.... Akkarin se quedó inmóvil. Intuyendo que algo le había - TopicsExpress



          

.... Akkarin se quedó inmóvil. Intuyendo que algo le había llamado la atención, ella lo miró con los ojos entornados, aunque no era más que una silueta negra recortada contra el resplandor del cielo. Entonces, instintivamente, lo escrutó con su mente. Al instante vio una imagen. Un rostro, enmarcado en una cabellera que brillaba a la luz de la mañana. Unos ojos...muy oscuros... Y un cutis pálido y perfecto... Era su propio rostro, pero no se parecía a ningún reflejo que hubiera visto en un espejo. Tenía un brillo misterioso en los ojos, el pelo ondeaba bajo la brisa, y aquellos labios, que se curvaban tentadoramente, se le antojaron los de otra persona. Akkarin apartó la mano con brusquedad y retrocedió un paso. «Así es como me ve —pensó ella de repente. El deseo que había percibido en él era inconfundible. Notó que se le desbocaba el corazón—. Me había resistido durante todo este tiempo porque creía que era algo que solo yo sentía —se dijo—. Y a Akkarin le ha pasado lo mismo.» Dio un paso hacia él, y luego otro. Akkarin la observaba con el entrecejo fruncido. Deseaba que él viera más allá de sus ojos, que percibiese lo que Sonea pensaba y se percatara de que ella conocía sus pensamientos. Se le acercó, y Akkarin abrió mucho los ojos. Sintió que las manos de él se cerraban en torno a sus brazos y la apretaban mientras ella se ponía de puntillas para besarlo. Él se puso rígido. Al inclinarse contra su pecho, Sonea notó que el corazón le latía a toda prisa. Akkarin cerró los ojos y se apartó de ella. —Basta. No sigas —dijo jadeando. Abrió los párpados y la miró con fijeza. A pesar de sus palabras, seguía sujetándola por los brazos con tanta fuerza como si se resistiera a soltarla. Sonea escudriñó su rostro. ¿Lo había interpretado mal? No, estaba segura de lo que había percibido. —¿Por qué? Akkarin arrugó el ceño. —Esto está mal. —¿Está mal? —se oyó a sí misma preguntar—. ¿Por qué? Los dos sentimos... sentimos... —Sí —dijo suavemente. Desvió la mirada—. Pero hay más cosas que se deben tener en cuenta. —¿Por ejemplo? Akkarin le soltó los brazos y dio un paso hacia atrás. —No sería justo para ti. Sonea lo miró con atención. —¿Para mí? Pero... —Eres joven. Soy doce... no, trece años mayor que tú. De pronto, su indecisión cobró sentido para Sonea. —Eso es cierto —respondió ella, midiendo cada palabra—. Pero las mujeres de las Casas se emparejan a menudo con hombres mayores, mucho mayores, algunas de ellas con solo dieciséis años. Yo tengo casi veinte. Akkarin parecía debatirse consigo mismo. —Soy tu tutor —le recordó, muy serio. Ella no pudo reprimir una sonrisa. —Ya no. —Pero si regresamos al Gremio... —¿Provocaremos un escándalo? —Soltó una risita—. Creo que ya se están acostumbrando a eso. —Esperaba arrancarle una sonrisa con aquel comentario, pero una arruga apareció entre las cejas de Akkarin. Sonea recuperó la compostura—. Hablas como si creyeras que cuando regresemos todo seguirá igual. Aunque logremos regresar, nada volverá a ser igual para nosotros. He aprendido magia negra. Y tú también. Él torció el gesto, arrepentido. —Lo siento. No debería haber... —No te disculpes por eso —lo cortó ella—. Fui yo quien decidió aprender magia negra. Y no lo hice por ti. Akkarin la contempló en silencio. Sonea sonrió y dirigió la vista hacia otro lado. —En fin, esto va a complicar las cosas. —Sonea... Lo miró de nuevo, y se quedó quieta al ver que él se le acercaba. Akkarin le apartó un mechón de la cara. A Sonea se le aceleró el pulso al sentir su contacto. —Cualquiera de los dos podría morir en las próximas semanas —dijo él en voz baja. Sonea asintió. —Lo sé. —Preferiría saber que estás a salvo. —Sonrió al ver que Sonea entrecerraba los ojos—. No, no pienso volver a discutir eso, pero... Pones a prueba mis lealtades, Sonea. Ella frunció el ceño, sin comprender. —¿En qué sentido? Akkarin extendió la mano y deslizó un dedo por su frente. —No importa. —La comisura de la boca se le curvó hacia arriba—. De todos modos, es demasiado tarde. Empecé a suspender esa prueba la noche en que mataste a la ichani. Ella parpadeó, sorprendida. ¿Significaba eso que...? ¿Desde hacía tanto tiempo? Akkarin sonrió. Sonea notó que sus manos le rodeaban la cintura. Cuando la atrajo hacia sí, ella decidió que sus preguntas podían esperar. Sonea levantó un dedo y lo pasó con suavidad por la curva de sus labios. Entonces él se inclinó hacia delante, sus bocas se encontraron y todas las preguntas se desvanecieron
Posted on: Sun, 04 Aug 2013 01:40:32 +0000

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