GORDURA SINTETICA Gustavo Aganza Es asombroso como algunas - TopicsExpress



          

GORDURA SINTETICA Gustavo Aganza Es asombroso como algunas personas se preocupan más por un vehículo lujoso de gran precio, que por sus propios organismos y esto pude atestiguarlo en un taller mecánico, pero antes de comentar esa anécdota considero que es necesario analizar el problema ... En un libro en referencia a la tragedia nutricional de la fructosa de maíz leí recientemente que el porcentaje de gente obesa se duplicó en menos de tres décadas por causa de esa substancia y por coincidencia ese mismo día por la tarde en los programas de la cadena de noticias de cable CNN mencionaron que la cifra combinada de sobrepeso y obesidad mórbida se elevó al 68% en los Estados Unidos, lo cual significa que poco más de las dos terceras partes de la población han acumulado libras y kilogramos extras, aunque en ese sentido se debe remarcar que México ya se convirtió en el país de América con más tonelaje entre la población. La cantidad de rechonchos pudiera ser más elevada si se considera que el porcentaje “normal” de grasa corporal está determinado entre el 20% y 25% en las tablas vigentes de pesos, pero algunos científicos han sugerido que esa “normalidad” mejor debiera ajustarse entre el 15% y 20% y esto significa que el porcentaje general de sobrepeso y obesidad podría elevarse hasta el 90% o más y esto del modo que se quiera analizar resulta completamente anormal y hasta enfermizo. Aunque no lo pareciera, la obesidad debería considerarse como una pandemia global, pero por desgracia se ha convertido en una enfermedad socialmente aceptable y en algunos sectores citadinos hasta se celebra, por ejemplo entre los “chubbies” de las pandillas que visten enormes ropajes bombachos que parecen tiendas militares de campaña o carpas de circo. El zoólogo Desmond Morris en su libro “Mono Desnudo” aunque no lo mencionó directamente y con palabras explícitas, de diversas maneras sugirió en algunos párrafos que los seres humanos somos “primates evolucionados” o como unos “animalitos de costumbres” y ese concepto se puede demostrar perfectamente con el simple consumo excesivo de alimentos. Hace dos décadas el doctor Earl Mindell, autor del libro “Biblia de Vitaminas” fue de los primeros científicos que han propuesto clasificar el azúcar, la sal y la cafeína en la categoría de “drogas” alimenticias cuando su consumo es diario y excesivo, sin embargo en años recientes se ha determinado que el principal culpable de enfermedades como diabetes, fallas renales y otras, podría ser la fructosa de maíz que es ingrediente necesario de miles de productos dulces y hasta salados, principalmente de los refrescos embotellados y bebidas de energía. En otras palabras se puede afirmar que la mayoría de las personas con sobrepeso y obesidad son adictas a los alimentos chatarras, principalmente los que contienen azúcares. En varias ocasiones he escuchado a personas obesas que no desean saber nada en referencia a “dietas” ni alimentos que contengan la palabra “dietético” y prefieren continuar con sus costumbrismos de consumismo que incluyen comidas con excesos de grasas y frituras en aceites hidrogenados, pero principalmente los productos y bebidas azucaradas. Para ilustrar la magnitud de la tragedia mencionaré la anécdota que sucedió en un taller mecánico hace aproximadamente 3 años ... Con la finalidad de que mi camioneta logre recorrer el mayor número posible de millas, lo más constante cada 2 o 3 meses acudo a un taller cercano especializado en cambios de aceite y trato de aprovechar algún cupón de correos en el que rebajan el servicio a $19.90 dólares más $4. dólares de recargo estatal por el desecho apropiado o el reciclado de ese aceite y los inevitables impuestos, lo cual totaliza alrededor de $28. dólares, sin embargo, los empleados al procesar el servicio tratan de vender el servicio más caro del aceite sintético que es muy efectivo cuando no se quiere cambiar el lubricante cada 3 mil millas, pero el precio de ese lujo lubricante puede ascender hasta $70. dólares con los impuestos. Lo curioso del asunto fue que en una ocasión estaba en la sala de espera mientras hacían el servicio de mi camioneta Ford Explorer y en eso se escuchó la escandalera de una señora que vociferaba por su telefono celular con un griterío que fácilmente podía escucharse a varias decenas de metros a la redonda, como si sus trivialidades y futilerías fueran de extrema importancia y de la incumbencia de los presentes que estábamos bebiendo café gratuito con la mayor tranquilidad y el más absoluto silencio del mundo. Cuando la esponjada regordetona terminó de barruntar y arrastrar su voluminosa humanidad, sin que el empleado dijera una sola palabra y le ofreciera el servicio más caro, aquella modelo global venusina digna de un cuadro de Botero, ordenó que al lujoso vehículo Cadillac de su esposo, que había sacado de la agencia hacía pocos meses, le inyectaran el mejor aceite que hubiera en el mercado y que no le importaba el precio. Sin duda eso significaba que le preocupaban las posibilidades de desgaste de los cilindros y otras piezas del motor y quizás el rendimiento de combustible ... y así en menos de un minuto en la pantalla de la computadora se elaboró la orden de servicio. Cuando aquella ballena humana inflada terminó de desparramarse a sus anchas en uno de esos asientos de doble tamaño que colocan estratégicamente para la gente de llantas radiales y lonjas de triple rodada, entonces comenzó a hurgar en su enorme bolsón de mano y desde mi asiento alcancé a ver que parecía una despensa bien surtida y de ahí sacó primero una barra de chocolate, segundos después un paquete de frituras que previamente había estrenado y se embutió las golosinerías con una Coca-Cola regular, pero como no completó con esa ración tan raquítica, después siguió sacando más envoltorios de porquerías de incontables calorías. Como mi camioneta la entregaron primero que la de ella, lamentablemente me quedé con las ganas de conocer el final de esa telenovela de la vida real y saber el volumen total que podría caber en aquel bodegón estomacal. Por lo acontecido resulta fácil deducir que a ese pez globo humano le preocupó más el funcionamiento efectivo del vehículo de lujo que la salud de sus órganos. Las tridimensionalidad de la señora de la imagen de esta publicación es muy similar a la que me refiero en el texto y la seleccioné porque en la mano trae una bolsa de frituras. Al salir de aquel lugar me imaginé que si a la camioneta Cadillac le hacen cambios de aceite cada 3 mil millas o un máximo de 6 meses, entonces tiene posibilidades superlativas de perdurar más años o décadas de los que su manejadora pudiera sobrevivir con su artificial gordura sintética.
Posted on: Thu, 24 Oct 2013 07:19:08 +0000

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