Lectio Divina. Domingo 27º. Tiempo Ordinario Tiempo Ordinario - TopicsExpress



          

Lectio Divina. Domingo 27º. Tiempo Ordinario Tiempo Ordinario Ciclo C. Año impar. Oración con el Evangelio. Autor: P. Martín Irure | Fuente: Catholic.net El licenciado Orlando Carmona, ministro de la Palabra, ha elaborado y diseñado una hoja dominical Dios nos habla hoy con la LECTIO DIVINA dominical para el 27º. Domingo Tiempo Ordinario ciclo "C", año impar, de una manera muy sencilla y clara, para imprimirla y poder repartirla a nuestras comunidades. Lucas 17, 5-10 1. INVOCA Trata de recogerte en tu interior. El Señor te va a dirigir su Palabra, su mensaje. Deja a un lado tus preocupaciones. Ofrécelas al Señor. Y esto será un buen comienzo para escuchar la Palabra. Sé consciente de que el Espíritu está siempre dispuesto a abrir tu corazón al mensaje. Ábrete sinceramente a él. No pongas inconvenientes a la acción del Espíritu. Recitamos: Con entrega, Señor, a ti venimos Con entrega, Señor, a Ti venimos, escuchar tu Palabra deseamos; que el Espíritu ponga en nuestros labios la alabanza al Padre de los cielos. Se convierta en nosotros la Palabra en la luz que a los hombres ilumina, en la fuente que salta hasta la vida, en el Pan que repara nuestras fuerzas; en el himno de amor y de alabanza que se canta en el cielo eternamente, y en la carne de Cristo se hizo canto de la tierra y del cielo juntamente. Gloria a Ti, Padre nuestro, y a tu Hijo, el Señor Jesucristo, nuestro hermano, y al Espíritu Santo, que, en nosotros, glorifica tu nombre por los siglos. Amén. 2. LEE LA PALABRA DE DIOS (Lc 17, 5-10) (Qué dice la Palabra de Dios) Contexto El capítulo 17 de Lucas (del que leemos un trozo en este domingo) propone una serie de dichos de Jesús. El primero (17, 1-2) habla de la responsabilidad que carga el que produce escándalo. El segundo dicho (17, 3-4) es sobre el perdón completo que los discípulos de Jesús tienen que estar dispuestos a dar. Los discípulos se dan cuenta de que hay que tener mucha fe para vivir en consonancia con la enseñanza y testimonio de Jesús. Perciben su limitación para anunciar y vivir esta enseñanza. Por eso, la exclamación: Auméntanos la fe (17, 5). Texto 1. Basta un poquito de fe En el versículo 5 Se produce un cambio sustantivo. Lucas comienza a llamar apóstoles a los discípulos. En el versículo 1 los llama discípulos. Apóstoles: es la referencia clara a la misión. En el capítulo 9, 1-6, Lucas relata el envío a la misión de los Doce. Pero, todavía no los llama apóstoles. Ahora reciben la tarea de ir a anunciar el Evangelio. Ya son considerados por Jesús como apóstoles. Y se dan cuenta de sus limitaciones. Por eso, les nace del corazón la súplica: ¡Auméntanos la fe! Habrá que descubrir, en la actitud de los apóstoles, rasgos de la conducta de los fariseos, demasiado confiados en su doctrina, virtudes y santidad. Jesús insiste en el valor de la fe. Frente a la magnitud de la misión, que los apóstoles experimentan, Jesús pone el contraste del grano de mostaza, pequeñísimo, casi invisible e insignificante. Jesús resalta la fe-confianza en el Señor. El fruto de la misión no depende de la ciencia y de los medios técnicos del apóstol. No radica en los medios humanos, como pensaban los fariseos. 