Para ser conscientes Un misionero acudió al peluquero del pueblo. El peluquero presumía de no ser creyente. El peluquero dijo al misionero: no puedo creer en el Dios del que tú hablas, diciendo que Dios es Amor. Si Dios fuera como tú lo pintas, Él no permitiría que estos vagos que están a la puerta fueran adictos a la droga y otros hábitos destructivos. No, no puedo creer en un Dios que permite esto tanto otros males. El misionero estuvo callado hasta cuando entró en la peluquería un hombre con una vestimenta y una apariencia particularmente descuidadas. El cabello le llegaba hasta el cuello, la cara y las manos estaban tiznadas, la barba sin rasurar y el olor era nauseabundo. El misionero le dijo: “No eres un buen peluquero porque permites que un hombre como éste entre a tu peluquería sin cortarse el pelo, con la cara tiznada, sin una buena rasurada y un vestido limpio.” El peluquero contestó: “¿Por qué me culpas por la condición de este hombre? No pudo evitar que él éste así. Nunca antes había él entrado a mi peluquería. Yo hubiera podido arreglarlo para que se viera como un caballero. Si él me lo hubiera pedido.” El misionero miró fijamente al peluquero y le dijo: entonces no puedes culpar a Dios por permitir que los hombres sigan viviendo en sus malos caminos. El constantemente los está invitando a acercarse a Él para sacarlos de esa condición mediante su palabra, pero al igual que este hombre, no se lo han pedido.
Posted on: Fri, 18 Oct 2013 23:00:16 +0000
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