CELEBRARÀN EN IZUCAR DE MATAMOROS A SANTIAGO APOSTOL, Tomás - TopicsExpress



          

CELEBRARÀN EN IZUCAR DE MATAMOROS A SANTIAGO APOSTOL, Tomás Castaneira Izúcar de Matamoros, Puebla Izúcar de Matamoros se prepara para celebrar una de las fiestas más coloridas por el fervor religioso que representa para miles de visitantes y en especial los migrantes que se encomiendan a esta milagrosa escultura de “Santaguito” como cariñosamente le conocemos. En estos días de fiesta religiosa se ve entrar a los feligreses acompañados de mariachis o bandas de viento con danzantes, trayendo una ofrenda para Santiago Apóstol y desde lo alto de la Torre repicarán las campanas anunciando su llegada al igual que el recibimiento con cohetes. Por lo que no es de extrañarse que muchos turistas interesados en estar tradición también acudan a conocer más de esta fiesta que tiene casi 400 años de realizarse, aunado a ello que la misma escultura dedicada a este Santo representa un atractivo por su colosal tamaño digna de admirarse, al igual que sus múltiples leyendas y poemas que se han escrito . Lo anterior lo mencionó el cronista de Izúcar de Matamoros Alfonso Gil Campos, quién es también miembro del Consejo de la Crónica del Estado de Puebla, mencionando que “como parte de este artículo damos a conocer brevemente algunos datos de la vida y obra de Santiago Apóstol, la historia de su templo, sus leyendas y sus atractivos”. SAN SANTIAGO EL MAYOR Año 44 Fue uno de los 12 apóstoles del Señor Santiago formó parte del grupo de los tres preferidos de Jesús, junto con su hermano Juan y con Simón Pedro. Después de presenciar la pesca milagrosa, al oír que Jesús les decía: "Desde ahora seréis pescadores de hombres", dejó sus redes y a su padre y a su empresa pesquera y se fue con Jesucristo a colaborarle en su apostolado. Presenció todos los grandes milagros de Cristo, y con Pedro y Juan fueron los únicos que estuvieron presentes en la Transfiguración del Señor y en su Oración en el Huerto de Getsemaní. ¿Por qué lo prefería tanto Jesús? Quizás porque (como dice San Juan Crisóstomo) era el más atrevido y valiente para declararse amigo y seguidor del Redentor, o porque iba a ser el primero que derramaría su sangre por proclamar su fe en Jesucristo. Que Jesús nos tenga también a nosotros en el grupo de sus preferidos. Cuenta el santo Evangelio que una vez al pasar por un pueblo de Samaria, la gente no quiso proporcionarles ningún alimento y que Santiago y Juan le pidieron a Jesús que hiciera llover fuego del cielo y quemara a esos maleducados. Cristo tuvo que regañarlos por ese espíritu vengativo, y les recordó que El no había venido a hacer daño a nadie sino a salvar al mayor número posible de personas. Santiago no era santo cuando se hizo discípulo del Señor. La santidad le irá llegando poquito a poco. Otro día Santiago y Juan comisionaron a Salomé, su madre, para que fuera a pedirle a Jesús que en el día de su gloria los colocara a ellos dos en los primeros puestos: uno a la derecha y otro a la izquierda. Jesús les dijo: "¿Serán capaces de beber el cáliz de amargura que yo voy a beber?" Ellos le dijeron: "Sí somos capaces". Cristo añadió: "El cáliz de amargura sí lo beberán, pero el ocupar los primeros puestos no me corresponde a Mí el concederlo, sino que esos puestos son para aquellos para quienes los tiene reservado mi Padre Celestial". Los otros apóstoles se disgustaron por esta petición tan vanidosa de los dos hijos de Zebedeo, pero Jesús les dijo a todos: "El que quiera ser el primero, que se haga el servidor de todos, a imitación del Hijo del hombre que no ha venido a ser servido sino a servir". Seguramente que con esta lección de Jesús, habrá aprendido Santiago a ser más