Amar al pobre es amar a Dios. Muchos de los versos que podemos tomar como instrucciones directas tienen que ver con el tratamiento hacia los demás. Cuando a Jesús le preguntaron cuál era el más importante de los mandamientos, él les contesto en Mateo 22:37-39, que primero amaran a Dios y que después amaran al prójimo. Más bien 1 Juan 4:8 nos dice que el que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor. No hay excepción de personas en esta regla. Traten a todos con dignidad. En Zacarías 7:9 y 10, Dios le dice al pueblo que juzguen con justicia a los demás, mostrando amor y compasión. Y específicamente les dice que no oprimieran a las viudas, ni a los huérfanos, a los extranjeros, ni a los pobres. Muchas veces se nos hace fácil juzgar a las personas que viven bajo una situación diferente a la de nosotros, pero en el amor de Dios no hay lugar para la discriminación social. Como nos manda Jesús en Mateo 22, es mejor tratar a los demás como quieres que traten a ti. Ayudar al pobre es honrar a Dios. En la parábola del gran banquete en Lucas 14, Jesús le dijo lo siguiente a los invitados que buscaban sentarse en los sitios de honor para hacerse sentir importante: "Más bien, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los inválidos, a los cojos y a los ciegos. Entonces serás dichoso, pues aunque ellos no tienen con qué recompensarte, serás recompensado en la resurrección de los justos." El cristiano debe poner el orgullo y la ambición hacia un lado y en su lugar ser compasivo hacia los demás. Cuando tomas tu tiempo y usas tus recurso para el bien de otras personas, especialmente los que necesitan apoyo financiero, emocional, etc., estas honrando la voluntad de Dios. La última parte de ese versículo dice que Dios premiara las personas bondadosas.
Posted on: Mon, 24 Jun 2013 00:34:46 +0000