LA BESTIA La bestia respiraba un denso vapor de humo con olor a - TopicsExpress



          

LA BESTIA La bestia respiraba un denso vapor de humo con olor a plástico, escapándose presuroso por las grandes bocas de los techos de chapa. Como la boca de un demonio Exalando en un suspiro su aliento culpable que ronda sin castigo. Algunas pocas ventanitas simétricas dejan pasar una tenue luz que apenas, se atreve be a mostrar el día. La bestia tiene un cuerpo enorme de ladrillos rojos llenos de óxido y hollín; y su figura siniestra le da a la barriada un sentimiento de ahogo, melancolía y espanto. Si parece un duende maligno donde los hombres industriosos cumplen como presos La rigurosa condena involuntaria. La bestia respira a través de unas inmensas máquinas extrusoras. Máquinas de acero, pistones y cables que funden el plástico reciclado a doscientos cincuenta grados Y los transforman en billetes jugosos para el patrón. El pulmón de la bestia chilla con chirridos mecánicos y campaneos de tornillos y metales que chocan en estridente inercia simétrica. La bestia no deja espacio para voz humana y los protectores auditivos no alcanzan para menguar su alarido. La bestia tiene unos dientes de acero con catorce cuchillas feroces que destrozan el celofán; y de su garganta sale un rugido potente con treinta caballos furiosos que atreves de su boca echa molino, ensordecen la rutina. La bestia repta por las paredes, y en los veranos, entre el piso de cemento y los techos de chapa, el infierno se desata con cincuenta grados en la constante. La bestia tiene en sus rutinas, horarios que saturan los cuerpos y obligan a vomitar la industriosa producción sin concesiones ni descanso. Los cuerpos sudan y creen no poder más. Pero la bestia sabe; y entre engranajes y vapores, ronquidos y silbidos mecánicamente sincronizados, le avisa al obrero, que todavía queda tiempo para una nueva rutina. El sudor de los cuerpos cae hasta sobre las máquinas que convierten en vapor esa lágrima del cuerpo. Y hasta en vapor se convierten los sueños. Los obreros se cruzan como espectros de rostros demacrados. La bestia se ríe y festeja las ganancias del día. Diez años de trabajo. Veinte años de una vida. Treinta años y un reloj con una medallita. La bestia culmina su jornada poniendo un epitafio en tu última morada.
Posted on: Fri, 28 Jun 2013 00:41:45 +0000

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