humilde. Después de la Ascensión de Jesús, Santiago el Mayor se distinguió como una de las principales figuras entre el grupo de los Apóstoles. Por eso cuando el rey Herodes Agripa se propuso acabar con los seguidores de Cristo, lo primero que hizo fue mandar cortarle la cabeza a Santiago, y encarcelar a Pedro. Así el hijo de Zebedeo tuvo el honor de ser el primero de los apóstoles que derramó su sangre por proclamar la religión de Jesús Resucitado. Antiguas tradiciones (del siglo VI) dicen que Santiago alcanzó a ir hasta España a evangelizar. Y desde el siglo IX se cree que su cuerpo se encuentra en la catedral de Compostela (norte de España) y a ese santuario han ido miles y miles de peregrinos por siglos y siglos y han conseguido maravillosos favores del cielo. El historiador Pérez de Urbel dice que lo que hay en Santiago de Compostela son unas reliquias, o sea restos del Apóstol, que fueron llevados allí desde Palestina. Es Patrono de España y de su caballería. Los españoles lo han invocado en momentos de grandes peligros y han sentido su poderosa protección. También nosotros si pedimos su intercesión conseguiremos sus favores. TEMPLO DE SANTIAGO APÓSTOL. Preciosa iglesia del siglo XVII. En donde resalta la excelsa combinación de estilos para culminar en uno propio, es notable la imagen de Santiago Apóstol. Fecha de Construcción. Este templo fue edificado por los frailes dominicos a principios del siglo XVII. En el año de 1628 se inició su construcción y aproximadamente en 1638 se terminó. Este templo se edificó en uno de los barrios más grandes territorialmente de Izúcar, El Barrio de Santiago Mihuacán (Lugar de Espigas). Orden Religiosa. Especialmente por los frailes dominicos. En el año de 1640 el Sr. Obispo de Puebla, Don Juan de Palafox y Mendoza les quitó la administración de algunos templos a los frailes dominicos, franciscanos y agustinos. Por orden de Felipe IV Rey de España, este templo pasó por algún tiempo a ser “Parroquia de Españoles, del Clero Secular”. Fiesta Patronal. La celebración de su fiesta es el 25 de julio con nueve días de festejo. Anualmente lo visitan miles de peregrinos que vienen de diferentes partes del mundo e inclusive de España a venerar y admirar esta milagrosa imagen. Los festejos se inician con el novenario y en la madrugada del 25 de julio, se presentan tríos, mariachis, rondallas y demás grupos musicales de la región. Estilos Arquitectónicos. La iglesia esta construida por una diversa gama de órdenes arquitectónicos. en su fastuosa entrada principal encontramos “el estilo barroco” cargado en sus formas. Simbolismos y Espacios Portal de Peregrinos o Entrada Principal.- Maneja el concepto “Trino”, es decir, Tres personas distintas en un solo Dios Verdadero: Dios Padre al centro, Dios Hijo a su derecha y Dios Espíritu Santo. Sin duda el elemento representativo del agua se encuentra en forma de concha; la cual no podía faltar en “la portada” y específicamente en “los nichos”, representando al agua como elemento vital, que es por si mismo capaz de purificar las almas. En los rituales cristianos aún se continúa bautizando con este elemento, es decir, iniciar una vida cristiana al lavar el pecado original, y este acto curiosamente en al actualidad es celebrado con una concha. Atrio o Patio Procesional.- En de base rectangular y de amplias dimensiones. Fachada Principal.- Es del “orden románico”, con un “arco de medio punto” flanqueado por “pilastras adosada”s a la pared. En lo alto de “la fachada” se logran apreciar “óculos” en forma de “rosa de los vientos”. La fachada está dividida en “dos cuerpos” que son separados por “impostas, frisos y cornisas” como elementos decorativos, esta división indica dos planos: lo terrenal y lo divino, recordemos que entrar a una iglesia de “estilo románico” es como pasar de lo terráqueo a lo inmaculado, celestial Espadaña.