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Por si a alguien le interesa la Edad Media, adjunto algo sobre el movimiento separatista de Paulo, en el siglo VII SEGUNDA PARTE DE MOVIMIENTOS CENTRÍFUGOS EN ESPAÑA II Cesáreo Jarabo Jordán INTENTANDO ENTENDER EL SIGLO VII LA REBELIÓN DE PAULO EL ENTORNO SOCIO-POLÍTICO Y LA DERROTA DE PAULO En estas alturas del siglo VII era mayúsculo desorden del clero; así, el concilio IX de Toledo, entre otras decisiones de importancia, señala que “Habiéndose promulgado muchos cánones para contener la incontinencia de los clérigos, y no habiéndose conseguido de modo alguno, ha parecido, que en adelante no solo se ha de castigar á los que cometen las maldades, sino también, á su descendencia. Y por lo tanto, cualquiera desde el obispo hasta el subdiácono, constituidos en el honor, que en adelante engendraren hijos de comercio detestable ó con mujer sierva ó con Ingenua, serán condenados á sufrir las censuras canónicas; y la prole de semejante profanación, no solo no recibirá jamás la herencia de sus padres, sino que permanecerá siempre sierva de aquella iglesia en que servia su padre de sacerdote ó ministro para ignominia propia.” La insistencia de los concilios, los castigos que se aplicaban a quienes profanaban su estatuto religioso, no bastaban para controlar los desmanes de los clérigos, que en alta proporción vivían amancebados. Se eriza el vello al leer las conclusiones de los concilios toledanos sobre el clero, pero la situación de la nobleza no era mejor. Se estaba gestando el feudalismo, que en España, como consecuencia de la invasión de los bárbaros del sur, tendría poco efecto, pero el signo de los tiempos era 3evidente en este siglo VI; así, “En los primeros años del reinado de Recesvinto se pusieron de manifiesto las debilidades estructurales de este sistema. Los intereses de los grupos nobiliarios privilegiados eran opuestos al aumento económico de los del rey. Añadiéndose dos factores nuevos de desequilibrio: * La gran concentración de poder tras las reformas administrativas en ciertos cargos, como el de dux provinciae. * La persistencia de algunos grupos nobiliarios marginados por Chisdasvinto, pero que aún seguían teniendo fuerza.” Dos elementos que resultan letales para la integridad nacional. “Los antiguos dux provinciae de tiempos de Leovigildo, ahora 6 (Galicia, Bética, Lusitania, Cartaginense, Tarraconense y Narbonense) pasaron a desempeñar todas las funciones atribuidas a los gobernadores provinciales, como jueces supremos y recaudadores de ciertos tributos... Las causas de tal reorganización hay que buscarlas en el estado de inseguridad, por el poder central debilitado y por la avanzada feudalización de las estructuras sociales y políticas del reino visigodo a mediados del siglo VII. Era necesario reestructurar la administración de carácter militar y más simplificada para controlar la nobleza.” Los cargos, que eran de designación real, estaban comenzando a considerarse hereditarios, lo que ocasionaría no pocos inconvenientes a la estructura de la monarquía hispánica. “La primera dignidad de los Palatinos fue siempre entre los Godos la de Dux (Duque), á la que Justiniano da el nombre de spectabilis dignitas: y su principal cargo consistía en dirigir las operaciones militares en las provincias: por lo cual los Germanos elegían los Duques de entre los nobles y de los valerosos, encomendándoles el cuidado de la provincia á que los enviaban de gobernadores.” Observemos que a estas alturas de la Historia, los duques, que eran los gobernadores de un territorio, eran elegidos en la corte para desempeñar una función determinada… por un tiempo determinado o sin determinar, pero la designación era personal e intransferible, no hereditaria. La dación en herencia de estos títulos se produciría al compás de la feudalización. En este estado de cosas, El uno de septiembre del año 672 fallecía Recesvinto dejando una España unida jurídica y religiosamente, y habiendo superado las diferencias que durante siglos habían separado a los godos de los hispano-romanos. “A la muerte de Recesvinto se reunió la Asamblea de electores en el lugar del fallecimiento, en Géricos (Salamanca) y, aunque había