a la tuya. Sabías que te ofrecería cobijo, como no hacerlo, nuestra amistad llevaba años, sabias de mis secretos más que las mujeres que estuvieron conmigo, como yo de los tuyos. Te ofrecí una toalla y empezaste a secar tu cabello dorado, resplandeciente, no pude evitar bajar la vista, tu blusa mojada transparentaban tus pezones, erectos por el efecto del frío. Cuando levanto la vista, me sorprendo al ver que estabas mirándome, me has atrapado en una situación incómoda, tu sonrisa lo dijo todo. -Tengo frío- me dijiste. Fui al dormitorio a buscarte una bata. -Cámbiate, mientras tanto iré a preparar un café- La situación era embriagadora y excitante, pero debía sacar esos pensamientos de mi cabeza, no podía echar por tierra una amistad de años por un momento de lujuria. -Preferiría una copa- me dijiste. La sorpresa casi me hace derramar todo el café. Ahí estabas con mi bata, las manos en los bolsillos y el escote que se me insinuaba aún más. No podía simular mi turbación y tú lo presentías, era una lucha interna entre mi cabeza y mis hormonas. Te acerque la copa y nos fuimos a sentar en el sofá. Charlábamos de las cosas simples de la vida, poniéndonos al tanto de las cosas que pasaron desde la fiesta en que nos vimos por última vez. Empezamos a reírnos tontamente, quizás por los vapores etílicos que ya empezaban a hacer su efecto. Tu mano se apoya inocentemente en mi hombro y yo la miro, la retiras disimuladamente aunque sin mucho éxito, y el rubor comienza a encender tus mejillas. Dejo la copa sobre la mesa y al darme vuelta veo tus ojos, iluminados, brillantes, intento decir algo pero mis palabras se ahogan en mi garganta. Nos quedamos mirando largamente esperando que alguno de los dos rompa el silencio, pero nada ocurre. Nuestras miradas nos acercan como un imán, tu mano se desliza hacia mi pierna, ya no hay nada que nos detenga. Mi mano toma tu cuello y te atraigo hacia mí, nuestras bocas se unen, ya no importa nada, saboreo las mieles de tu boca y ya no quiero volver atrás. Mis brazos te envuelven para no dejarte ir, mientras las tuyas recorren mi pecho y desabrochan mi camisa para posarse en mi espalda. De a poco voy inclinándote mientras desato el cordón de la bata, sin dejar de besarte, para que tu boca no pronuncie ese tan temido "NO" que echaría por tierra este maravilloso momento. Libre de las ataduras mis manos empiezan a recorrer tus pechos hermosos que tantas veces mire de reojo y los sabios compañeros de otras manos. El daño estaba hecho, no habría vuelta atrás. Libero tu boca con miedo, pero solo escucho tu respiración agitada, recorro tu cuello y me invade el perfume de tu piel que me embriaga, desciendo a tus pechos que ahora son míos, saboreo tus pezones dulcemente mientras tus manos se enredan con mis cabellos, no quieres que me detenga, también lo esperabas. Me quitas los pantalones ya como una invitación a hacerte tuya. Me detengo y te miro a los ojos. Porque te veo tan hermosa?, casi como un ángel? Comienzo a invadirte lentamente, tu vulva húmeda y caliente no se resiste, ya eres mía, lo serás por siempre. No dejo de mirarte, de besarte, mientras nuestros cuerpos empiezan a moverse en una danza ancestral que nuestros cuerpos conocen por siglos. Tus brazos me aprietan más hacia ti mientras tu cuerpo se convulsiona de placer, cierras los ojos, tu boca se abre, tu espalda se arquea y te dejas estar, te dejas llevar a ese lugar que visitamos pocas veces pero que nos lleva al placer extremo. No puedo contenerme con tan maravillosa imagen y me derramo dentro de ti, cada latido de mi miembro deja dentro de ti una parte de mí, mudo testigo de que serás mía por siempre. Quedamos así tendidos, exhaustos, felices y abrazados. Sin decir palabra, con nuestras propias vergüenzas de lo que habíamos hecho, pero sin arrepentimiento. Nos quedamos dormidos, felices, abrazados uno al otro. Al despertar me encuentro cobijado con la bata, ya no estas y siento vergüenza por lo sucedido. Pasaron los días y volvemos a encontrarnos. Es un acto del colegio, donde nuestros hijos participan de la obra. Estas ahí del brazo de tu marido, sonriendo feliz. Yo giro la cabeza y le dedico una sonrisa a mi esposa y la beso con eterna gratitud.
Posted on: Fri, 23 Aug 2013 22:20:41 +0000

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