Palabras de Antonio Requeni sobre Giribaldi "... Algunas noches, - TopicsExpress



          

Palabras de Antonio Requeni sobre Giribaldi "... Algunas noches, poco antes de las 12, sonaba el teléfono del escritorio que compartía con Calvetti y uno u otro oía la voz de Daniel Giribaldi que, parafraseando el verso de Rubén Darío, exclamaba: “¡Torres de Dios, poetas!”. Daniel Giribaldi era periodista de “Crónica” y autor de magníficos sonetos lunfardescos. Cuando nos llamaba a esa hora era para darnos cita, un rato más tarde, en un bar infecto-contagioso de la Avenida de Mayo, junto al restaurante Pedemonte. Más de una vez nos encontramos allí, al terminar nuestros respectivos trabajos. Giribaldi, Calvetti y yo, juntos con otros dos periodistas de “La Prensa”: José Luis Macaggi, autor de un Diccionario Gardeliano, y Hernán Giménez Zapiola. Nos servían sendos vasos de vino y unos platitos con porciones de tortilla o fiambre. Yo, el más virtuoso, tomaba solamente el vaso de vino, o medio, y al rato me despedía para regresar a casa mientras los compañeros seguían “hasta altas copas de la madrugada”.En su vida exterior, Giribaldi jugaba a parecerse a lo que en porteño llamamos un “reo”. Tal vez lo fuera de verdad. Recuerdo una medianoche de invierno en que la niebla invadía una Avenida de Mayo despoblada y fría, casi fantasmal. Caminábamos con nuestro amigo en dirección al bar cuando una prostituta, desde la vereda de enfrente, lo saludó con el brazo levantado: “¡Chau Giribaldi!”Giribaldi murió en 1985, a los 54 años, y como correspondía en él, de una cirrosis hepática. Como poeta, encontró en el lunfardo la mejor manera de expresar su talento. Un lunfardo a ratos metafísico, con el que acertó a transmitir no sólo una visión entre crítica y humorística de la idiosincrasia y las costumbres del hombre de Buenos Aires, sino sus propias preocupaciones existenciales y hasta sus inquietudes religiosas. Hombre de extensa cultura, gran lector de Quevedo y traductor de Baudelaire (él lo llamaba Carlitos Baudelaire), vivió para la noche, las copas y los amigos, y para servir a la poesía, esa diosa cuyo resplandor, según Calvetti, también alumbra la noche de los bodegones. Y como servidor que era, se consideró, humildemente, menos poeta y periodista que artesano de la palabra. Con el soneto titulado, precisamente, “El Artesano”, de “Bien debute y a la gurda”, libro que tuve el privilegio de presentar una noche en “El Viejo Almacén”, quiero poner término a esta charla un tanto deshilvanada sobre poetas y periodistas. El soneto de Giribaldi comienza con un juego paródico en el que imita los versos iniciales de una famosa composición de Darío: “Yo soy aquel que ayer nomás decía/ el verso azul y la canción profana...”. Giribaldi escribió: “Yo soy aquel que ayer nomás batía/ el verso mugre y la canción ranera./ El que casi amasija a una mechera/ que el mate cebó con agua fría.// El que quilombizó la taquería/ la vez que cayó en cana en la tercera,/ cuando escribió en una pared fulera:/¡Quevedo volverá! La Poesía...// El trompa y el peonacho de la rima,/ el que apiló palabras a destajo,/ el que en la viola fue bordona y prima.// Y al fin de su jornada de trabajo/ siente que el mundo se le viene encima/ y canta un mundo que se viene abajo”
Posted on: Wed, 14 Aug 2013 14:10:32 +0000

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