hijos legítimos del difunto, los concurrentes se fijaron en uno de los nobles presentes, Wamba, hombre de reconocido prestigio y ya entrado en años, que en realidad no deseaba la corona, pero el 20 de octubre de 672 fue ungido en la iglesia de Santa María de Toledo.” El hecho de que no se eligiese a un hijo de Recesvinto no es extraño, ya que el nombramiento del rey, nominalmente era de carácter electivo. No obstante, lo normal era que el rey se hiciese acompañar de quién le sucedería; aspecto que con Leovigildo se centró al asociar al trono, primero a Hermenegildo, y luego a Recaredo. Así, aunque la monarquía no era de carácter hereditario, tuvo sus salvedades. El caso es que a la muerte de Recesvinto es elegido rey Wamba, que en principio se niega a ser coronado. Sobre la coronación de Wamba existe una gran leyenda que resulta difícil desentrañar de la historia. Estamos tratando un momento histórico, la Edad Media, que carece de la luz existente en los tiempos romanos; luz que ha sido sustituida por leyendas incontrastables, y por la falta de relato histórico. En este caso sólo contamos con el relato de Julián de Toledo, que calla los antecedentes de Wamba, y con los Concilios, donde Wamba no aparece. Wamba ha sido presentado como rústico que había sido elegido más o menos al azar, lo que no resulta plausible. Con toda seguridad era miembro destacado del oficio palatino; si se quiere suponer un alto funcionario con capacidad pero sin mando, que en un momento determinado se vio como salida en un momento de crisis producida con la muerte de Recesvinto. ¿Es cierto que Wamba no quería ser coronado?, ¿es verdad que aceptó tras ser amenazado de muerte si no lo hacía?... También es posible que, sabiéndose la mejor de las salidas se hiciese de rogar para conseguir con ello comprometer a los electores. Una jugada política que, en principio, y dada la situación convulsa del reino podía rfesultar conveniente. Si Wamba no quería ser coronado podría ser por una amplia gama de motivos. Debemos tener en cuenta que en esos momentos las convulsiones políticas estaban a la orden del día; se producían movimientos tendentes a la feudalización, y la presión musulmana comenzaba a sentirse ya en España. Debemos tener en cuenta que, desde que Wamba fue coronado hasta que se produjo la asonada árabe pasaron tan sólo 39 años, y ya Wamba derrotó a una armada sarracena. Venía siendo tradicional en el reino visigodo que a cada nueva coronación, que se sucedía con harta frecuencia dado el “morbus gothorum” que hizo que existiesen reyes por siete días, se produjesen alzamientos de los vascones. Así, “en abril de ese año, Wamba encabezó una expedición contra los vascones en respuesta a una de las tradicionales incursiones de saqueo con que los montañeses saludaban el cambio de monarca en Toledo. Al ordenar la leva para la campaña, Wamba tropezó con el mismo problema que había experimentado Recesvinto 7 años atrás: los godos libres escaseaban, y los nobles enviaban una parte ridícula de sus siervos, normalmente castigados, e insuficientemente armados; algunos de ellos directamente ignoraban la orden real. Sobre el disgusto que algunos nobles sentirían por el arreglo de Gérticos, lo cierto es que la aristocracia acentuaba cada vez más su tendencia egoísta en sus obligaciones hacia el estado.” No obstante, esa aseveración: “tropezó con el mismo problema que había experimentado Recesvinto 7 años atrás”, parece ser, al cabo, incierta. Cierto es que los nobles iban a su aire; cierto que el apoyo era manifiestamente mejorable, pero sin embargo, de los resultados parece deducirse que las argucias de Wamba surtieron el efecto deseado, al menos momentáneamente, lo que le dio capacidad para solventar dos asuntos de envergadura, la rebelión de los vascones y la sublevación de Paulo, de un plumazo. Otro asunto es lo que vino después, pero evidentemente supo parar el golpe, y antes supo prepararse para los acontecimientos que eran previsibles y que efectivamente ocurrieron. “En la primavera del año 673 en plena campaña contra los vascos, el viejo guerrero coronado rey de los visigodos por la presión de los militares recibió la noticia de la revuelta contra su poder en la