¿Por qué vuelve Uribe? Uribe vuelve porque se ha sentido - TopicsExpress



          

¿Por qué vuelve Uribe? Uribe vuelve porque se ha sentido desengañado y también por vocación política. El expresidente Uribe apoyó e impulsó al hoy presidente, Juan Manuel Santos. Lo llevó al triunfo gracias al éxito de su gobierno, del que Santos fue partícipe. Nunca un presidente terminó su mandato con un índice de popularidad tan alto como Álvaro Uribe. La gente lo quería, deseaba otro período y, con toda certeza, si hubiera podido presentarse, habría arrasado por tercera vez. Hay que recordar, de igual modo, que el actual mandatario, cuando se presentó como candidato, se comprometió a continuar con sus políticas de seguridad democrática. Pero parte de esas promesas quedó en el camino, enterradas por el manto del olvido. Uribe va a volver a la arena política. Por eso regresa como cabeza de lista al Senado. Sin duda es un animal político y solo dejará de serlo a su muerte. Es la esencia de su naturaleza, su profesión. Su irrupción supone un hecho completamente nuevo en la política nacional. Devolverá al Congreso un poder real de control político. Es indudable que la presencia de Uribe en el Senado planteará algo muy importante para el maltrecho sistema de contrapesos del poder en Colombia: hará que el Legislativo recupere la independencia y, sobre todo, convertirá las Cámaras en un verdadero instrumento para el ejercicio del control al Gobierno. Esta recuperación de contrapeso al Ejecutivo serviría para neutralizar el poder inmenso del sistema presidencialista de nuestro país y obligaría al Gobierno a buscar consensos institucionales a través del Congreso. Con Uribe en la política se fortalecerá la democracia. Por fin en Colombia podremos tener alternativas de poder, que es lo que tienen las democracias sanas. Un sistema de gobierno-oposición que convierta a los opositores en verdaderas alternativas y que permita a los colombianos poder decidir más sobre políticas que sobre liderazgos. Tengo la absoluta certeza de que el expresidente Uribe hará una oposición constructiva. Él siempre ha buscado la solución de los problemas del país con un gran sentido patriótico. Lo conocí cuando fue senador, y siempre, desde su curul, contribuyó a la cristalización de políticas de gobiernos liberales como el de César Gaviria, pero también colaboró con muchos proyectos de gobiernos conservadores. Nunca lo vi con posiciones políticas radicales, al revés, se distinguió por ser un gran estudioso de los temas que afectaban el país y un congresista que buscaba consensos. Tenía mucha claridad conceptual, sabía explicarse bien y argumentar, y eso le permitió ganar fácilmente adeptos en el Legislativo. Y en el segundo supuesto, que en los próximos comicios venciera su candidato, la presencia de Uribe en el Senado será un factor de consolidación de las políticas de seguridad democrática desde el Congreso. Sin duda, la inmensa mayoría de los senadores del partido conservador apoyará a Uribe y su formación independiente de centro democrático. Él es un hombre de carácter, todo el mundo lo sabe. Pero no tengo duda de que siempre ha defendido y promovido los más altos intereses del país. Los logros de sus ocho años de gobierno están en entredicho por una guerrilla que parece resurgir y unas bandas criminales narcotraficantes que se consolidan. Por consiguiente, el tema de la seguridad se ha convertido, de nuevo, en una prioridad para todos los ciudadanos. Por otra parte, con su regreso, Uribe se reencuentra con el pueblo colombiano. Ese contacto directo con la comunidad es algo que los ciudadanos añoraban, estoy convencido. Los colombianos se acostumbraron durante ocho años a un presidente que acudía a los pueblos y a las veredas, cada sábado, para realizar sus famosos consejos comunitarios. Y en esos consejos, Uribe lo mismo interpelaba a un ministro o intercambiaba impresiones con un agricultor. El presidente, por decirlo de alguna manera, se humanizaba, bajaba a la calle, el pueblo lo sentía cercano y próximo, cada semana, en algún rincón recóndito del país. Y ese calor humano lo vemos en tantas manifestaciones de afecto en los pueblos y las veredas que visita el expresidente. Él siempre lo ha hecho por convicción; el diálogo directo con el pueblo es para él un instrumento insustituible de poder. Ese diálogo no es populismo, como