- Está situada en lo alto de “la fachada principal”, que generalmente es el espacio destinado a la campana. En su parte inferior se observa un “símbolo espiraliforme”, que sin duda es la representación del cosmos, recordando el concepto de nuestros antepasados del movimiento continuo del universo o el movimiento universal cósmico. Torre del Campanario.- En la parte sur de la fachada se localiza “la torre del campanario” que luce majestuosa con sus dos “bandas lombardas” que se yerguen desde la parte del zócalo hasta la base inferior de la torre, en donde esta se divide en tres cuerpos de forma rectangular, cada uno de estos en sus esquinas esta decorado con una mezcla de interpretaciones, la primera es que son del “tipo salomónica” con su delicada forma de espiral haciendo alusión a lo divino, entre estos espirales que giran hacia lo celestial veremos la presencia de plantas, y sobre la cúpula principal observemos a detalle su “piqueda” . Orientación del Templo:- “La entrada principal” es al poniente y “el Altar Mayor” se encuentra en el oriente. Coro o Sotacoro.- En su parte inferior resaltan las molduras que al igual que en todo el templo adornan pomposamente el interior, fueron realizadas en yesería y forradas con laminillas de oro. El edificio está construido en una sola nave en forma de cruz latina, “la bóveda” es de “lunetos” separados por “arcos fajones” que son tres, refiriéndose al concepto de un solo Dios en tres personas distintas, en “el Transepto ó eje menor”.- Representa los limites de lo celestial y lo mundano es ahí donde se encuentra sostenida su “cúpula ó bóveda celestial” por cuatro soberbios “arcos torales” formando “las pechinas” que refieren a Los Cuatro Evangelistas o “los cuatro pilares de la iglesia” (Lucas, Mateo, Juan y Marcos). Este templo cuenta con dos cúpulas, una de ellas fue construida posteriormente con el fin de darle mayor vista a la escultura de Santiago Apóstol que se encuentra dentro del templo y de esta forma se aprecia mejor. La segunda cúpula está coronada por una “piqueda” (corona española); a los lados de esta se observan unos leones. “La cúpula o bóveda celeste” es de forma octagonal. El muro está construido por una mezcla llamada “argamasa” que consta de cal en piedra, arena, baba de nopal (la utilizaban como impermeabilizante) y huevos de ave. En la parte superior del muro se observan dos tipos de figuras: unas en forma de cono las cuales se les llaman y otras en forma piramidal llamadas “almenas”. En los retablos que se encuentran en el eje menor podemos apreciar el estilo churrigueresco. Escultura. La escultura de Santiago Apóstol se encuentra en “el abside” de base rectangular justo detrás del “presbíterio”. La escultura es una verdadera obra de arte estofada en oro de un elevado kilataje y cuyo autor se ignora, solo se sabe que era de origen italiano. Tanto el Santo, como el caballo están realizados en madera de nogal y de una estatura Santiago Apóstol de 2.32 metros; sus botas son del número 36. La escultura de este milagroso santo, esta considerada única en el mundo por sus dimensiones y por su belleza, tanto por la imagen como por su cabalgadura. Cabe destacar que en Santiago de Compostela, España; la imagen de Santiago Apostol se encuentra de pie y sin caballo. Leyendas. Alrededor de esta gran obra se cuentan varias leyendas, una de ellas es la que magistralmente la poetisa y escritora Josefina Esparza Soriano le imprimiera con su estilo literario, en donde menciona la realización de la obra: “Casi siendo inaugurada y con las fiestas patronales encima no se había realizado la