provincia gala de Septimania. Ilderico, comes de Nimes encabezaba la rebelión con el propósito de independizar esas tierras del reino visigodo. Los rebeldes llegaron a controlar gran parte de la provincia excepto la capital, Narbona. A las faldas de las montañas cántabras el rey Wamba meditaba junto a sus hombres de confianza la estrategia a seguir. Desde la gran ciudad de Nimes la rebelión se extendía rápidamente, varios obispos se unieron al traidor y el pueblo galo empezaba a tributar a Ilderico y sus hombres.” “Septimania era el nombre dado a la zona marítima de la antigua Gallia Narbonense que quedó en manos visigodas tras la batalla de Vouillé; el nombre de Septimania proviene de las 7 principales ciudades de la región: Elna, Agde, Narbona, Lodève, Beziers, Nimes y Maguelona.” Wamba envió al duque Paulo a resolver el conflicto, al mando de un ejército compuesto por dos mil caballeros, pero “éste, emparentado con la familia de Chindasvinto, en vez de acabar con la rebelión se unió a ella y se convirtió en su líder.” Comenzaba a perfilarse la honda separación que acabaría con el reino visigodo y que estaba perfilada en el clan de Chindasvinto, enfrentado a Wamba. “Los hechos ocurrieron de esta manera: Hilderico, conde de la ciudad de Nimes, se había levantado contra el rey apoyado por el obispo de Maguelonne, y había ordenado deponer y entregar a los francos al obispo de Nimes, que se había negado a unirse a ellos, nombrando en su puesto el abad Ranimiro. No obstante, ni la capital, Narbona, ni toda la parte occidental de la provincia se sumaron a esta conjura. Wamba no consideró la rebelión de importancia y prosiguió su itinerario, sencillamente desgajando una porción del ejército real al mando del duque Paulo (probablemente duque de la provincia rebelada), con orden de sofocarla.” “El conde Ilderico de Nimes y el obispo Gumildo de Maguelonne, junto con un abad llamado Ranimir, habían fraguado una conspiración. Dado que a Ilderico nunca se le ha atribuido el título de rey, puede que esta conspiración no fuera tanto un intento de usurpación como un complot para que aquellas importantes regiones fronterizas del extremo oeste de la Narbonense pasaran a estar bajo el control de los francos.” Y es que, desde la llegada de Ataulfo el año 413, los enfrentamientos con los galos por la posesión de la Galia Narbonense habían estado presentes en la actividad cotidiana. No es extraño que los francos tomasen parte decidida, aunque llegase a ser de forma encubierta, para detraer la región de la órbita hispánica. “Apenas, pues, había subido Wamba al solio de Recaredo, cuando tuvo noticia de que Hilderico, conde gobernador de la Galia gótica, se había alzado con toda la tierra, robándola y talándola, y dando entrada en ella á algunos judíos que habían sido desterrados de los dominios de los godos. El nuevo rey juntó un grueso ejército, y nombrando por general á Paulo, griego de nación y capitán muy experto y entendido, le mandó á la Galia gótica, con título y nombre de procurador de Aquitania, para que recobrase el señorío del país y castigase á los rebeldes.” “Este Paulo es casi con toda seguridad el que aparece como «Paulo, conde los notarios», que fue uno de los dieciocho funcionarios cortesanos que en 653 firmaron las actas del VIII Concilio de Toledo, y con el mismo título figura uno de los cuatro magnates que dieron fe con su firma en las actas del IX Concilio de Toledo en 655.” (693 de la era Hispánica, conforme reza el concilio). Era pues, un hombre del oficio palatino cuya actuación nos demuestra el nivel de degradación de la nobleza visigoda; “Paulo maquina utilizar la revuelta narbonense en su propio beneficio, se gana a Ranosindo, dux de la Tarraconense, al gardingo Hildigiso que probablemente le acompañaba comandando una parte de las tropas de élite del ejército y con ellos enseguida consigue que una parte de la Tarraconense acabe sumándose a los sediciosos. Parecen asumir el liderazgo de Paulo quien, para reforzar su posición, recluta contingentes vascones y llama en su apoyo a los francos que envían un importante cuerpo de guerreros” “Marchó a Zaragoza y luego a Narbona. Allí se le unieron el dux de la Tarraconense, Ranosindo, y