creen algunos. Es darle a la gente la oportunidad de tener cerca a quienes toman las decisiones. Y además, permite que el gobernante no pueda ser mediatizado por otros intereses subalternos frente a las necesidades reales de la gente. Cuando Uribe vuelve al ruedo de la política, los colombianos recuperan su interlocutor. No tengo duda alguna de que, al encabezar la lista para el Senado, Uribe va a cambiar el rumbo de las instituciones en el país. Hoy, Colombia vive una crisis de partidos políticos. Ante este enfrentamiento Uribe-Santos, veo que se están planteando dos centros: un centro-derecha, en el que están Álvaro Uribe, parte del partido de ‘la U’, parte del conservatismo, una facción liberal y amplios sectores independientes, y un centro-izquierda, liderado por Juan Manuel Santos. Aquí están básicamente el Partido Liberal; el Partido Cambio Radical, todo el sector de Germán Vargas Lleras; una parte de ‘la U’, y una parte muy reducida del conservatismo. Además, existe una tercera opción de izquierda, formada por el Polo Democrático y sus divisiones. Observando sus movimientos, creo que toda la estrategia de Santos pasa por fortalecer el Partido Liberal y dejar languidecer el partido de ‘la U’ que inspiró Uribe. Tanto ‘la U’ como Cambio Radical tenderán a ser absorbidos por el liberalismo. Aunque formen una coalición, Juan Manuel Santos podría presentar su próxima candidatura con el Partido Liberal, y no con ‘la U’. Y en este escenario veo dos posibilidades: la primera, que Santos se presente a la reelección y que tenga como bandera el resultado positivo de la actual negociación de paz; en segundo lugar, ante un fracaso de esa negociación, es muy probable que Santos saque su carta alternativa: Germán Vargas Lleras. Lo harían aparecer como un hombre fuerte ante el candidato promovido por Uribe en ese nuevo centro en torno al expresidente. Vargas Lleras está totalmente identificado con el proyecto de Santos y, al mantenerlo en el Ministerio de Vivienda, lo preservó de cualquier opinión pública negativa. Lo ha dejado por fuera de cualquier vínculo con el proceso de paz. En esta nueva etapa, voy a apoyar a Uribe. Pero no voy a volver al Congreso, esa ya es una etapa superada para mí. Su reto, y así se lo he dicho, es la renovación de la clase dirigente colombiana. Él debe llevar gente nueva, que dé un nuevo aire y un nuevo respiro a la política. Todo lo que ha pasado en los últimos 30 años en la política nacional reclama una renovación urgente. Hace falta gente muy buena con un pensamiento claro de lo que debe ser un nuevo país: una comunidad fundamentada en el respeto a las leyes y las instituciones, con un ejercicio ético y moral de la política y con una convicción clara de que necesitamos una sociedad más justa y equitativa. Un nuevo país en el que todo el mundo tenga las mismas oportunidades, así se conserven diferencias en la tenencia de propiedades y de los recursos. Pero siempre buscando que la propiedad privada cumpla una función social y el Estado vele por llevar a todos los ciudadanos una vida digna y con posibilidades. La gran democratización del país llegará cuando se garantice una educación plena. Porque así es como se logra el equilibrio social. Quienes integren la lista de Álvaro Uribe deben ser leales con lo que se está proponiendo al país. Y comprometerse con el programa. Así volveremos a tener una coherencia en lo político, porque el gran problema de los partidos es la falta de coherencia. Se han acomodado a los gobiernos, por encima de la defensa de sus programas. Como dije anteriormente, Uribe debe buscar la gente para su nuevo proyecto en la juventud. En el sindicalismo, los empresarios, los profesionales... en todos los sectores hay liderazgos que se pueden rescatar. Lo importante es el compromiso con un país ideal, más allá de la ideología. Para ser consecuente con eso, yo mismo debo hacerme a un costado. Esto no quiere decir que no vaya a acompañarlo y a contribuir en este nuevo proyecto. Él lo sabe. Pero es el momento de que fluya savia nueva en la política. Además, personalmente, no tengo ganas. No dudo de que podría aportar mi conocimiento y mi experiencia, pero creo que el país está reclamando un cambio. Y uno debe saber cuándo se retira, o al menos hacerse a un costado.
Posted on: Wed, 31 Jul 2013 23:09:11 +0000

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