La verdadera historia de Sissí, emperatriz de Austria Isabel - TopicsExpress



          

La verdadera historia de Sissí, emperatriz de Austria Isabel de Baviera nacida en 1837 y fallecida en 1898 es, más conocida como Sissi, Fue emperatriz de Austria (1854-1898) y reina consorte de Hungría (1867-1898), entre otros muchos títulos inherentes a la Casa de Habsburgo-Lorena. Perteneció a la Casa de Wittelsbach y nació con la dignidad de duquesa en Baviera y tratamiento de Alteza Real. Sissi nació en la ciudad de Múnich, Baviera. Su padre, Maximiliano de Baviera, duque en Baviera, procedía de una rama menor de la Casa de Wittelsbach, la de Condes Palatinos de Zweibrücken-Birkenfeld-Gelnhausen. Su madre, Ludovica de Baviera, era sin embargo hija del rey Maximiliano I de Baviera y, por tanto, Princesa Real de Baviera. Educada, como sus hermanos, lejos de la Corte de Baviera, pasó la mayor parte de su infancia a caballo entre su ciudad natal y los salvajes parajes que rodeaban al Castillo de Possenhofen, una construcción a orillas del Lago Starnberg que su padre había adquirido para ser utilizada como residencia de verano y que pronto se convirtió en la residencia preferida por la familia ducal. Con 16 años, Isabel acompañó a su madre y a su hermana mayor, Elena de Baviera, a la que familiarmente apodaban Nené, en un viaje a la residencia de verano de la Familia Real de Austria, situada en Bad Ischl, donde esperaba la archiduquesa Sofía de Baviera, hermana de Ludovica, junto a su hijo, el emperador de Austria, Francisco José I. Tal encuentro estaba preparado para que el Emperador se fijase en Elena y la tomase como prometida. Sin embargo, Francisco José, de 23 años, se sintió inmediatamente atraído por Sissi, trastocando los planes que madre y tía tenían para ellos. El 24 de abril de 1854 en la Iglesia de los Agustinos de Viena, Sissi contrajo matrimonio con su primo, el Emperador de Austria, convirtiéndose así en emperatriz. Sissi tenía 17 años y Francisco Jose 24. Su temperamento independiente, ajeno a las normas sociales, hizo temblar a la timorata Viena y palidecer a la propia reina Victoria, a Isabel II y el rey de Grecia. La vieja Europa no estaba preparada para entender a una mujer como Sissí. Sissi tuvo desde el principio serias dificultades para adaptarse a la estricta etiqueta que se practicaba en la corte imperial de Viena. Aun así, le dio al Emperador cuatro hijos: • Sofía Federica de Habsburgo-Lorena, archiduquesa de Austria (1855-1857) fallecida a los dos años de edad aquejada de tifus. • Gisela de Habsburgo-Lorena, archiduquesa de Austria (1856-1932). • Rodolfo de Habsburgo-Lorena, el esperado Príncipe Heredero de la Corona (1858-1889). Se suicidó en Mayerling tras rebelarse contra su padre. • María Valeria de Habsburgo-Lorena, archiduquesa de Austria (1868-1924). En una visita a Hungría en 1857, Sissi se empeñó en llevar consigo a sus hijas Sofía y Gisela, a pesar de la rotunda negativa de su suegra, la archiduquesa Sofía. Durante el viaje, las niñas enfermaron gravemente, padeciendo altas fiebres y severos ataques de diarrea. Mientras que la pequeña Gisela se recupero rápidamente, su hermana no tuvo la misma suerte y pereció, seguramente deshidratada. Su muerte, sumió a Sissi en una profunda depresión que marcaría su carácter para el resto de su vida. Tras el nacimiento del príncipe Rodolfo, la relación entre Sissi Isabel y Francisco José comenzó a enfriarse. De la frialdad se paso a la bronca diaria. El emperador y la emperatriz se gritaban en tono muy alto y las peleas llegaban a escucharse por todo el palacio. No eran de esas parejas que se enfadan hacia dentro que refunfuñan y se contienen en las expresiones verbales. Ellos se gritaban abiertamente. Dotada de una gran belleza física, Sissi se caracterizó por ser una persona rebelde, culta y demasiado avanzada para su tiempo.Fumaba cigarrillos, algo insólito para la época. Adoraba la equitación, llegando a participar en muchos torneos. Practicó la natación, la esgrima, el senderismo y a los sesenta años, poco antes de morir, aprendió a montar en bicicleta. Sentía un gran aprecio por los animales; amaba a sus perros, costumbre heredada de su madre, hasta el punto de pasear con ellos por los salones de palacio. Hablaba varios idiomas: alemán, inglés, francés y húngaro, propiciado por su interés e identificación con la causa húngara, y griego, este último aprendido con ahínco para poder disfrutar de las obras clásicas en su idioma original. Sissi cuidaba su figura de una forma maniática, llegando a hacerse instalar unas anillas en todas las habitaciones en las que vivía cuando estaba de viaje para poder practicar deporte sin ser vista. Su alimentación era muy estricta, pues se alimentaba sólo a base de verduras, pescado hervido y frutas. Paseaba a diario durante ocho horas, llegando a extenuar a las damas de su séquito. Medía 1,72 