otros rebeldes y le proclamaron rey. No se trataba sólo de un rival de Wamba. Paulo y los suyos buscaban la secesión de Septimania y Tarraconense para constituir un nuevo reino, y de hecho Paulo le envió a Wamba negociadores que llegasen a un arreglo sobre esta base. Este hecho no tenía precedentes en la historia visigoda, porque para los visigodos el reino era patrimonio del pueblo, no un patrimonio personal que pudiera dividirse a la muerte de su dueño.” Llama profundamente la atención que Ilderico, principal iniciador de la secesión, queda relegado tras la llegada de Paulo. La historia no nos aclara el motivo. Lo que nos aclara la historia, callando, es que el movimiento separatista tuvo poco apoyo de la población, y la campaña militar de Wamba acabó siendo un paseo militar. Es el caso que, siendo que los signos son importantes a la hora de acometer una acción, Paulo no se quedó con ellos. Al parecer apostató del catolicismo, y con el apoyo de los judíos que se habían exiliado a la Galia, “Al llegar á Tarragona, hizo de su partido á Ranosindo, general en jefe de la provincia tarraconense, y á Hildigisio, á cuyo cargo estaba la administración de justicia en la misma provincia, y los cuales le prometieron su favor, y se concertó el modo de poner en ejecución tamaña villanía.” “tomó del santuario del bienaventurado Félix de Gerona la corona votiva donada por Recaredo 70 años atrás, y entrando en Narbona forzó al metropolitano Argebado (que se había resistido inicialmente) a consagrarle con ella en la iglesia catedral. Hilderico y los suyos le reconocieron, como casi todos los condes y magnates de Septimania y la parte marítima de la Tarraconense (incluyendo algunos miembros de la Corte o Aula Regia), y Paulo les exigió un juramento de fidelidad hasta la muerte similar al que la ley obligaba a prestar al rey.” El sacrilegio llevado a cabo con la corona de San Félix era ante todo un signo. “ En breve prestaron obediencia al rebelde Paulo las ciudades de Tarragona, Barcelona, Gerona, Vich y Perpiñán.” . “Los acontecimientos constituyen evidentemente una profanación, no sólo hay que tener en cuenta el hecho de la rebelión contra un monarca legítimo, que constituía acto de tiranía, además se había profanado una corona votiva, ofrecida a san Félix, la función de esta corona no era desde luego ser empleada como corona terrenal. El momento culminante del episodio de la rebelión del dux Paulo, cuando éste roba la corona del mártir Félix, y se la ciñe en la sien, no constituye sino la anticipación dramática de la propia perdición de Paulo, doblemente condenado, por haberse alzado contra el rey legítimo (por lo tanto es un tirano) y por haber tomado la corona ofrecida a Félix (lo cual constituye un acto de impiedad). Lo esencial de esta historia —que, no lo olvidemos, sigue el esquema común de la historiografía cristiana pecado/castigo de honda inspiración bíblica— es el hecho de que se haya robado la corona de un mártir. Paulo hace lo contrario que un rey legítimo haría, simula no aspirar al trono mientras conspira para conseguirlo, y roba una corona que no le han ofrecido para coronarse a sí mismo, no es indiferente que se trate de un corona votiva, a la que Paulo le habría dado un uso distinto del que le correspondería, cometiendo con ello un sacrilegio. Como era de esperar, la rebelión acaba con la perdición de Paulo y la devolución de todos los objetos sagrados robados.” Esta proclamación, lógicamente, tenía un sustrato;“entre los partidarios de Paulus destaca la figura de Hildigisio, un gardingo de Wamba; por tanto, dentro de la oligarquía visigoda existía una facción contraria al rey coronado que, sin embargo, había mantenido hasta aquel entonces las apariencias y había gozado de la confianza del rey, como el propio Paulus.” Nos faltan muchos más datos, recordemos que ya el Imperio Romano no existía; estamos en plena Edad Media, donde la incultura y la falta de información ocupan lugar preeminente y dan lugar al surgir de los movimientos feudales, centrífugos, donde los enanos se unen para derribar al gigante “El avanzado proceso de fragmentación territorial que estaba padeciendo el Estado visigodo unitario era significativo. Todo ello por