imagen del Santo porque las propuestas de los artistas no satisfacían las exigencias del cura. Un artista de origen italiano pidió que se le tapiara una habitación en donde el trabajaría sin descanso hasta la culminación del encargo, solo se le dejó una pequeña ventana por donde se le suministraría los alimentos, así como el material necesario. Un día, se dejaron de escuchar ruidos de trabajo. Lo que despertó gran curiosidad, llamaron y al no oír respuesta abrieron, encontrando la exquisita obra maestra y del artista nunca más se supo nada, lo que dio origen a la leyenda que el mismo Santiago Apóstol vino a la tierra para tallar esta imagen”. EL ESCULTOR (Emilio Velazco Gamboa) Célebre y reconocido es, sin duda, el templo católico erigido para el Santo Patrono de Izúcar de Matamoros, del cual existe una figura de la que muy pocos conocen su historia. Allá en la época de la colonia, la fecha se pierde en la oscuridad del tiempo, los ministros de la Santa Iglesia iniciaron la construcción de dos templos para evangelizar el valle de Itzocan: el del Apóstol Santiago y el de Santo Domingo, sólo que, cuando los sacerdotes terminaron de construir el primero, se percataron de que no tenían ninguna efigie del santo. Peor aún, no tenían escultor ni capital para mandar hacer la escultura. De esa manera, se resignaron a esperar que tuvieran los dineros, o bien, que el señor Obispo de la Puebla de los Ángeles les mandara un artista. Cierto día, un hombre llegó a Itzocan diciéndole al párroco que era escultor y que había nacido en Compostela, España y que, al enterarse de que los evangelizadores de ese valle no tenían dinero para pagar los servicios de un artista que hiciera la imagen del discípulo de Jesús, se había decidido a realizar esta noble tarea sin exigir emolumento alguno. El Padre, conmovido por aquel hermoso acto de fe y caridad, preguntó al hombre el material que requería para construir la escultura y cuáles serían los alimentos que querría tomar a diario. El escultor pidió que sólo le llevaran cañuelas de milpa para hacer el esqueleto de la imagen, y barro para moldearla; y como alimento, sólo pan y vino. Extrañado, el cura le preguntó: “¿Sólo cañuelas y barro? ¿No queréis mejor roble o mármol? ¿Y sólo deseáis pan y vino? Después de todo, si vos habéis tenido la buena voluntad de ofrecer vuestros servicios de modo tan altruista, seguramente habrá un alma que nos convide carne, fruta o queso”. “Perdonad vos, Padre” exclamó el hombre, “las cañuelas sólo me servirán para reforzar y sostener el cuerpo de la santa imagen. Pero, cuando Dios Nuestro Señor creó al hombre a su imagen y semejanza, ¿creéis vos que acaso necesito usar piedra, roble o mármol? No, Padre: usó barro”. “Además, Jesús dijo a sus discípulos que comieran el pan y bebieran el vino, porque éstos eran su carne y su sangre. ¿No es éste, acaso, el Cuerpo de Cristo? ¿Creéis que podré tener mejor alimento?”. El párroco, conmovido por aquellas palabras tan ciertas, le procuró de sus peticiones sin mayor averiguación. Después, le preguntó al escultor las condiciones en que necesitaría trabajar y el tiempo en que concluiría la obra. El hombre le contestó: “Agradezco vuestras atenciones, Padre, y os quiero pedir que se coloque una cortina para que nadie mire cómo realizo mi trabajo hasta que lo acabe. Los alimentos sólo vos los pasaréis, y nadie más, bajo la cortina, misma que no deberéis alzar más de un palmo para tal fin, y si acaso se ofreciera alguna cosa, hablaré sólo con vos. Con nadie más. En siete días terminaré la imagen. Entonces la podréis ver todos”. El sacerdote, lleno de fe, cumplió con la parte del trato que le tocaba y, a cada día que pasaba, ansioso y emocionado, le preguntaba al escultor