cm, nunca sobrepasó los 50 kg y mantuvo 40 cm. de cintura. Tenía un pelo larguísimo que le ocasionó dolores de cabeza y de espalda. Además, adoraba viajar, nunca permaneciendo en el mismo lugar durante más de dos semanas. Disfrutó de la literatura, en especial de las obras de William Shakespeare, y de su predilecto, Heinrich Heine. Le gustaba también la música en especial Wagner. Detestaba el ridículo protocolo de la corte imperial de Viena, de la que procuró permanecer alejada durante el mayor tiempo posible y hacia la que desarrolló una auténtica fobia que le provocaba trastornos psicosomáticos como cefaleas, náuseas y depresión nerviosa. La emperatriz se mantuvo, siempre que pudo, alejada de la vida pública. Fue una emperatriz ausente de su imperio. En 1889, la vida de la Emperatriz cambiaría radicalmente a causa del suicidio de su único hijo. El príncipe Rodolfo, de 30 años, que padecía de ciertos trastornos psicológicos causados en parte por la estricta educación militar a la que fue sometido en su infancia, convenció a su amante, la joven baronesa de 17 años María Vetsera, para que se quitase la vida junto a él. Tras la muerte de su hijo, la emperatriz abandonó Viena y adoptó el negro como único color para su vestimenta La relación entre el emperador y Sissi nunca fue buena. No compartían ninguna afición y pasaban muy poco tiempo juntos. En buena parte la culpa era del emperador, que no le acompañaba en ninguna de sus salidas y estaba siempre trabajando. Sissí se ocupo incluso de buscarle una amante a su marido, la actriz Catherine Schratt “señorita el emperador está muy interesado en usted. Vive solo, muy solo, pues yo soy una esposa incomoda siempre ausente. Su juventud, su alegría y su afecto serán preciosos para él. Si usted quiere nosotras seremos dos buenas amigas pero usted se ocupará del emperador” A Sissí se le juntan en muy poco tiempo cuatro desgracias: 1). Su primo el Rey Luis II de Baviera, con el que tenía gran amistad y afinidad, se suicida. 2) Su cuñado Maximiliano emperador de Mexico es derrocado y fusilado en Mexico. 3) Su hijo Rodolfo se suicida. 4) Su hermana muere quemada viva en Paris. A la alegre y juvenil Sissí se le borra la sonrisa. La última etapa en la vida de la emperatriz estuvo marcada más que nunca por los viajes. Compró un barco de vapor al que llamó Miramar, y en él recorrió el mar Mediterráneo, siendo uno de sus lugares favoritos Cap Martin, en la Rivera Francesa, donde el turismo se había hecho constante a partir de la segunda mitad del siglo XIX. También pasaría algunas temporadas de verano en el lago de Ginebra en Suiza, Bad Ischl, en Austria, y en Corfú, donde construyó su palacio, el Achilleion, en honor de Aquiles, uno de sus héroes griegos preferidos. Además, visitó otros países como Portugal, Marruecos, Argelia, Malta y Grecia, Turquía, Egipto, también visitó ciudades españolas como Palma de Mallorca, Alicante y Elche, donde bautizó una palmera de siete brazos. Fue una emperatriz ausente de su imperio, aunque no por ello menos pendiente de los asuntos de Estado. Es cierto que intuyó el cambio político y supo ver qué había detrás de los nacionalismos. Así cuando viajaron a Venecia en 1856, cuando fueron tan fríamente recibidos, o cuando defendió la causa húngara a raíz de su amistad con Andrássy. Es más, aprendió húngaro, tuvo dos damas y amigas húngaras, Ida Ferenczy y María Festetics. Gracias a ella, sin duda, en 1876 se firmó el Tratado de Reconciliación por el que se concedía la soberanía parcial a Hungría y Sissi y su esposo fueron coronados reyes. La emperatriz vivió muy a gusto en el Palacio húngaro de Gödöllö y una de sus grandes aportaciones políticas fue conseguir el reconocimiento húngaro en el Imperio. El 10 de septiembre de 1898, mientras paseaba por el lago Lemán de Ginebra con una de sus damas de compañía, fue atacada por un anarquista italiano, Luigi Lucheni, que fingió tropezarse con ellas, aprovechando el desconcierto para deslizar un fino estilete en el corazón de la emperatriz que falleció. El cuerpo de la emperatriz fue trasladado a Viena entre el gran cortejo fúnebre que el protocolo dictaba, siendo sepultada en la Cripta Imperial o Kaisergruft, en la iglesia de los Capuchinos. Su imagen es actualmente un icono turístico de Austria. En el palacio Hofburg de Viena, que ella tanto detestaba, hay actualmente un museo en su honor. Uno de los más famosos valses de Johann Strauss, que lleva el nombre de Myrthen, fue estrenado en un cumpleaños de la Sissí y esta dedicado a Sissí. Ha pasado al cine a través de tres películas austro-alemanas de los años 50: Sissí, Sissí Emperatriz y El destino de Sissí, todas ellas protagonizadas por la bella actriz vienesa Romy Schneider. Estas películas ofrecen una imagen edulcorada y falsa de Sissí.
Posted on: Tue, 22 Oct 2013 21:11:46 +0000

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