La librería Pérez Galdós, en Hortaleza 5, ha cerrado. Al pasar - TopicsExpress



          

La librería Pérez Galdós, en Hortaleza 5, ha cerrado. Al pasar esta tarde unos carteles en los escaparates anunciaban el cierre "sine die" de la tienda, y el traslado de los libros a la Galeón, en Sagasta 7, de los mismos dueños. Hace un par de semanas pasé por la puerta y pensé.......mira, la Pérez Galdós aguanta, vaya, cuánto me alegro.......pero no. No ha aguantado. Perdida entre restaurantes, tiendas de esteroides para los muchos gimnasios de la zona, chinos y locales que no se sabe muy bien de qué van, la Pérez Galdós parecía ir capeando el temporal, apoyada en su estupendo fondo y esa capacidad investigadora que hacía que cualquier libro que encargaras, por mucho tiempo que llevase descatalogado, te lo encontraban. Y además tenían unas colecciones de tomos en piel y pergamino que eran para quedarse horas sólo mirando las estanterías; que era exactamente lo que hacía yo a los 18 años, cuando me saltaba las clases para irme a la Pérez Galdós o a la Casa del Libro de Gran Vía a leer durante horas sin que nadie te dijera nada. Toda una biblioteca infinita a disposición. Desolación sería la palabra exacta que define la contemplación de esos escaparates en esquinazo que, desde 1942, enseñaban ejemplares de segunda mano o fondo editorial. Ahora están vacíos. Negros y con los cristales tristes. Ya no hay libros nuevos ni viejos que rellenen esos espacios que se han quedado sin aire. Y el cartel de "se alquila" termina de rematar esa sensación de desvalimiento que te dejan las buenas tiendas cuando cierran. En Hortaleza aún sobreviven algunos comercios muy especializados y con años encima: los gemólogos de Joyel, la droguería Shangai, la pizzeria Vesubio, un par de ferreterías y un cerrajero, y poco más. Locales chillones y horteras dedicados a las cosas más de moda en la zona han ocupado el espacio de las del centro donde tenías que ir a comprar lo que por tu barrio no había. Y la gente va muy deprisa, porque ya nadie se podrá detener a mirar un escaparate lleno de libros, ni el herbolario de los mil cajoncitos y botellas de cristal, ni aquella mercería donde vendían unas cintas especiales para los tirantes de las combinaciones; nadie se para ni camina despacio porque ya no te apetece, porque dónde vas a mirar, si no ves más que botes gigantes de potaje de anabolizantes y vitaminas, paredes rojas, negras, turquesas, amarillas, y luces de puticlub de carretera de segunda; tiendas de ropa de hortera de bolera, otras que están de Orgullo todo el año y chinos que aprovechan el tirón poniendo banderas arcoiris por todas partes. Cuando no son esas madalenas modernas de colorines imposibles, rellenos pastosos y nombre idiota que sólo de verlas te sale diabetes. Así que la gente, a falta de un escaparate agradable que contemplar, va mirando al suelo y a toda mecha. Bueno. Pues ya no podrá tropezarse una con el esquinazo forrado de libros de la Pérez Galdós. Y con ella se va una época y una forma de tener, atender y llevar una tienda, una librería además. Y aunque siguen en la Galeón con el mismo fondo y tienen una web estupenda, no es lo mismo la entrada de la calle Hortaleza sin ella. No es lo mismo ni la calle, ni el barrio, ni Madrid, ni nosotros, los que amamos los libros. Algo muere cada vez que cierra una librería, y con la Pérez Galdós, muere algo grande. Qué desolación.
Posted on: Fri, 23 Aug 2013 22:38:38 +0000

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