GENTE TÓXICA (II) 6. El envidioso No le cabe en la cabeza que - TopicsExpress



          

GENTE TÓXICA (II) 6. El envidioso No le cabe en la cabeza que los demás triunfen por haberse sacrificado o haber trabajado con tesón y talento, y está siempre rumiando sobre lo que los otros tienen y él no. Siembra cizaña en forma de cotilleos llenos de malicia, rumores y críticas infundadas. En su versión más radical, busca destruir a quienes envidia maltratándolos verbalmente y rebajando todos sus logros ante quienes los valoran. Para él, quien se mantiene en forma yendo al gimnasio no es más que un narcisista con la cabeza hueca; quien asciende, un pelota de los jefes o una ligera de cascos, y así sucesivamente. En el fondo, sin embargo, quien más sufre es precisamente él, que desea ante todo lo que nunca tiene. y conseguirlo no resuelve su conflicto. 7. El agresivo verbal Su preimer objetivo es hacernos sentir débiles e ineptos. Ofensivo e intimidatorio, incluso su cara, cuando se enciende, resulta belicosa, igual que su tono de voz, siempre atronador. Su violencia psíquica puede dejarnos una huella no menor que la de un maltrato físico. Intentar razonar con ellos es perder el tiempo: aunque un día exaltansen nuestra inteligencia, al día siguiente cuando más tranquilemos nos encontremos podrían lanzarnos la pulla más brutal. ¿Consuelo? Estos seres tóxicos n o saben entablar relaciones duraderas y terminan solas, abandonadas por todos quienes habían entrado en relación con ellos. 8. El jefe autoritario En términos laborales, todo jefe tiene el derecho a decirnos qué espera de nosotros y a criticar incluso nuestro desempeño. Pero, claro... ¿que ocurre cuando, como sucede en no pocos casos, nuestro superior se vuelve un déspota que goza imponiendo su voluntad y necesita constantemente sentirse legitimado a base de humillar a quienes trabajan para él? En ese momento se convierte, sin escalas, en un ser tóxico. Este tipo de personajes autoritarios mantienen el control atemorizando e insultando incluso al personal, hasta el punto de convertir en una insoportable carga lo que habría podido ser un proyecto interesante en el que implicarse. A menudo, estas personas autoritarias no se revelan como tales hasta que, por fin, obtienen el ansiado cargo directivo; un momento antes su toxicidad era insospechable. E los casos más extremos odian a quienes consideran inferiores y boicotean a los que destacan: nunca soportarían ser superados por un subordinado. Su afán de control es tal que llegan a inmiscuirse en el tiempo libre de sus empleados. ¿La mejor defensa? La ley, que ya reconoce el delito de "mobbing". 9. El cotilla maldiciente Este personaje es especialista en crear mal rollo en el trabajo sin ningún remordimiento. Sus indiscreciones pueden comprometer a sus colegas más competentes, y todo sin el menor provecho para él, que se realiza solo con ser escuchado y ver que sus versiones cuelan. Nada ambiciona más que saberlo todo de todos, y si no lo sabe, exagera lo que cree saber o se lo inventa directamente, en lo que es un autentico talento. ¿Su secreto? Hacer creíbles sus fábulas a partir de una enorme cantidad de detalles conocidos o, en todo caso, coherentes. Nuestra única defensa ante él es mantenernos a distancia y no contarle jamás nada. En cualquier caso, cabe recordar que casi todos participamos alguna vez en la propagación de cotilleos, siquiera para comentarlos. Es útil un poco de autocrítica para no volvernos tóxicos a nuestra vez. 10. El neurótico A muchos tóxicos podría calificárselos de "malos", pero no a los neuróticos, que perjudican tanto a los demás como a sí mismos. Y, aunque pueden causar mal, no suelen tener maldad. Viven poniéndose metas inalcanzables y, si somos sus socios, esperarán lo mismo de nosotros. Su perfeccionismo se convierte en manái y quieren controlarlo todo, incluyendonos, desde luego, hasta el punto de recurrir las veces que hagan falta al chantaje emocional. Pero no son malos; al contrario, quisieran gustar a todo el mundo de un modo casi infantil. Fantasiosos y autosuficientes, no escuchan consejos, pero están más que dispuestos a prodigar su ayuda a todos. Entre ellos, los peores son los supertóxicos castradores, los que nos ayudan solo para poder decrinos alguna vez: "Con todo lo que he hecho por tí, ¿y me lo pagas así?". Si quereis más información o ampliarla os recomendamos alguna lectura de la psicóloga Lillian Glass que ha escrito varios libros sobre gente tóxica. Esperamos desde Breath Coaching que esta pequeña ayuda os sirva a identificar a esa gente tóxica que tenemos a nuestro alrededor y poder alejarla de nosotros.
Posted on: Fri, 16 Aug 2013 08:10:19 +0000

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