DATOS CURIOSOS,,,, La enfermedad de Carrión, fiebre de la Oroya - TopicsExpress



          

DATOS CURIOSOS,,,, La enfermedad de Carrión, fiebre de la Oroya o verruga peruana es una enfermedad infecciosa cuyo agente etiológico es la bacteria Bartonella bacilliformis. Se debe su nombre a Daniel Alcides Carrión. Pre-Incaicos. Numerosas representaciones artísticas en arcilla (llamados "huacos") de la fase crónica de la enfermedad han sido encontrados en yacimientos arqueológicos pertenecientes a zonas endémicas. Los cronistas españoles, entre ellos el Inca Garcilaso De La Vega, describieron una enfermedad caracterizada por verrugas en los primeros soldados españoles que llegaron en la época de la conquista del Imperio Inca, en Coaque-Ecuador. Durante mucho tiempo se pensó que la enfermedad era endémica solo en Perú y que tenía sólo una fase la: "verruga peruana". En 1875, un brote caracterizado por fiebre y anemia inició su aparición entre los trabajadores, la mayoría foráneos, en la región de construcción del tren entre Lima-La Oroya,3 presentando una alta mortalidad. A esta enfermedad se le llamó "fiebre de la Oroya" En 1885 con el título de Apuntes sobre la verruga peruana redactó Carrión una minuciosa monografía que comprende los siguientes acápites: sinonimia; definición; etiología; síntomas; primer período; segundo período; invasión; dolores; fiebre; pulso; orina; tercer período; erupción; cuarto período; diagnóstico y tratamiento. Incluye además, como casuística, nueve historias clínicas. En este estudio Carrión demuestra que conocía en detalles la evolución de la entidad en sus cuatro períodos y establecía como unidad nosológica las dos fases de la enfermedad; la febril, con toda su sintomatología y la eruptiva o de verruga. Valoró certeramente sus complicaciones, especialmente la anemia grave, y llama la atención su opinión concerniente al pronóstico. Y puesto que admitía en la enfermedad sus dos formas clínicas, de fiebre de la Oroya y de verruga peruana, se dispuso demostrar su hipótesis, que era también la de muchos médicos peruanos, en su propia persona con la autoinoculación de la enfermedad. Con ese fin, cuenta el doctor Leonardo Villar, jefe de clínica, que en varias ocasiones Carrión trató de que le realizaran la inoculación en su servicio del Hospital "Dos de Mayo", aunque siempre habían podido hacerlo desistir de su empeño, pero, el 27 de agosto de 1885, a las 10 de la mañana, se presentó en la sala Nuestra Señora de las Mercedes, perteneciente al servicio del doctor Villar y trató de hacerse la autoinoculación alegando que "suceda lo que sucediere, no importa, quiero inocularme".14 El doctor Evaristo M. Chávez para evitar que Carrión se hiciera un daño involuntario tomó de manos del estudiante la lanceta y le practicó cuatro inoculaciones, dos en cada brazo, en el sitio común de la vacunación. Dichas inoculaciones se hicieron con la sangre inmediatamente extraída por rasgadura de un tumor verrucoso de color rojo, situado en la región superciliar derecha del paciente Carmen Paredes, ingresado en la cama No.5. Según el doctor Villar este paciente "debía proximamente irse de alta a la calle [ ... ] que era joven de 14 años de edad aproximadamente, de buena constitución, exento de toda diátesis y que su verruga era discreta, de la que sólo tenía dos en estado de atrofia, una en el carrillo externo y otra en la extremidad externa del arco superciliar derecho". Cuando ocurrió la inoculación estaban presentes el doctor Villar y los alumnos de su servicio, interno Julián Arce y externo José Sebastián Rodríguez.14 Desde aquel mismo momento Carrión fue escribiendo una minuciosa historia clínica de su enfermedad. El propio 27 de agosto, después de la inoculación, escribiría, "A los 20 minutos comenzaron a manifestarse algunos síntomas locales, tales como una comezón bastante notable, seguida después de dolores pasajeros que desaparecieron a las 2 horas siguientes. No han habido síntomas de inflamación, todo ha desaparecido sin dejar vestigio alguno."15 Carrión continuó haciendo su vida normal hasta tres semanas más tarde, en que pasado el período de incubación —con su experiencia quedaba determinado—, comenzaron a aparecer los primeros síntomas. Sobre ello anotó, "Hasta el 17 de septiembre en la mañana, no he tenido absolutamente nada; en la tarde de ese día he tenido un ligero malestar y dolor de la articulación tibio tarsiana izquierda, que me molestaba la marcha. Durante la