la presión de grupos nobiliarios arraigados socioeconómicamente y ahora de forma política al ocupar puestos de gobierno territorial.” En esos momentos de la historia, que tan cercanos nos suenan hoy, “pocos eran los que conocían las verdaderas intenciones de Paulus, pero de alguna manera, a través de espías, el obispo Argebad de Narbona se enteró de las maquinaciones de Paulus y Ranosindo y envió un emisario al rey Wamba de las intenciones de Paulus; aquello precipitó los acontecimientos: Paulus, que se encontraba ya cerca de Narbona, forzó la marcha de sus fuerzas para apoderarse de la ciudad amurallada; sus soldados llegaron a tiempo de bloquear las puertas de la ciudad antes que la guardia de Argebad pudiese cerrarlas.” ¿Representó la sublevación de Paulo un antecedente de lo que hoy mismo está padeciendo Cataluña?... Lo que caracterizó el levantamiento de Paulo es la división que creó en la sociedad civil, creando dos bandos donde el peso de los partidarios de Wamba fue manifiestamente superior. No obstante, y a pesar de que la falta de noticia histórica nos haga tener noción clara de las cosas, dado el desarrollo de los hechos, parece evidente que el apoyo secesonista acabó siendo muy pobre. Noobsrtante, tenemos manifestaciones claras de apoyo a Paulo. Parece que la Seo de Urgel “ se puso al lado del general sublevado, pues al perseguir el rey á este, uno de los cuerpos de ejército que bajo las órdenes de su sobrino penetró por la Cerdaña á Francia, encontró gran resistencia en los de este país, opuesta por el Obispo Jacinto, de la Seo, que sin duda ayudaba á Acisclo, general de Paulo. El ejército pasó el Pirineo es de suponer después de vencida la oposición que halló en la comarca.” Al amparo de Paulo,“los judíos, que en tiempo de Sisebuto habían emigrado a la tierra de los francos, volvieron en gran número a la Narbonense” . La Galia Narbonense se había vuelto, según relata Julián de Toledo, un prostíbulo de judíos, que se extendían por toda la geografía nacional. La zona de mayor densidad poblacional judía era la del valle del Guadalquivir y el Genil junto con la Bética: Gades, Lebrija, Ilipa, Peijaflor, Corduba, Cabra, Baeza, Jaén, Hispalis e Iliberris o Mérida. En Tarragona, Tortosa, Ampurias y Barcelona. “El origen de la rebelión de Paulus se basarían en la no aceptación de la designación de Wamba por parte de la nobleza de Septimania, que o bien buscaba el beneficio de su propio candidato, o consideraba que la elección no se ajustaba a los requerimientos de la región mediterránea.” Siendo esto así, el ardid usado por Wamba, negándose a ser coronado, con la esperanza de que la negativa produjese adictos a su causa entre quienes se presumía contrarios, resultó fallido. Y no sólo resultó fallido a corto plazo. Tampoco resultaría a largo plazo, cuando tras vencer a los rebeldes y no aplicarles las penas que les hubieran correspondido, fue finalmente marginado, y los rebeldes repuestos de las cortapisas impuestas por Wamba. Y es que, antes incluso de producirse la rebelión de Paulo, Wamba era consciente que algo similar podía ocurrir en el reino, dada la debilidad existente en el poder central y el creciente deseo de autonomía de las noblezas locales. Es el caso que “Wamba, al ver el peligro, convocó el “Aula Regia”, pidiendo acción inmediata. Efectivamente en siete días se sometieron los vascones, y en un avance incontenible tomó Barcelona, Gerona y Narbona, y se situó ante Nimes, que asaltó. Teniendo el ejército reclutado supo acelerar la resolución del conflicto en Navarra, y mostró una gran pericia en trasladar la fuerza militar hasta Narbona. Debemos tener en cuenta que, tras llevar las tropas desde Toledo a Vitoria, y tras aplastar la sublevación, sin descanso partió hacia Barcelona, y de ahí a Narbona. Estamos hablando de un total de más de 1000 Km, a uña de caballo, con un ejército importante compuesto en un estado en disolución. La hazaña de Wamba estuvo a la altura de su espíritu. Tuvo que saber conjugar las necesidades de un gran ejército compuesto no sólo de caballería sino también de infantería, y todo en un tiempo tasado. “Tras la toma de Gerona, Wamba dividió sus fuerzas en tres columnas que atravesaron los