Los Libros Parlanchines Era medianoche, oscuridad total. En la - TopicsExpress



          

Los Libros Parlanchines Era medianoche, oscuridad total. En la biblioteca pública los libros empezaron a cobrar vida, se empezaron a mover y cada uno de los miles y miles de volúmenes empezaron a hablar, era un barullo tal que parecía que nadie se escuchaba pero la verdad era que sí. ¿Qué platicaban? De las aventuras que tuvieron durante el día; los más tristes eran aquellos que no fueron solicitados y algunos tenían años de ni siquiera ser hojeados; algunos otros, por lo menos una vez a la semana, el de la limpieza los agitaba para quitarles el polvo. Se encontraban compartiendo la noche Los tres mosqueteros, de Alejandro Dumas, y los Diálogos, de Platón. El de Dumas anotaba: —Tuve un día interesante: dos veces fui requerido, en ambos casos se trataba de jovencitos que me transmitían a través de sus dedos las emociones que les causaba cada una de mis páginas; bueno, uno de ellos se pasó pues hasta me subrayó y anotó frases que le impactaron. —En cambio —agregó el de Platón—, yo tenía meses que no me hacían caso; un joven también me solicitó, creo que bostezó cien veces durante la hora que me dedicó, tomaba notas que no creo fueran realmente de su interés sino que realizaba alguna tarea aburrida que le habían encomendado en su colegio. Tú eres un libro de aventuras, en cambio yo soy de filosofía, eso no significa que yo sea más valioso, pero me entristece pensar que los humanos cada día se alejan más de las fuentes de sabiduría. El de Dumas le arrebató la palabra: —Piensa que todos los libros representamos al esfuerzo, talento y experiencia de quien nos escribió; por supuesto, cada uno tiene su propio valor dentro de su género y todos suman a la cultura de la humanidad. Nosotros estamos en un lugar privilegiado pues acuden a nosotros muchos lectores que no tienen la suficiente plata para adquirirnos, lo que es triste y regocijante a la vez es ser tomados por obligación y otras veces es maravilloso ser poseído por placer. Amanecía ya, era necesario que cada volumen volviera a su estante correspondiente. El volumen de Platón se despidió de su amigo diciéndole: —Ojalá los seres humanos comprendieran que nosotros somos la auténtica herencia de la humanidad. A través de nosotros se transmite la sabiduría, ingenio, creatividad y experiencia de quienes se atrevieron a poner en tinta sus existencias y, gracias al genio de Gutenberg, podemos multiplicarnos de forma infinita y llegar a cualquier parte del mundo, pues ahora ya en el tercer milenio y a través de Internet hemos destruido las distancias porque —agregó orgulloso— ahora nos están modernizando. Amaneció finalmente y reinó nuevamente el orden y el silencio.
Posted on: Tue, 03 Sep 2013 02:01:41 +0000

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