cómo iba la figura, a lo que éste le respondía “Bien, Padre, bien”. Al séptimo día, muy temprano, el escultor pidió al párroco que él y sus feligreses asistieran juntos para conocer la imagen del Apóstol Santiago, pero que esperase a que le indicara el momento de correr la cortina. Así lo hizo el cura, y cuando todos estuvieron reunidos en el templo, le dijo esto al artista: “Aquí están reunidos todos los hijos de la Santa Madre Iglesia esperando ver vuestra maravillosa obra. Todos queremos conocer la imagen de nuestro Santo Patrono, que deseamos nos brinde vuestro amor y protección en estas tierras del Señor”. El escultor, por su parte, les contestó: “Padre, el Apóstol Santiago os ha elegido para vivir entre vosotros y ser vuestro Patrono, convencido de la fe que tenéis en él. Ése es el don más maravilloso, la fe. Ése es el máximo tributo que podemos rendir a Dios, Nuestro Señor y a Su Hijo hecho hombre. Podéis quitar la cortina” y así lo hicieron. El párroco y aquellos que conocieron al escultor cayeron de rodillas ante el prodigio que estaban mirando: el rostro del santo era el mismo del artista que, montado en un blanco bridón y cubierto por una túnica, empuñaba una espada en la diestra y posaba su mirada piadosa en todos ellos. Además, los alimentos estaban intactos Los demás fieles también se hincaron al comprender el milagro que estaban presenciando. Después, su guía espiritual, conmovido, les dijo este mensaje: “Hijos míos, Dios, Nuestro Señor, estará por siempre en Itzocan, ya que nos ha enviado a uno de los discípulos de Su Hijo Unigénito: el Santo Patrono del Valle de Itzocan, el Apóstol Santiago, quien nos protegerá de los males y de las desgracias futuras”. “Él os ayudará si vosotros le pedís auxilio y cobijo, porque es el depositario del poder y la misericordia de Dios en estas tierras. Hijos míos: demos Gracias al Creador”. Y es verdad. Cuando ustedes vengan a Izúcar de Matamoros, acérquense al Apóstol Santiago: sentirán su piadosa mirada transmitir paz y tranquilidad a su alma, así como el amor que le tiene a esta noble y bella región. Y ese mismo amor se siente por él en Izúcar de Matamoros, tal como se le demuestra el 25 de julio de todos los años, día en que se conmemora la fecha de su llegada. PUENTE COLORADO (Emilio Velazco Gamboa) A la memoria de mi tío Alejandro Luna Rodríguez, gran narrador. Hay lugares que han sido escenario de momentos muy especiales por los prodigios que en ellos suceden, y si pudieran hablar, ¡cuántas maravillas podrían contar! Después de la maravillosa llegada del Apóstol Santiago al valle de Itzocan, empezó a cobrar fama su singular aparición y los milagros que concedía a los que se acercaban a él con fe y devoción. Estas noticias llegaron, por supuesto, al Obispo de Puebla y al Arzobispo de la Nueva España, y hubo un personaje de la alta jerarquía eclesiástica que cuando conoció de esta historia, quedó seriamente impresionado. Por una parte devoto y por otra, egoísta, pensó: “ Si es verdad que el Apóstol llegó personalmente para quedarse en Itzocan, más que una escultura, deberá parecer una persona. Si esto y los milagros que concede fueran verdad, habría que traerlo aquí y después llevarlo a España porque, evidentemente, es español y no tiene por qué estar entre los indígenas”. Razonado esto, inmediatamente ordenó a uno de sus colaboradores que se pusiera ropas de viajero y fuera a Itzocan en calidad de incógnito para averiguar todo lo que pudiera sobre el santo. Ya en Itzocan, el subordinado del alto personaje conoció la historia de la llegada de Santiago Apóstol y pudo comprobar que a la imagen del santo sólo le faltaba respirar y parpadear, pues daba la impresión de que en verdad estaba vivo. La única