VALE LA PENA LEERRLO Y SACR CONCLUSIONES... Rodolfo Braceli · - TopicsExpress



          

VALE LA PENA LEERRLO Y SACR CONCLUSIONES... Rodolfo Braceli · Desde Buenos Aires Víctor Hugo y Goliat Diario Jornada | Viernes, 9 de Agosto de 2013 : 09:11 Sucede el miércoles 7 de agosto del 2013. Estoy escribiendo mi columna que saldrá el viernes. Con alegría. Con alegría escribo por dos preciosas razones: la primera, porque en este mediodía las madres abuelas, a través de Estela de Carlotto, anuncian la aparición del nieto 109, Pablo Germán Athanasiu Laschan. Estas “viejas locas”, prodigiosas, están pariendo de nuevo. Otra vez le dan vuelta los bolsillos a la muerte. Claro, estas mujeres alumbradoras son parteras. En cada parto resucitan a alguien robado de la misma placenta hace más de tres décadas. Quedan por encontrar unos 400 secuestrados de identidad más. A ellas la vejez no las detiene. No le aflojarán. ¡Salud por ellas! El otro asunto de esta columna es el juicio que el señor Magnetto, sumo CEO de Clarín, le hace a Víctor Hugo Morales. Quiere enmudecerlo. En esta columna, desde hace diez años, reflexiono sobre los pulpos medios de descomunicación que mienten y ningunean a rajacincha, ocultan las buenas noticias y celebran obscenamente las malas y, ya desde el primer gobierno democrático de Raúl Alfonsín, fogonean una sensación de “fin del mundo”. Siembran miedo al punto de convertir a la paranoia en una ideología. No se conforman con ser el Cuarto Poder, deciden ser el Primer Poder. Por supuesto que uno de los pulpos descomunicadores y aterradores es Clarín. El señor Magnetto declaró alguna vez que es más importante y preferible ser capo de Clarín que presidente del país. Esta invasión judicial a la casa de Víctor Hugo afecta más a su familia que a él. Evidente: el señor CEO quiere desgastar, provocar insomnios. Los pregoneros de la “libertad de expresión” quieren silenciar a un periodista que, no desde hace 4 o 5 años, sino desde hace décadas viene denunciando los estragos que este pavoroso pulpo le hace a los cimientos mismos de la democracia. Más allá del desasosiego que intenta consumar el señor CEO, este enjuiciamiento a Víctor Hugo, viniendo de quien viene, es una enorme condecoración. Pierda o gane el juicio, Víctor Hugo ya triunfó. Esta victoria ética la ha amasado a través de su infatigable coherencia. Morales ya no podrá bajar los brazos: se ha convertido en la voz de miles de jóvenes, de artistas hacedores y soñadores, de actores, poetas, escritores, pintores, cantores, músicos, jubilados, laburantes. Siempre se comprometió con las causas más peliagudas. La más intolerable, para el señor CEO, es la ley de Medios, que ellos intentan abortar con el chicaneo jurídico. Víctor Hugo ya no podrá soltarse de esta cruzada que lo ha convertido en un gran referente nacional porque, de hacerlo, la vida misma le resultaría insoportable. En el enero del 2012 escribí un largo prólogo para la edición de su libro “Un grito en el desierto” (Ediciones Continente). En ese libro, que se editó sin correcciones ni agregados después de 14 años, se ve hasta qué punto la vereda que él asumió no ha variado. Aquel prólogo tenía 18.880 palabras. No retiro una sola, me hago cargo de las 18.880 palabras que escribí. Tenía 112.758 caracteres. Me hago cargo de los 112.758 caracteres, y no retiro ni una sola sílaba. Y esto lo digo ahora que Víctor Hugo es puesto en un banquillo por ocurrencia del señor CEO, del oceánico Clarín. Comparto unas líneas de aquel prólogo: “Ya en la década del ‘90 la, por así llamarla, Argentina, llevó a la apoteosis lo más alevoso del neoliberalismo. Es desde adentro de esa década cuando VHM decide su relato y reflexiones. (…) Cuando escribe VH su libro este sitio, este agujero con forma de mapa, estaba gobernado por una suerte de banda, la mafia sustituía a la ideología. Aquí, los bandoleros reencarnaban en democracia los objetivos economicistas de la dictadura tan cívica como militar. “Hablando de complicidad, todo se consumaba al compás de los elefantes Medios de descomunicación, de los dueños de la pluma y la palabra, de los dueños alevosos del Papel Prensa, de los dueños de la famosa libertad de expresión que en esencia siempre ha sido, desde ellos, libertadura de expresión. “El caso, damas y caballeros, es que aquí no quedaron ni los mástiles. Desgracia con suerte, aliviadora, porque ¿qué bandera hubiéramos izado?” Morales dice lo que dice y escribió lo que escribió mucho, pero más atrás del gobierno actual. Sigo con líneas del prólogo, de las que no me desdigo: “Hoy, en los alrededores del año 2010, muchos, con bronca o con sorna sospechadora, se preguntan: ‘¿Qué le pasó a Víctor Hugo?’ Morales no ha mutado como un camaleón para acomodarse con el Poder de turno. Lo que ha hecho es volver sobre sus propias coordenadas, para ahondarlas. Él está en la vereda de los que no se entregan a la comodidad. Toda su vida se metió con los temas arduos y tomó partido. En realidad a Morales le pasa lo que le pasó siempre. Sigue eligiendo el camino más arduo. “VHM, toda vez que se plantea esto de ser de izquierda nos invita a pensarnos. Pregunto: cuántos, en esta patria idolatrada podemos decir por la mañana, al levantarnos, soy de izquierda. Sólo tenemos derecho a decirlo por la noche, al final de nuestra jornada, después de revisar la distancia que hay entre nuestros dichos y nuestros hechos. Pensando en ese balance esencial al final de cada día, Morales merece ser de izquierda. “Él lo dice sin rodeos: ‘La dignidad es un asunto político’…En esto radica, para él ser o no ser: en tener o no tener dignidad. No es casual que concluya su libro con estas palabras de Diderot que parecen hoy dichas para el señor CEO: “Todo hombre tiene su dignidad. Yo estoy dispuesto a olvidar la mía, pero cuando yo quiera, no cuando otro me diga que lo tengo que hacer.” Se suele decir que la niñez es una patria. Morales nos impulsa a pensar y a sentir que la dignidad es una patria. Posdata: por estos días, este hombre es interpelado por el chicaneo jurídico. ¿Podrá doblegar el sumo CEO a la entusiasmada voluntad de Víctor Hugo? No podrá. Entre nosotros, porque Víctor Hugo juega con una ventaja invisible a los ojos. Está en pulseada con el señor CEO con el plus de una guardaespalda. Esa guardaespalda duerme con un ojo abierto y el otro también. Y le pone músculos invisibles al brazo de este minúsculo David que afronta, desde su alegría, al enorme Goliat. La guardaespalda de Víctor Hugo se llama Dignidad. Y con ella, con la dignidad no hay caso: hasta las derrotas son semillas de victorias que han de venir.
Posted on: Sat, 10 Aug 2013 01:50:23 +0000

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