En los Países Bajos se levantó muy temprano una enérgica protesta contra la tiranía papal. Setecientos años antes de los tiempos de Lutero, dos obispos que habían sido enviados en delegación a Roma, al darse cuenta del verdadero carácter de la “santa sede”, dirigieron sin temor al pontífice romano las siguientes acusaciones: Dios “hizo reina y esposa suya a la iglesia, y la proveyó con bienes abundantes para sus hijos, dotándola con una herencia perenne e incorruptible, entregándole corona y cetro eternos; [...] pero estos favores vos los habéis usurpado como un ladrón. Os introducís en el templo del Señor y en él os eleváis como Dios; en vez de pastor, sois el lobo de las ovejas, [...] e intentáis hacernos creer que sois el obispo supremo cuando no sois más que un tirano [...]. Lejos de ser siervo de siervos, como a vos mismo os llamáis, sois un intrigante que desea hacerse señor de señores [...]. Hacéis caer en el desprecio los mandamientos de Dios [...]. El Espíritu Santo es el edificador de las iglesias en todos los ámbitos del mundo [...]. La ciudad de nuestro Dios, de la que somos ciudadanos abarca todas las partes del cielo, y es mayor que la que los santos profetas llamaron Babilonia y que aseverando ser divina, se iguala al cielo, se envanece de poseer ciencia inmortal, y finalmente sostiene, aunque sin razón, que nunca erró ni puede errar jamás”. Brandt, History of the Reformation in and about the Low Countries 1:6. – {CS 243.1}
Posted on: Fri, 13 Sep 2013 17:35:11 +0000
Trending Topics
Recently Viewed Topics
© 2015