El hincha bandido Todo empezó en los albores del siglo pasado, - TopicsExpress



          

El hincha bandido Todo empezó en los albores del siglo pasado, dice Eduardo Galeano en su formidable “fútbol a sol y sombra”. El primer hincha inflaba la pelota al borde del campo, lanzando proclamas de apoyo a los jugadores de Nacional de Uruguay. Su tarea se trasladó a la selección, con extensión, por contagio, a los demás equipos. Primero fueron inofensivas arengas motivadoras, las que viraron hacia el insulto al rival, al salivazo y las amenazas de agresión. El tiempo trajo las banderas, las pancartas, las gorras y las camisetas de los clubes. Los trapos fueron señales inequívocas de orgullo y las franelas de cada club, motivo sagrado de exposición cuando eran propias y objeto absurdo del deseo, cuando eran del rival, convertidas, al hurtarse, en trofeos de guerra. La degeneración llego, en nuestro medio, cargada de odios, de barbarie y de muerte. En el camino decenas de cadáveres de hinchas. Un promisorio árbitro, Álvaro Ortega y un amado futbolista, Andrés Escobar, asesinados; también directivos amenazados y periodistas intimidados. Tantas vidas rotas, tantos hogares vacíos. Han sido, en Colombia, décadas de escándalos, de fallidas intervenciones gubernamentales, de diagnósticos extravagantes bien publicitados y de escasas soluciones, muchas aun en el papel. Causa escalofríos saber que en las grandes ciudades las barras tienen fronteras invisibles, que nadie puede traspasar y que muchos de estos grupos, en franca actitud delincuencial, permanecen vigilantes para castigar cualquier violación a estas demenciales formas de marcar territorios. Esto para citar un solo caso. Son los muertos lejos de los estadios. Nos golea la cruda realidad, a la que el fútbol no puede mirar con indiferencia. Muchos menos el estado y los dirigentes, tan demagogos en el triunfo, tan inútiles para prevenir desastres y tan vacíos frente al deterioro social. Tampoco puede el periodismo cerrar los ojos y seguir de largo con esa chocante tendencia de lavarse las manos. El fútbol asoma sus culpas y nos convierte en víctimas de las travesuras malditas del dinero y el poder con todas sus ramificaciones. Freno seco a la violencia, pedimos todos, antes de que el fútbol muera. PD: cuando mataron a Álvaro Ortega, León Londoño dijo que el futbol colombiano marchaba “Divinamente”. No siempre cambian los tiempos. En la actualidad, la dirigencia pregona la salud del fútbol. Mundo irreal: La plata no es salud.
Posted on: Sun, 29 Sep 2013 14:04:22 +0000

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