SOLO PARA PAREJAS 10 de octubre de 2011 a la(s) 4:14 El demonio y - TopicsExpress



          

SOLO PARA PAREJAS 10 de octubre de 2011 a la(s) 4:14 El demonio y su secuaces de maldad están realizando un trabajo excelente. No lo podemos decir de otra manera. Cada vez son más los hombres y las mujeres casados que se encuentran distanciados, que no se hablan, que se insultan y se pelean, que desconfían uno del otro y que en ciertos días quisieran mejor no haberse unido en matrimonio. Un sacramento que era para toda la vida se ha convertido en algo pasajero que muchas personas toman a juego. Los métodos que utiliza el diablo son ahora más eficientes, más refinados, y por lo tanto obtiene mejores resultados. Ante una situación así, nos dejamos engañar por el perverso, le seguimos la corriente, y al hacerlo, no nos damos cuenta que la salvación de nuestra alma está en juego y que nuestra familia se desintegra. La ociosidad, el pecado, la ambición desmedida, la televisión y el cine, son los principales causantes. En la actualidad, tanto el hombre como la mujer están sometidos a grandes presiones para que renuncien a los principios morales que tanto trabajo les ha costado obtener. En lugar de incendiar vamos a edificar, en lugar de quedarnos enojados durante largas horas vamos a orar para que nuestro matrimonio se salve, en lugar de insultar, pronunciemos palabras de amor que nos unan más a la pareja. El astro cinematográfico Michael Douglas contrajo matrimonio hace varios años con la actriz británica Catherine Zeta Jones. Después de un año de discusiones previas a la boda, el actor estuvo de acuerdo en pagar 1.4 millones de dólares por año en que hayan permanecido juntos, en caso de separación. ¡A esos terribles niveles estamos llegando los seres humanos! Algunos no pueden confiar en su pareja, porque ya no existe el amor sincero, original y transparente que proporcionaba una gran fuerza espiritual a su matrimonio y le daba un fuerte impulso para que absolutamente nadie lo destruyera. Ahora se ven forzados a firmar un acuerdo judicial previo a la boda para que su fortuna personal quede protegida. En la actualidad, son muchos los que no quieren perderse de nada que excite sus sentidos, y son contados con los dedos de la mano quienes están dispuestos a renunciar al mundo y a sus tentaciones por amor a Cristo. Mientras todo esto sucede, el mundo se va despeñando hacia un abismo profundo, en lugar de ascender espiritualmente a la Montaña Sagrada. Ahora la gente se ufana de sus propios excesos y presume de los desmanes de los cuales antes se avergonzaba. A muchas personas ya no les importa que los demás se enteren de sus miserias y de sus debilidades, y para conseguirlo, han hecho elástica su conciencia para que nada les reclame. Recuerdo que allá por los años cincuenta había en la República Mexicana una gran cantidad de colegios e institutos que durante décadas educaron cristianamente a varias generaciones de mujeres jóvenes, preparándolas para un matrimonio sólido con duración de toda la vida. Muchos de ellos en la actualidad han desaparecido. Ahora se han vuelto ?más importantes? el idioma inglés y los estudios de computación, que los principios morales que antes se recibían. Las vocaciones de monjas han disminuido y son pocos los sacerdotes que se consagran a Dios para servir a la humanidad. La verdad es que el demonio ha dejado al mundo con muy pocos líderes espirituales que conduzcan por buen camino el rebaño de Cristo. Muchas personas tienen dudas porque viven inmersos en doctrinas extrañas que provocan confusiones, otras se han vuelto frías e indiferentes y han perdido el interés para seguir luchando por las causas del evangelio. Les atrae más el mundo que las cosas del espíritu, y si el cristiano deja que su amor a Dios se enfríe, como consecuencia aparecerá en él una grave enfermedad interior que lo dejará ?como paja que arrebata el viento?. Es la tibieza que a veces no la notamos porque sentimos que nada en nosotros ha cambiado, pero si en la actualidad