2. No creernos capaces ni indispensables La segunda parte de este texto (7-10) nos orienta en el mismo sentido. El criado debe cumplir con fidelidad su tarea. El señor no tiene obligaciones especiales con él. (¡Ojo! Jesús no hace aquí un discurso social, de relación amo-criado; sólo toma una comparación de la vida social de su tiempo). Jesús quiere resaltar la actitud del discípulo-apóstol: profunda humildad, desprendimiento de uno mismo, no confiar tanto en sus propios valores, no tener pretensiones, no poner por delante sus cualidades o preparación técnica o espiritual. Jesús quiere que no nos creamos importantes e imprescindibles. Porque en el Reino de Dios, en la evangelización, sobran los fariseos. Hace falta gente humilde y confiada, sentir su propia limitación y, al mismo tiempo, esperarlo todo del Señor. Declararnos: Somos siervos inútiles; hicimos lo que teníamos que hacer (v. 10). Recordamos también el salmo 126(127) 1: Si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles. El apóstol que confía al Señor su trabajo pastoral será bienaventurado, porque todo lo ha puesto en sus manos, al mismo tiempo que pone todo lo posible de su parte. Somos siervos inútiles. Esta frase no es para despreciar lo nuestro ni para crearnos complejos de inferioridad. Se quiere afirmar con fuerza que la fe-confianza es, ante todo, un don, un regalo de Dios y que ese don se lo debemos a él. Nuestra vida es un regalo permanente del amor de Dios. En consecuencia, y resaltando la paradoja, los siervos verdaderamente útiles son los que se declaran y se sienten inútiles, y ponen toda su fortaleza en el Señor. 3. MEDITA (Qué me dice la Palabra de Dios) ¿Cómo ando de autosuficiencia o soberbia porque me creo capaz, santo, competente? ¿En quién confío? ¿En mis fuerzas? Por otro lado, ¿me siento acomplejado ante la tarea de evangelización que me pide el Señor? Tal vez sea, porque pongo en primer lugar mi falta de preparación o mi numerosas limitaciones. ¿Dónde está la confianza en el Señor? Cuando me siento débil, entonces es cuando soy fuerte (cfr. 2Cor 12, 10). 4. ORA (Qué le respondo al Señor) Le pido al Señor que, con su gracia, pueda entender este misterio de fe en mi vida: reconocer mi limitación es camino para abrirme a la gran fortaleza del Señor. Le pido al Señor que mi fe crezca cada vez más como confianza y abandono en él. Como el niño confiado que no plantea preguntas. Seguro de que nuestro Padre me guía y actúa y habla por mi conducta y mis palabras. Preséntale al Padre tu disponibilidad para la misión: Aquí vengo (estoy), oh Dios, para hacer tu voluntad (cfr. Heb 10, 7). 5. CONTEMPLA A Jesús que se entrega plenamente al Padre en los momentos más duros de su vida: Padre, si quieres, aleja de mí este cáliz de amargura; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya (cfr. Lc 22, 42). Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu (cfr. Lc 23, 46). A ti mismo, para ver si comienzas a ser verdadero discípulo-apóstol de Jesús. 6. ACTÚA En tu vida, al fondo de tu conciencia, hay que realizar esta transformación: confiar en todo momento y situación en el amor que Dios te tiene y en el abandono y entrega en los que tú mismo debes encuadrar tu existencia. Repetiré con frecuencia la oración de Jesús: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Recitamos el himno litúrgico: Señor, tú que llamaste Señor, Tú que llamaste del fondo del no ser todos los seres, prodigios del cincel de tu Palabra, imágenes de ti resplandecientes; Señor, Tú que creaste la bella nave azul en que navegan los hijos de los hombres, entre espacios repletos de misterio y luz de estrellas; Señor, Tú que nos diste la inmensa dignidad de ser tus hijos, no dejes que el pecado y que la muerte destruyan en el hombre el ser divino. Señor, Tú que salvaste al hombre de caer en el vacío, recréanos de nuevo en tu Palabra y llámanos de nuevo al paraíso. ¡Oh Padre!, Tú que enviaste al mundo de los hombres a tu Hijo, no dejes que se apague en nuestras almas la luz esplendorosa de tu Espíritu. Amén.
Posted on: Sun, 06 Oct 2013 04:17:07 +0000

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