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La publicación, con ocasión del 80.º aniversario de la Revolución de Octubre, de un Libro negro del comunismo redactado por un grupo de historiadores bajo la dirección de Stéphane Courtois (nacido el 25 de noviembre de 1947), ha desencadenado un debate de gran amplitud primero en Francia y después en el extranjero. Stéphane Courtois es un historiador francés, actualmente es director de investigación en el Centro Nacional de Investigaciones científicas en el Géode (Grupo de estudio y observación de la democracia) en la Universidad de Paris X. Es editor de la revista Communisme, especializada en la historia del comunismo. Abierto crítico del comunismo, empezó a ser conocido mundialmente tras editar Le livre noir du communisme, Robert Laffont, París, 1997, un trabajo de 800 páginas publicado en octubre de 1997 (Trad. española: El libro negro del comunismo, Espasa Calpe, 1998). Este libro, realizado por un equipo de historiadores como Nicolas Werth o Jean-Louis Margolin, dirigidos por Courtois, hace un repaso a los crímenes perpetrados por el comunismo, por todos los tipos de comunismo que existen o han existido. Ha vendido millones de copias en todo el mundo y ha sido traducido a varios idiomas. La obra, que tenía que haber sido prologada por François Furet, fallecido algunos meses antes, se esfuerza por dibujar, a la luz de las informaciones de que hoy disponemos, un balance preciso y documentado del coste humano del comunismo. Este balance se cifra en cien millones de muertos, o sea, cuatro veces más que el número de muertos que esos mismos autores atribuyen al nacionalsocialismo. En rigor, tales cifras no constituyen una revelación. Numerosos autores, desde Boris Souvarin hasta Robert Conquest y Soljenitsin, se habían interesado ya en el sistema concentracionario soviético (Gulag); en las hambrunas deliberadamente mantenidas —si no provocadas— por el Kremlin en Ucrania, que en 1921-22 y 1932-33 causaron cinco y seis millones de muertos respectivamente; en las deportaciones de que fueron víctimas siete millones de personas en la URSS (kulaks, alemanes del Volga, chechenos, inguches y otros pueblos del Cáucaso) entre 1930 y 1953; en los millones de muertos provocados por la «revolución cultural» china, etc. Respecto a esos trabajos anteriores, el balance que propone El libro negro parece incluso calculado a la baja: no han faltado estimaciones mucho más altas. Mientras que S. Courtois evalúa en 20 millones el número de víctimas en la URSS, Z. Brzezinski (The Gran Failure. The Birth and Death of Communism in the 20th Century, Scribners, Nueva York, 1989) se arriesgaba diez años antes a dar una estimación de 50 millones de muertos. R. J. Hummel, de la Universidad de Hawai, estima que el régimen soviético mató 61,9 millones entre 1917 y 1987 (Letal Politics. Genocid and Mass Morder since 1917, Transaction Pulbl., New Brunswick, 1996). R. Conquest, cuyos trabajos (La grande terreur, Stock, 1970, 2.ª ed. revolución; La grande terreur. Sanglantes moissons. Robert Laffont, 1995) han afirmado durante mucho tiempo su autoridad, llega a un total de 450 millones de víctimas, sin contar los muertos de la Segunda Guerra Mundial. D. Volkgonov (Le vrai Lénine, d’après les archives secrètes soviétiques, Robert Laffont, 1995) ha hablado de 35 millones de muertos entre 1917 y 1953; J. Julliard, de «40 millones de muertos en la URSS» («Les pleureuses du communisme», en Le Nouvel Observateur, 19 de septiembre de 1991, pág. 58); D. Panine, de «60 millones de víctimas». A. Soljenitsin, en el segundo volumen del Archipiélago del Gulag también daba la cifra de 88 millones de víctimas. Algunos investigadores basan sus cálculos en una evaluación del «lucro cesante» demográfico de la población rusa. En 1917, la URSS contaba con 143,5 millones de habitantes. Las anexiones de 1940 sumaron 20,1 millones más; o sea, un total de 163,6 millones. De 1917 a 1940, y luego de 1940 a 1959, el incremento natural de hubiera debido de llevar el volumen a 319 millones de individuos. Ahora bien, en 1959 sólo había en la URSS 208,8 millones de habitantes, lo cual significa un «déficit» de 110,2 millones. Si de esta última cifra se deduce el número de las víctimas de la guerra (44 millones), el resto, es decir, 66,2 millones de hombres, mujeres y niños, representaría el coste humano del sistema soviético (cf. el artículo del demógrafo Kurganov publicado el 14 de abril de 1964 en el periódico Novie Russkoié Slova, traducción francesa en Est & Ouest, 16 de mayo de 1977). En el otro extremo, J. Arch Getty todavía sostenía hace quince años que el número de las personas ejecutadas en la época estaliniana nunca superó «algunos miles» (Origins of the Great Purges, Cambridge, 1985, pág. 8). Cf. también J. Pág. Dujardin, «Couût du communisme: 150 millones de muertos», en Le Fígaro-Magazine, 18 de noviembre 1978, págs. 50-51 y 150; R. W. Thurston, Life and Terror in Stalin’s Russia, 1934-1941, Yale University Press, New Haven, 1998. El número de los internados del Gulag ha sido probablemente sobrevaluado. M. Collinet, en su Tragédie du marxisme, avanzaba en 1948 la cifra de 20 millones de detenidos al final de la guerra. J. Rossi (Le Manuel du Goulag, Cherche-Midi, 1997) habla de 17 a 20 millones de prisioneros para el período 1940-50. Basándose en los archivos oficiales, N. Perth («Goulag: les vraies chiffres», en L’Histoire, septiembre de 1993) ha mostrado que la población total del Gulag al final de la época estaliniana era de unos 2,5 millones de personas. Se tiene que añadir, sin embargo, el número de los deportados en «colonias especiales»: más de 2,7 millones de personas a 1.º de enero de 1953.
Posted on: Wed, 23 Oct 2013 00:55:23 +0000

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