De 200 bolos en frutas hasta la calidad en la prestación de - TopicsExpress



          

De 200 bolos en frutas hasta la calidad en la prestación de servicios La perdí. Sé que no la hurtaron porque no hubo ocasión para ello. Revisé, al menos eso creí, los tres bolsos que uso simultáneamente, el escritorio de la oficina, gavetas en la casa, los carros en los que me he montado y nada. El hallazgo es el mismo en todos los lugares de búsqueda: no está. La perdí. Debí haber creído que cuando me devolvieron la cédula y la tarjeta tras pagar Bs. 250 por dos manzanas, tres potecitos de plástico, poco más de medio kilo de durazno y dos paquetes de gelatina dietética la eché en el bolso pero realmente cayó al piso, y no me percaté de ello porque andaba con la billetera de tela y es como muda, silenciosa. Convencida de que no la hallaría y memorizado el 05005032424 en vista de los robos sufridos cancelo la tarjeta de débito, las de crédito estaban en otra cartera. Ahora estaba un poco más tranquila. Solo un poco. Quedaba tal vez lo más difícil: conseguir otra tarjeta y hoy, porque es viernes, y no debo quedarme sin dinero. Así que respiré hondo y me dije: sí se puede ¡Ánimo! Hoy puede ser distinto. Alicientes estos para disipar el fantasma acechante de la burocracia y pésima atención de los prestadores de servicio en este país, independientemente de si son públicos o privados. Antes de que ocurriera lo que todos saben desde el inicio: que nunca perdí la cartera ni la hurtaron sino que siempre estuvo en uno de los lugares que busqué pero no lo suficientemente bien, hubo situaciones que fueron empañando mi ánimo o vaticinando lo que tenía que suceder: que no me dieran la tarjeta. ¡Marica! ¿Supiste que robaron a fulano? ¿No? Sí, él se va a Europa y fue a sacar sus euros y cuando salió del banco se pilló que unos motorizados lo seguían. Él agarró su carro, aceleró y se metió entre dos para que los carajos no le llegaran por las ventanas, luego se fue por la autopista y creyendo haberlos perdido se puso a hablar por el cel, se distrajo, llegó a su oficina, se metió en el sótano del edificio y allí lo agarraron: ¡dame los euros! Pero nooo, pero peor fue lo de la tía, el abuelo y el papá de zutano. Ella debía pagar en efectivo unos trabajos de albañilería y sacó en efectivo Bs. 10 mil, el abuelo cobró su pensión y el papá de zutano hacía de acompañante y chofer. Bueno, cobraron y se fueron pa´la casa pues, cuando iban en la vía llegaron dos motorizados, los interceptaron y le dijeron: dame el bolso marrón con el dinero. Al menos no lo quitaron la pensión al abuelo Hay más, dice ella mientras enciende un cigarro como introducción analgésica de su próxima historia-hoy no parece ser un buen día para ir al banco, es viernes y ya he oído muchos cuentos feos, falta que me disparen cuando me pidan plata y vean que no tengo nada, ¡ay dios me libre, cancelado y trasmutado- ¡A mengano lo robaron en el banco! Sí señor, así como lo oyes-supongo que subraya el lugar del atraco por el gesto que reveló mi cara de asombro y miedo- El carajo cobró una plata y en cuanto salió, saliendito del banco se pilló a dos carajos y se dijo: mierda, me van a robar, y se devolvió corriendo al banco para protegerse y sabes qué hicieron los choros, pues entraron al banco, le apuntaron y dijeron: ¡dame la plata chico que estás robado! Ella termina el cigarro y aplasta contra la orilla de la ventana. Las dos bajamos la cara y cabeceamos en forma de negación ante las sorprendentes situaciones. Recogiendo para irme, todavía me debato si es prudente ir al banco, pero el racionalismo puro saca de cajón el espíritu agorero y voy. Antes paso por casa, me doy un baño, me arreglo-pensé que si iba maquillada y arreglada todo fluiría, desconozco el proceso para esta conclusión, pero lo pensé e hice. Arreglada pregunté en el orden que creí correcto y pertinente: ¿tienen plástico? ¿Quién es el último? Satisfecha de cuidar detalles para que el azar burocrático no ganara su batalla, sugerí al resto de las personas que nos sentáramos en el orden de llegada y rodáramos para que un señor que estaba de pies, sin necesidad alguna, pudiera también sentarse y esperar cómodamente. Llegó mi turno. Expliqué al Ejecutivo que había perdido la tarjeta de débito y necesitaba otra. Saqué la chequera, el pasaporte, y los entregué. Me dijo que él aceptaba ese documento, el pasaporte, si la Gerente lo avalaba. Ella no estaba, eran las tres y estaba almorzando, a pesar de que esas gestiones de tarjetas las realizan hasta las tres y media, aun cerrando esa agencia a las seis de la tarde. Llegó milagrosamente a tiempo, expliqué el caso y sin mirarme a la cara y brindarme una sonrisa piadosa, aprendida en vacuas lecciones de atención al cliente y el cliente siempre tiene la razón me dijo: no, no, no. Me indigné. Un discurso acerca de la validez del pasaporte como documento de identidad; sobre la calidad de servicio y de su obligación en satisfacer de la manera más óptima mi necesidad; sobre la ineficiencia, incompetencia y falta de empatía que campea sin vergüenza en el país en todos los sectores; el planteamiento posible y probable de que no haya material para sacar CI y que entonces no podré tener tarjeta porque el gobierno…se armaron y diluyeron en mi cabeza porque sabía al final que a ella no le importaría. La única persona que procuró darme alguna alternativa fue el vigilante. Ese señor miembro de una empresa tercerizada que fastidiado de estar parado sirve café, abre puertas…me sugirió unas opciones que lamentablemente no aplicaban en mi caso. Le agradecí. Me fui. Me monto en el carro y vengo a casa llorando. Frustrada. Revuelta. Preguntándome si el cosmos me manda algún mensaje que evidentemente no capto porque se repite y repite, cuando vivo situaciones carentes de amabilidad, competencia, eficiencia… Digo ¡ya! No hay razón para esto, para el desgaste. Entro al estacionamiento. Quedo encandilada del claroscuro. Vuelvo a ver, me cuadro y echando hacia atrás, todavía jipenado, veo unos papelitos que sobresalen del reducido e incómodo espacio entre el asiento del copiloto y la puerta del carro: mi cartera. Tengo cédula, no dependo de un operativo fortuito o de que haya o no material. Pero debo volver al banco a pedir la tarjeta
Posted on: Sun, 21 Jul 2013 17:49:37 +0000

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