¿Te has dado cuenta que la gente cada vez tiene menos ganas de trabajar? Se quejan de todo, el jefe, los clientes, el sueldo, los compañeros de trabajo, las condiciones laborales, y hasta cuando les piden hacer más de la cuenta. Sin embargo, quejarse es un cáncer cultural que acaba con todas las células benignas de nuestra sociedad. Como puedes ver, quejarse promueve una actitud de derecho a merecer en la fuerza laboral y por consiguiente destruye nuestra productividad. Hoy por hoy, los trabajadores descontentos han llegado a ser la norma. ¿Sabías que el 57% de las personas afirman estar insatisfechos con su trabajo? Es interesante señalar que el sueldo tiene muy poco qué ver con la satisfacción laboral ya que si simplemente trabajas para obtener un cheque jamás estarás satisfecho, no importa cuánto te paguen. Ahora bien, admito que si me forzaran a elegir entre ser pobre y miserable o rico y miserable, elegiría rico y miserable. Entonces, ¿Qué podemos hacer para mejorar nuestra ética de trabajo? Todo comienza al cambiar nuestra manera de pensar sobre nuestro trabajo. Primero que nada debemos reconocer que trabajar es un regalo de Dios. Trabajar no es una maldición. El trabajo fue diseñado para proveer para nuestras necesidades materiales. El trabajo es un regalo para ti y tu familia. Cuando no estás trabajando, todo lo que es importante para ti está en peligro. ¿Sí o no? Es por eso que debemos trabajar con excelencia. ¿Por qué? Porque mi actitud en el trabajo es un retrato de mí. Mi estilo y mi ética de trabajo es un retrato de mí. La calidad de servicio al cliente es un retrato de mí. Mi trabajo siempre debe ser caracterizado por la excelencia. La excelencia requiere un esfuerzo extra. ¿Sabías que el 70% de los trabajadores admiten que pueden ser más productivos? De hecho, el 45% de los trabajadores afirman que podrían ser el doble de productivos si quisieran. De manera que cualquier tipo de trabajo que hagas, al final del día, hacer más de la cuenta te será recompensado. Martin Luther King dijo: “Si eres barrendero de calles, bárrelas como Miguel Ángel pintaba, o como Beethoven componía, o como Shakespeare escribía poesía. Barre las calles tan bien que los habitantes del cielo y la tierra se detendrán y dirán: aquí vivía un gran barrendero de calles quien hizo su trabajo bien”.
Posted on: Sun, 15 Sep 2013 20:37:27 +0000
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