PREMIOS Hoy Alejandro Dolina fue premiado con la Mención DF - TopicsExpress



          

PREMIOS Hoy Alejandro Dolina fue premiado con la Mención DF Sarmiento del Senado de la Nación. Al recibir dicha distinción de manos del Senador Daniel Filmus, el Negro pronunció las siguientes palabras: Imaginemos por puro gusto, un certamen, un concurso, una premiación con consignas y reglas desconocidas. Por ejemplo, no se sabe cuál es el premio. Tampoco se conocen los méritos que hay que acreditar para ganarlo. No hay ceremonia de entrega y a decir verdad nadie se entera de quién ha ganado. Acaso ni siquiera el ganador sabe de su triunfo. Así procede el destino para entregar sus premios. El Sr. Darwin podría decir que en verdad la naturaleza tiene un sistema de recompensas que se otorgan siempre al más apto. Ahora bien, los esfuerzos de la organización humana se dirigen a controlar a la naturaleza e imponerle un sistema de premios con contenidos éticos y altruistas. Aquí entre nosotros, la naturaleza no es siempre justa. Desde luego eso implica una visión política que contraviene a cierto darwinismo social conforme al cual hay que dejar que los vientos soplen y que los mercados elijan a los suyos. El Senado Nacional evidentemente no confía en los mercados y ha resuelto forzar los acontecimientos. Ante la escasa probabilidad de que un cuadro de este tamaño caiga del cielo sobre el domicilio de los destinatarios más apropiados, el honorable cuerpo intervino con toda malicia y acomodó las causas y los efectos para que esta distinción cayera en mis manos. Sectores disidentes de la última fila me acercan el siguiente despacho: tal vez hay dos maneras de premiar. La primera consiste en corregir a la naturaleza o a los mercados despojándolos de su impiadosa frialdad. La segunda consiste en enfatizar al destino premiando a los que ya han sido premiados, convirtiendo la pertenencia a un sector hegemónico en una virtud moral, otorgando medallas a los dominadores. Colados que recién se incorporan a la reunión inmovilizan el debate con una objeción clásica: si se premia a quienes contribuyen a que mejor se cumplan los fines del universo es imprescindible conocer tales fines. Probablemente esto fue discutido en el Senado. Cuesta creer que un foro de semejante talla no haya determinado por mayoría de sus dos terceras partes cuáles son los fines del universo. Aquí los científicos declaran que estos propósitos del cosmos son claros e imposibles de modificar por muchos premios que le den a los pianistas. La naturaleza aspira a la destrucción de gradientes y al equilibrio final que es la muerte. Los poetas que milagrosamente han sido invitados gritan que la vida es justamente lo contrario: arder despacio y oponerse al desorden. Todo esto ha sido examinado en la oficina del Senador Filmus donde se deploraron las costumbres de otras épocas en que los premios, las recompensas y las condecoraciones eran consideradas gestos magnánimos y casuales de la autoridad que no necesitaban justificación política, moral y filosófica. Tampoco existía una etiqueta, una pompa y una forma consagrada para su entrega y aceptación. Afortunadamente a partir de una administración pública más compleja y abarcadora fueron apareciendo regularidades, protocolos y códigos que según ya he manifestado en otras oportunidades vinieron a desembocar en un nuevo género artístico: el agradecimiento de premios. En la China era costumbre al recibir cualquier clase de honra que el beneficiario preparara una declaración de gratitud. Con el tiempo estas piezas oratorias fueron creciendo en complejidad y en exigencia. Al principio casi todos los discursos consistían en protestas de humildad. Luego se comprendió que declararse indigno de un don de la Administración era, en cierto modo, dudar de su justicia. Se hizo necesario, en consecuencia, mantener un delicado equilibrio. Algunos poetas pensaron que las palabras de agradecimiento debían mostrar inequívocamente el talento que se había distinguido. Escribieron, entonces mejores versos para agradecer que para merecer. Muchos sabios consideraron que el trabajo previo a la distinción, es decir, los libros escritos, los años dedicados a la enseñanza, la función pública, las obras hidráulicas, la construcción de jardines o la invención de adivinanzas no eran sino un paso anterior, una mera preparación - indispensable, eso si- de su verdadera destreza artística que no era otra que la de agradecer premios. Por fin algunos artistas se decidieron a prescindir de la primera y enojosa etapa para encarar directamente el agradecimiento de medallas, aún de aquellas que nadie había pensado en otorgarles. En la actualidad las palabras de aceptación de cualquier reconocimiento son un mero pretexto para comunicar al mundo una cosmovisión personal. Los locutores que ganan el Martín Fierro no se limitan a agradecer a sus compañeros o a la entidad que reparte las distinciones sino que aprovechan para establecer su apoyo a las doctrinas heliocéntricas, las prácticas vegetarianas o al teorema de Godel. Hechas estas consideraciones, quiero informar confidencialmente que hay en el seno del gobierno algunos funcionarios que se oponen a la entrega de todo premio. Consideran estas personas que la igualdad es un valor que debe ser preservado en todo momento y que cualquier privilegio otorgado bajo la forma de una gracia genera en la población un justificado resentimiento. - Todos merecemos el premio Sarmiento. El Senador Filmus respondió que un premio tiene sentido no tanto por la persona que lo recibe sino por las multitudes que no son premiadas. Tal es la idea fundadora de la Lotería Nacional. Si todos los billetes fueran premiados no tendría mucha gracia sacarse la grande. Sin embargo, aclaró que el Gobierno Nacional junto con casi todas las instituciones públicas y privadas del país se han propuesto trabajar en conjunto para aumentar la cantidad de premios hasta que ningún argentino, por mamerto que sea, se quede sin su medallita. Antes del final y a riesgo de parecer desagradecido me atrevo a sostener que un verdadero premio es el que mejora la vida del premiado. En un país donde los castigos son concretos tal vez ha llegado el momento de que las recompensas también lo sean. Paraísos abstractos e infiernos concretos no parece demasiado justo. Cuando era chico las autoridades de mi colegio solían organizar al fin de cada año lectivo una fiesta con música, empanadas, guirnaldas, profesores súbitamente permisivos, etc. Yo no entendía aquel festejo porque estaba seguro que la verdadera fiesta era el día a día de las clases, el milagro de la juventud y el aprendizaje. Hoy les digo que mi premio es lo que hago cada día, con mis compañeros, con mis amigos, con mi familia, con el público que ha venido hoy a acompañarme. Estamos juntos esta tarde y el Senado de la Nación nos ha dado la posibilidad de sentir por un rato que nos queremos. Ese es el premio que en este momento termino de agradecer.
Posted on: Thu, 24 Oct 2013 02:51:47 +0000

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