midiéramos en metros la distancia entre nosotros y Jesucristo, descubriríamos con tristeza que nos hemos alejado cada vez más de su presencia. Cristo queda como oscurecido, no supimos conservarlo, no lo vemos ni lo escuchamos. De esa manera permanece en nuestra alma un gran vacío de Dios que intentamos colmarlo con otras cosas que no llenan, que nos hacen sentir que fallamos, que hemos perdido el rumbo y que la verdadera felicidad se nos escapa de las manos. La tibieza nace de una dejadez prolongada en la vida interior. Ese estado se parece a una pendiente inclinada que cada vez va separándonos más de Dios. En la actualidad existe una ?oleada de laicismo? que consiste en ver las cosas cada vez más encerradas en la burbuja de nuestro propio mundo sin tener en cuenta la presencia de Dios en nuestra vida. Esta tendencia se va desarrollando porque se quiere reivindicar el dominio absoluto del hombre, haciendo a un lado la intervención de Dios en nuestra alma, algunas veces negando su existencia y en otras negando su capacidad de intervención. Cada vez más se tiende a crear una sociedad nueva donde la iglesia no esté presente o no tenga influencia, ni lo tenga el mensaje religioso, ni lo tenga el reconocimiento de Dios como autor de nuestra vida. La solución a todo esto es ser más cristianos y más valientes para enfrentarnos a un mundo cada vez más desorientado, más pasivo y más equivocado que nunca. Acoger en la vida del hombre a Dios es situarnos en la verdad. Vivimos en una sociedad muy conflictiva con diferentes tendencias. Cada uno debería reafirmar sus propias convicciones basadas en el estudio profundo de las grandes verdades que no cambian. Las nuestras como cristianos consisten en vigorizar nuestra fe, conocer mejor la persona de Jesús, acercarnos más a su memoria y descubrir en Él, al mejor de los modelos, buscando el centro de su mensaje. El Señor se presenta como hijo de Dios que vive confiadamente tratando de cumplir su voluntad, y como el hombre abierto a las necesidades, a los sufrimientos y a las solicitudes de los demás. Creer en Jesús es dejarse remodelar con docilidad por el mismo Jesús. En vez de transferir las responsabilidades a los demás cuando observamos este mundo en el estado caótico en que se encuentra, sería mejor comenzar a pedirnos cuentas a nosotros mismos. Que esa seducción de laicismo no nos haga dudar de Dios y de la vida eterna, que no nos haga perder la fe y la esperanza que tanta falta nos hace. La gente que quiera vivir cristianamente no deberá dejarse envolver por esos modelos nuevos que están surgiendo, que destruyen el Sacramento del Matrimonio y que son contrarios a la moral y a las buenas costumbres. Adoptemos una postura crítica, no nos quedemos callados. Los padres de familia tienen una gran responsabilidad en los momentos difíciles que estamos viviendo. Deberán ser un ejemplo constante para sus hijos, porque éstos se mirarán en ellos para encontrar respuesta a tantos interrogantes como les plantea la vida. Es indispensable hacer un esfuerzo adicional para mantener el ideal cristiano. Es necesario que pongamos de nuestra parte para que sigamos amándonos como en un principio, a pesar de las grandes dificultades que nos acosan, de las tentaciones que se han multiplicado y del medio ambiente adverso que nos destruye. Los pretextos para distanciarnos de nuestro cónyuge pueden ser muchos, a diario podemos inventar uno diferente, pero no se trata de eso. La Primera Epístola de San Pablo a los Corintios nos dice que ?el amor es paciente, es servicial, no es envidioso, no es jactancioso, no se engríe, es decoroso, no busca su interés, no se irrita, no toma en cuenta el mal, no se alegra de la injusticia, se alegra con la verdad. Todo lo excusa. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta?. Éste es el fundamento del matrimonio cristiano que las futuras generaciones deberán tener en cuenta, si desean que su matrimonio subsista.
Posted on: Mon, 07 Oct 2013 07:12:24 +0000

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