Su relación con Alejandra Galeana Garavito duró varias semanas. - TopicsExpress



          

Su relación con Alejandra Galeana Garavito duró varias semanas. La chica de treinta años, madre soltera, estaba enamorada del hombre que le escribía poemas y le juraba amor, sin sospechar que se trata de un psicópata. Se trataba de una joven seria, que no socializaba mucho. Alejandra trabajaba en la Farmacia de Genéricos ubicada en la esquina de Guerrero con Orozco y Berra. Al salir, caminaba cuatro cuadras sobre el Eje 1 Poniente y Calva Zepeda la acompañaba. Pegada en la computadora, Alejandra Galeana tenía la fotografía de él. Guardaba en su recámara las cartas y los poemas que su novio le escribió para enamorarla. Uno de esos escritos afirma: "Es la ausencia de tu cuerpo que me falta junto a mí. El deseo de atraparte entre mi almohada y sus sueños. Es tu mirada que se clava en mí como lanza de cazador". En su poema “Semilla germinal”, dice: “Gracias por dejarte ser parte de este universo, el tuyo, el mío, el de nosotros dos. Tuyo, desde el origen hasta la evolución”. Un tercero afirma: “Me cediste todas tus partes. Tu aliento, tus uñas y tus ansias. Me vestiste de ti y fui tu ave. Canté tu canto que nunca calla”. El 5 de octubre, Alejandra Galeana se fue de su casa para no regresar; dejó de responder las llamadas que le hacía su madre, quien tampoco estaba de acuerdo con su relación con Calva Zepeda. Esa misma noche, Calva Zepeda asesinó a su novia. Pero esta vez fue más allá. Tras el homicidio, Calva Zepeda procedió a descuartizarla como a Verónica Consuelo, utilizando para ello la tina del baño. Pero, no conforme con ello, decidió guardar el cadáver en su departamento. Destazó la pierna y el brazo derecho, le quitó la piel y la carne, y después las guardó en el refrigerador. Puso algunos huesos en una caja de cereal. El tronco del cadáver de su novia lo guardó en el ropero. El lunes 8 de octubre, Calva Zepeda se puso a cocinar: los ingredientes principales eran la mano y trozos de la carne del brazo de Alejandra. Hirvió los restos en agua un buen rato; preparó un caldo muy espeso y una vez que la carne estaba cocida, les añadió limón como condimento. Se sirvió los trozos de carne en la mesa de su desayunador, con más limón cortado en un platito. Pero no contaba con que sus vecinos habían percibido el hedor del cuerpo descompuesto que procedía de su departamento. Llamaron a la policía, que acudió a averiguar qué ocurría. Cuando los oficiales tocaron a su puerta, Calva Zepeda supo que estaba perdido. Los dejó entrar, pero luego trató de huir saltando desde el balcón de su departamento; pese a la caída aún pudo echar a correr, pero un taxi lo atropelló. La policía lo detuvo y luego revisaron su casa: lo que encontraron los llenó de horror y se convirtió en la noticia sensacionalista del año en México. Los paramédicos acudieron a curarlo, pero su estado ameritaba que lo trasladaran a una clínica. Lo llevaron al Hospital de Xoco, donde permaneció bajo custodia. Mientras estaba internado allí, le dijo a una criminóloga: "De alguna forma agradezco que haya ido la policía, ya que así no me causo daño ni causo daño. Ya quería que terminara este infierno". Al escuchar por la radio la noticia de la detención, Judith Casarrubia acudió de inmediato ante las autoridades para advertirles que se trataba del presunto asesino de su hija, Verónica Consuelo. Los medios lo bautizaron como “El Caníbal de la Guerrero”, en alusión a la colonia donde vivía y en la cual cometió sus crímenes. Otros lo llamaban “El Poeta Caníbal”. Se declaró “admirador de Hannibal Lecter”, el personaje de las novelas de Thomas Harris que luego se convirtieron en películas.
Posted on: Sun, 01 Sep 2013 09:32:40 +0000

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