diferencia con una persona común y corriente era que santo y corcel eran de talla algo más grande que lo normal, pero sólo ligeramente. Fuera de ese detalle, era una cosa prodigiosa. Por tal razón, el religioso volvió a la capital y le dio sus impresiones a su superior. Éste, ni tardo ni perezoso, le ordenó que preparara una carreta tirada por dos caballos y una cuadrilla de soldados para que cargaran la estatua y, además, la llevaran bien escoltada. Una vez que llegaron a Itzocan, el sacerdote se identificó ante el párroco como asistente de un alto funcionario de la Iglesia en la Nueva España –“¡Oh! Entonces vos no sois ningún viajero”– y le explicó su misión –“...y como comprenderéis, Padre, mi deber es llevar la efigie de Señor Santiago ante su Ilustrísima”–. El cura local no quiso replicar, pero sí quiso dejar algo en claro con el alto clérigo aquel: “Estoy de acuerdo si son órdenes de gente cercana al señor Arzobispo, pero os diré que Santiaguito llegó por su voluntad al valle de Itzocan, y si él escogió este lugar para quedarse, es injusto que os lo llevéis. Pero adelante: si son órdenes de vuestros superiores, llevaos al Santo”. Acto seguido, el religioso y los soldados cargaron al Apóstol y, tras ponerlo en la carreta, partieron con rumbo a Puebla, pero llegando al Puente Colorado –que en esa época estaba ubicado en las afueras de lo que ahora es el pueblo de San Martín Alchichica– sucedió algo muy extraño: aunque los caballos jalaban la carreta, ésta se había detenido y ya no avanzaba. Pensando en que las ruedas del vehículo se pudiesen haber atorado, los soldados la llevaron unos pasos atrás. Cuando fustigaron a las nobles bestias hacia el Puente Colorado, la carreta se volvió a detener y los soldados tuvieron que repetir la operación, aunque sin éxito. Así lo intentaron tres o cuatro veces más hasta que, exhaustos, desistieron de su propósito. Uno de los hombres dijo: “¡Qué curioso! Cada vez que vamos a cruzar el puente, se atasca la carreta. O será que el santito se hace pesado para no irse... ¡Ah! Pero eso sí, nos regresamos y entonces sí camina el carruaje... ¡Creo que de verdad no quiere irse el Apóstol!”. Después de haber dicho esas palabras, se hizo un ominoso silencio y el clérigo decidió intentar el procedimiento por última vez, resultando exactamente lo mismo que en los casos anteriores. “¡Rediez!” masculló, “¡Parece que vos tenéis razón, Capitán! Señor Santiago no quiere que nos lo llevemos de Itzocan”. Finalmente, regresaron al pueblo y colocaron la sagrada estatua en su lugar y volvieron a la capital de la Nueva España. “¡Pero por Dios, qué inútiles sois vosotros! ¿Cómo es posible que no hayáis podido traeros al santo?” gritaba colérico el alto funcionario a su comisionado, quien, obviamente, se defendía: “Pero, Vuestra Excelencia... ¡Nosotros lo intentamos varias veces y...!”. Pero “Vuestra Excelencia” no entendía razones: “¡A callar! ¡Ahora iré personalmente con vosotros y ya veréis si no lo traemos aquí!”. Y así, con el doble de soldados y una carreta más grande y tirada por cuatro caballos, los sacerdotes tomaron camino hacia Itzocan, e inmediatamente que llegaron, “Vuestra Excelencia” –que iba bastante sofocado- explicó sin mayores preámbulos al párroco el motivo de su visita. “¡Vaya! Su Ilustrísima trajo esta vez un mayor número de soldados”, le contestó éste con algo de ironía. “¡Claro! Como que ésta vez no habrá obstáculos para llevarse al santo ante el Señor Arzobispo!” dijo el alto funcionario ignorando el matiz del cura local, quien volvió a retobar –con una expresión traviesa–: “Perdonará Su Ilustrísima la insolencia de este siervo, pero ya la vez anterior vuestros soldados pudieron comprobar que Señor Santiago no desea que os lo llevéis a ningún lado que no sea esta tierra”. El alto clérigo contestó muy molesto y alzando la vista al cielo con gesto de impaciencia: “¡Claro que perdono vuestra insolencia, Padre, porque como ministro de nuestra Santa Madre Iglesia no me queda otro remedio! Pero quiero deciros que no creo que Señor Santiago tenga inconveniente en regresar a su lugar de origen... El discípulo de Nuestro Señor Jesucristo era español, ¿no es así? ¡Pues a España deberá ir!”