No soy un santo. Al menos que para ti un santo sea un pecador que - TopicsExpress



          

No soy un santo. Al menos que para ti un santo sea un pecador que simplemente sigue esforzándose. Maquiavelo partía de la concepción clásica revelada en la sentencia homo hominis lupus, que destacaba la maldad natural, ínclita e implícita del ser humano. En este sentido, hay una frontal contraposición de visiones acerca de la naturaleza huma- na entre Juan Jacobo Rousseau y Maquiavelo, toda vez que Rousseau hablaba del “buen salvaje”, y tenía una mayor confianza en que las virtudes humanas podrían florecer y fructificar a través de la celebración y cumplimiento de un “buen Con- trato Social”. La selección de los secretarios y colaboradores del Príncipe es un proceso que debe reunir las características de un método cuidadoso e “infalible”. ¿Puede lograrse esto? Según Maquiavelo, sí es posible. De hecho, señala este autor, la primera impresión que la gente se forja de un Príncipe, está relacionada con la capacidad y fidelidad de los integrantes de su equipo de colaboradores. Así, será tenido por sabio el Príncipe cuyo equipo está integrado por miembros leales, competentes, respetados y fieles. Por lo contrario, si el primer error del Príncipe consiste en la elección de sus colaboradores, el Príncipe será criticado acremente por este grave error. Sobre todo, considerando que según Maquiavelo, hay tres clases de cerebros: el que discierne, el que entiende el discernimiento ajeno, y el que falla en ambos. Pues hay tres clases de cerebros: el primero discierne por sí; el segundo entiende lo que los otros disciernen, y el tercero no discierne ni entiende lo que los otros disciernen. El primero es excelente, el segundo bueno y el tercero inútil”. Estas tres características, entrelazadas, son trascendentes para perfilar un buen destino para el Príncipe, cuidándose de confundir virtudes que devienen en vicios, y procurando cultivar aquello que, pareciendo vicio, finalmente repercute favorablemente en la felicidad y bienestar de sus gobernados. Maquiavelo recomienda ampliamente al Príncipe una actitud marcial, comprometida y vital, y la permanente práctica del arte de la guerra, evitando la inactividad y la pereza, ejercitándose tanto intelectual como físicamente en los momentos propicios y en los momentos adversos. Lo anterior, para que en el caso de los tiempos azarosos, exista la posibilidad de dar la mejor respuesta a los retos de la fortuna. Maquiavelo aconseja al Príncipe prudente tres posibles actitudes. La primera, que el gobernante explique y haga entender a los gobernados que la verdad es su mejor argumento, y que la verdad no lastima a nadie. Segundo, que no solo no se insulta a nadie sino que tampoco se falta al respeto cuando se elige el camino de decir la verdad. Tercero, un gobernante sensato debería elegir a los hombres más razonables, y otorgarles a estos hombres juiciosos el derecho y la libertad de opinar con verdad, exclusivamente, sobre los temas que el Príncipe elija. El Príncipe, a su vez, debe investigar, interrogar, escuchar y reflexionar atenta y pacientemente sobre sus opi- niones, procediendo finalmente a resolver los problemas de acuerdo con su exclusivo y mejor albedrío, juicio y conciencia. Esto es, los “hombres de buen juicio”62 tienen la libertad de opinar en las materias en las que sean interrogados por el Príncipe, pero corresponde exclusivamente a este último resolver o no los conflictos planteados.
Posted on: Thu, 21 Nov 2013 07:05:34 +0000

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