Pirineos por los puertos de Llivia, Perthus y la Junquera, concentrándose sobre las llanuras de Perpiñán para caer el conjunto sobre Narbona y Nimes logrando la rendición de los rebeldes.” En este ínterin, Paulo pretendió dar legalidad a su acto, remitiendo una carta a Wamba, a quién calificaba como rey del Sur, mientras él mismo se calificaba de rey del este. “Esto indicaría que no intentaba desafiar la legitimidad de Wamba, sino más bien proponer la división del reino siguiendo las líneas fronterizas que se habían establecido entre los territorios de Liuva I y Leovigildo en 569. En Toledo se rechazó tajantemente esta solución, y los fundamentos ilegítimos de la reclamación de autoridad real por parte de Paulo fueron un aspecto importante en la diatriba que lanzó Julián contra él y sus partidarios.” La carta dice lo siguiente: “En nombre del Señor: Flavio Paulo, supremo rey del Oriente, á Wamba, rey del Mediodía. Dime, oh guerrero, dime enhorabuena, oh señor de los bosques y amigo de las peñas, si has penetrado por las asperezas de los montes inhabitables; si has roto con tu pecho, como fuerte león, las espesuras y troncos de las selvas; si has vencido á los ciervos y venados en lijereza; si has domado á los jabalíes y acabado con los osos devoradores; si vomitaste porfia el veneno chupado á las víboras y serpientes. Si has llevado á cabo todas estas hazañas, ven, oh cantor gilguerillo, á cercar nuestros campos; ven, oh hombre grande y de gran pecho, hasta la garganta de los Pirineos, que aquí está el terrible destructor de todos los malos con quien podrás pelear sin desdoro de tus fuerzas.” La Historia Wambae de Julián de Toledo relata que “Ante la inesperada noticia del levantamiento de la Galia, hubo disparidad de opciones sobre si procedía emprender de inmediato la marcha hacia la provincia rebelde o si sería más prudente retornar a sus bases, reforzar el ejército en hombres y pertrechos e iniciar entonces la campaña en mejores condiciones. Wamba se declaró partidario de marchar contra los rebeldes sin demora ni descanso. Julián de Toledo ha recogido algunas arengas pronunciadas por Wamba y por el cabecilla de los rebeldes, que constituyen una interesante muestra de la retórica militar de la época de la Tardía Antigüedad: Ya tenéis noticias, jóvenes —comenzó diciendo Wamba—de la calamidad que ha caído sobre nosotros y de cual es el propósito que persigue el autor de esta sedición. Es preciso tomar la delantera al enemigo y combatirle antes de que el incendio se propague todavía más. Sería vergonzoso no correr inmediatamente a la lucha y regresar a nuestros hogares sin haber acabado con el... Sería ignominioso que el adversario nos tenga por débiles y afeminados, como ocurriría si no somos capaces de hacerle frente con todas nuestras fuerzas. Y refiriéndose al papel que los francos pudieran tener en la rebelión de Paulo, el monarca añadía: No es con mujeres sino contra hombre que hay que combatir; de sobra es sabido que jamás los francos fueron capaces de resistir a los godos. La conclusión a que Wamba llegó era terminante: ¡Asestemos sin demora un duro golpe a los vascones y marchemos veloces contra los sediciosos, para acabar con ellos de una vez para siempre“ “Wamba y su columna alcanzaron Barcelona, que fue rápidamente conquistada, capturando a los cabecillas de la rebelión en la ciudad: Eured, Pompedio, Gundefred, Neufred y el diácono Hunulf; el siguiente paso era la captura de Gerona; durante el recorrido algunos soldados saquearon fincas y violaron mujeres, pero el rey castigó con severidad a los saqueadores y ordenó circuncidar a los violadores. Al cabo de pocos días el ejército real alcanzó los muros de aquella ciudad, pero el obispo Amator rindió la plaza sin derramamiento de sangre.” La campaña, hasta llegar a Narbona, había sido un paseo. Cuando Wamba se aproximaba a Narbona recibió una misiva de Paulo: Si habéis atravesado ya las afiladas e inhabitables peñas de estas montañas; si habéis derribado con vuestro pecho, como el león, los densos matorrales del bosque; si habéis conseguido dominar los senderos de cabras, los saltos de los ciervos, los lugares donde hay jabalíes salvajes y osos...., enviad entonces un armiger –término que significa escudero–, mi señor, amigo de bosques y peñascos....., descended a las Clausuras; pues en ellas encontraréis un Oppopumbeum grandem –se desconoce el significado exacto del término, pero por el contexto se puede colegir que se refiere al propio Paulus, que se califica a sí mismo con un nombre grandilocuente y el adjetivo “grandem”–, con quien podréis legítimamente negociar. Pero la triste realidad se impuso a Paulo: “mientras el ejército real permanecía expectante a la espera de la orden de asalto, los partidarios de Paulus se enzarzaron en una matanza entre ellos, mientras Paulus contemplaba horrorizado el final de su reinado: delante de él son ajusticiados por los francos y por los galorromanos varios familiares y personas de su séquito, sin que él pueda oponerse. Al tercer día del asedio del anfiteatro, y mientras los suyos se seguían matando entre ellos, el general rebelde comprendió que su causa estaba irremediablemente perdida, y envió al obispo de Narbona, Argebad, a pedir clemencia al rey. Wamba recibió al obispo, aceptando la rendición de los rebeldes y el cese de hostilidades, perdonándoles la vida ante un eventual saqueo, pero en modo alguno acepta conceder clemencia: los rebeldes serían juzgados y recibirían su castigo.”. Una vez capturado no demostró tanta arrogancia, llegando a declarar ante Wamba: “Protesto ante Dios, que lejos de hacerme daño alguno, me habéis colmado de bienes y mercedes deque yo era indigno; y confieso que en cuanto he tenido la temeridad de emprender contra vos, he obrado por sola instigación del espíritu maléfico.” Pero Wamba, siempre magnánimo, no solo no condenó a muerte a Paulo; ni tan siquiera le sacó los ojos, como era costumbre al mostrar misericordia y no aplicar la pena capital. “Fueron juzgados 53 jefes, de los cuales 28 se entregaron en Nimes y el resto fue capturado. El juicio fue una asamblea judicial dirigida por Wamba, en el que además participaron el ejército y la nobleza no militar. En el juicio fue acusado de: Haber violado el juramento de fidelidad hacia Wamba. Haber incitado al pueblo visigodo a la rebelión. Reconocida la culpabilidad de Paulo y los otros, la pena se estipuló en función al canon nº 75 del IV Concilio y a dos leyes de Chindasvinto, en las que se culpaba a los que ponían la vida del rey en peligro. Todos los acusados fueron excomulgados en función a las leyes eclesiástica. Además fueron condenados a muerte por las leyes laicas, pero Wamba respetó la vida de Paulo y los rebeldes como había prometido. Se devuelven todos los bienes requisados por los rebeldes y se renueva una serie de cargos en la administración de la zona. También se expulsa a los judíos de esa zona, ya que habían participado en la rebelión. A los seis meses Wamba vuelve a Toledo con los rebeldes rapados y con una espina de pescado en la cabeza.” “Wamba aseguró Septimania colocando tropas en las principales ciudades, en previsión de un nuevo rebrote rebelde y para asegurar la frontera frente a cualquier intentona intervencionista de los francos. También expulsó a la comunidad judía de Narbona –de ahí mayor fundamento que los judíos habían apoyado a Paulus en su aventura–. Pacificada la provincia, licenció al grueso de su ejército en Canaba, al sur de Narbona.” Julián de Toledo, hijo de dos judíos conversos, en su “historia Wambae regis” señala la importancia de la participación gala en el conflicto del duque Pablo. “Este acontecimiento, de haber tenido éxito, podría haber derrumbado el reino visigodo hasta sus cimientos; las reacciones y movimientos realizados por los antagonistas pusieron de manifiesto tanto las potencialidades como limitaciones de la maquinara bélica visigoda.” “El obispo Jacint de Urgell (672-80) es encarcelado en Llívia por su participación en la rebelión y también es represaliado el obispo Wilesindo de Agde.” Por su parte, Julián de Toledo trata a los revoltosos como cobardes, inclinados a todo género de desmanes, incapaces de luchar por ellos mismos, acudiendo a la ayuda de bárbaros y mercenarios extranjeros, conformadores de una verdadera sociedad del mal.
Posted on: Sun, 24 Nov 2013 22:02:14 +0000

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