. Y, de nueva cuenta, los soldados cargaron la efigie de Señor Santiago al carruaje. Así, el sacerdote pudo descubrir que ésta no era en extremo pesada, sobre todo para el tamaño del bridón que le servía de montura al Apóstol. Después, iniciaron el regreso. Ya de camino, el alto funcionario venía cavilando sumamente impresionado por la figura del Santo Patrono de Itzocan, que, efectivamente, parecía tener vida propia, aun cuando fuera de talla un poco más grande que un ser humano y un caballo ordinarios. En ese momento se fue, literalmente, de boca, rompiéndosela y reventando también su nariz. Cuando el sacerdote se incorporó del suelo, descubrió que la carreta estaba varada exactamente a la mitad del antiguo Puente Colorado y que el violento frenón lo había lanzado de bruces contra el suelo. “¡Bien decían los lacayos” pensó, pero también se dijo que no iba a permitir que a él le ocurriera eso. ¡No a él! Acto seguido, ordenó que hombres y bestias tiraran de la carreta, y hasta él –con mucho entusiasmo, por cierto– ayudó a empujar el coche. Pero después de varios intentos y otros tantos minutos de pesado trabajo, decidió dar marcha atrás, de modo que volvieron sobre sus pasos unos metros y tomaron carrera. Y los ojos y la boca del funcionario se abrieron un buen tanto: La carreta se había atorado justo a la mitad del Puente Colorado y los hombres que no se habían sujetado de algo, cayeron de ella. Para mayor sorpresa suya, los corceles seguían jalando el coche y las ruedas no avanzaban, pese a que seguían girando. En esta ocasión no fue necesario hacer más intentos de cruzar el puente. Como el ministro católico había visto el fenómeno con sus propios ojos, ahora sí tuvo la certeza de que el santo no quería –en definitiva– irse, sino permanecer en Itzocan. El clérigo sintió la piadosa pero firme mirada del Apóstol clavada en su persona y pareció interpretar su silencioso gesto. “¡Ca, hombre! ¡Que ya os comprendí, Señor: estáis en todo vuestro derecho! Os voy a llevar de regreso a Itzocan: después de todo, vos escogisteis el lugar. Y si bien soy necio, no soy irrespetuoso. ¡Primero hay que cumplir con los designios del Señor!”. Y cabizbajo, ordenó que el Apóstol fuera devuelto al sitio del que había sido arrancado. Después, volvió con su escolta a la capital del virreinato. Sin embargo, dicen que Señor Santiago fue benévolo con el alto funcionario y le concedió algunas gracias por haber respetado su voluntad, y ahí se quedó como Santo Patrono de Izúcar de Matamoros, su querida región que sigue cuidando, venerado y amado por los hijos de la cálida Itzocan, tierra elegida para cumplir los designios de Dios Nuestro Señor. Hay mucho que contar, sin embargo las palabras se quedan cortas, por lo que aún cuando nos faltan muchas cosas por mencionar sólo podemos decir que los invitamos a conocer más de nuestras fiestas, sobre todo del fervor que encierra el Señor Santiago Apóstol y que por más de 4 siglos ha protegido y bendecido a Izúcar de Matamoros. Agradecemos al Padre José Trinidad soto Mora por su invaluable apoyo; así como una sincera felicitación por el trabajo que ha desarrollado al frete de esta Parroquia.
Posted on: Wed, 24 Jul 2013 18:16:28 +0000

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