noche he dormido perfectamente bien".15 Dos días después, el 19 de septiembre, se manifestaba el período de estado de la enfermedad con todos sus síntomas: calambres fuertes, fiebre con escalofríos, decaimiento, postración, dolores generalizados en la totalidad del cuerpo, que él va describiendo con brevedad y rigor científico, así como las características del pulso, las deposiciones y la orina. Permanece en su domicilio, la casa de su madrina, sin permitir que nadie lo acompañe de noche. El 22 de septiembre le aparece un tinte ictérico y petequias en la cara, poliuria, hematuria, cefalea intensa, signos y síntomas que van en aumento, con palidez considerable de la piel y la mucosa. La anemia hemolítica hacía su aparición para agravar el cuadro clínico. El 26 de septiembre su estado de postración es tal que escribe, "A partir de hoy me observarán mis compañeros pues por mi parte confieso me sería muy difícil hacerlo".15 Desde entonces continúan la historia clínica sus fieles condiscípulos: Casimiro Medina, Enrique Mestanza, Julián Arce, Mariano Alcedan, Manuel Montero y Ricardo Miranda. Desde la cama dicta sus síntomas y sigue el curso de la enfermedad. El 28 escriben sus compañeros, "Admirable es en verdad la marcha tan rápida que en él ha seguido la anemia, que a partir de este día domina por completo el cuadro sintomático".15 Desde la noche del 30, no obstante la protesta del enfermo, lo velan sus amigo. Cuando se siente mejor habla de su familia y comenta, "Sí, lo que tengo es fiebre de la Oroya, aquella fiebre de que murió Orihuela, mejor es no pensar en esto, fumemos un cigarro".15 El 2 de octubre dándose cuenta de su gravedad y valorando certeramente su cuadro clínico le dijo a sus compañeros, "Hasta hoy había creído que me encontraba tan solo en la invasión de la verruga, como consecuencia de mi inoculación, es decir, en aquel período anemizante que precede a la erupción; pero ahora me encuentro firmemente persuadido de que estoy atacado de la fiebre de que murió nuestro amigo Orihuela; he aquí la prueba palpable de que la fiebre de la Oroya y la verruga, reconocen el mismo origen, como una vez le oí decir al doctor Alaco".15 Y a los amigos que trataban de convencerlo de que estaba en un error les recalcó, "Les doy a ustedes las gracias por su deseo y siento decirles no conseguirán convencerme de que la enfermedad que hoy me acosa no sea la fiebre de la Oroya".15 El 4 de octubre, con su aprobación, es trasladado a la Maison de Santé (Hospital Francés) y todavía en su domicilio le dice al señor Isaguirre, alumno del primer año de medicina que está a su lado, "Aún no he muerto, amigo mio, ahora les toca a ustedes terminar la obra ya comenzada, siguiendo el camino que les he trazado".15 Unos momentos después de su ingreso una junta médica formada por los doctores Villar, Romero, Flores y Chávez discutió el estado de su enfermedad y no obstante la opinión de la mayoría en favor de la transfusión sanguínea, para lo cual todo se hallaba preparado , -un transfusor de Oré, que el doctor Villar había llevado y uno de sus compañeros decidido a donar la sangre necesaria- la indicación se pospuso para el próximo día, quedando el enfermo sometido al tratamiento siguiente: inyecciones intravenosas de ácido férrico y 20 centígrados de albuminato de hierro cada 2 horas; se continuaron las inhalaciones de oxígeno y las pulverizaciones de ácido férrico; como líquido , agua gaseosa y como alimentación caldo y polvos de carne. Estas serían las últimas indicaciones que se le prescribieron a Carrión, pues al día siguiente, 5 de octubre, entraba en coma, interrumpido en algunos momentos por quejidos entremezclados con palabras incomprensibles. Sus compañeros terminarían ese mismo día su historia clínica con estas sentidas y hermosas palabras: "A las 11½ de la noche lanzó su último suspiro breve y profundo, que fue para los que le rodeaban la señal de que este mártir al abandonarnos iba a ocupar en lo infinito el sitio que el Todopoderoso tiene reservado para los que como él ejercen la mayor de las virtudes: la Caridad Alberto Barton, un microbiólogo peruano, identificó Bartonella bacilliformis dentro de los eritrocitos en 1905 y anunció su descubrimiento del agente etiológico (bacilo de Barton) en 1909. Posteriormente Strong confirmó sus hallazgos y se llamó en honor a su nombre como Bartonella bacilliformis.
Posted on: Sun, 18 Aug 2013 03:13:09 +0000

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