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Y... Segunda Parte: Uno de los hombres serpiente realizó un gesto frente a una pared del corredor y esta se volvió transparente. Lo que vio, le pareció lo más bello e increíble que había visto en su vida, se encontraban bajo el mar y frente a el, había una inmensa ciudad submarina, que brillaba con tonos multicolores, la ciudad era bellísima, pero parecía desértica. - Inaudito…estamos bajo el mar…los edificios son de nácar y coral…es…es maravilloso. - Nos alegra que le agrade – Respondió uno de los hombres serpiente, indicando al capitán que habían llegado a su destino. En la gran sala circular, había un trono coral multicolor y sentado en el, un gran hombre serpiente. - Pasad, me llamo Sisidril y ya conozco vuestro nombre joven Eliwyr – Dijo el hombre serpiente haciendo una señal para que trajeran un asiento apropiado para el alto elfo. - Gracias, no tengo palabras para expresar mi agradecimiento, ni para adornar una ciudad que es tan bella como la propia Paladiah. - Nos enorgullece que la comparéis con la ciudad sagrada de los paladines, joven Eliwyr, pero dejándonos de cumplidos, tengo una pregunta que haceros y dependiendo de vuestra respuesta, dependerá vuestra estancia en este lugar. - No entiendo… - Es sencillo, os gusta tanto nuestra ciudad como para no regresar jamás a la superficie, o por el contrario deseáis regresar y olvidar que alguna vez habéis estado aquí. - Pero…como podría olvidar… - Debéis – Pronuncio el hombre serpiente en tono apremiante. - Nadie debe saber nunca donde ese encuentra esta ciudad, es un secreto solo accesible a los de nuestra especie y a su debido tiempo. - No deseo marchar, no deseo partir si he de olvidar la belleza de esta ciudad, seria demasiado cruel para mi corazón. - Sea pues, viviréis entre nosotros durante toda la eternidad de vuestra inmortal vida, pues aquí ningún mal os acontecerá, nadie osara tocaros y podréis disfrutar de los secretos que aquí guardamos con gran celo. Un fuerte sonido, como el ruido de cristales rompiéndose, retumbo en toda la habitación. Las paredes parecieron agrietarse y el agua empezó a filtrarse por las delgadas grietas en el nácar. Eliwyr alzo los brazos para protegerse de un gran pedazo de cristal de nácar que caía en dirección a su rostro. El fuerte impacto sumió en la oscuridad a Eliwyr. Se despertó con la boca llena de arena y el ruido del viento y las olas a sus espaldas, se incorporo y descubrió que ya no estaba en la ciudad submarina, ahora se encontraba en la costa de lo que parecía Herea Norte. ¿Había sido todo un sueño o había sido real? ¿Qué debía hacer ahora? ¿Debía contar que había encontrado una ciudad de nácar en el fondo del mar…? ¿Lo tomarían como un loco?...Eliwyr recupero del suelo su espadín y al mirarlo fijamente se dio cuenta de que no era su espadín, este estaba echo completamente de nácar y brillaba con suaves colores a la luz del sol. No reconoció la manufactura, pero estaba claro que no era élfica. Se ciño el espadín a la cintura, escupió los últimos restos de arena de su boca y tomo una determinación, no contaría a nadie lo que le había sucedido, pero se haría cuanto antes con un nuevo barco para hacerse de nuevo al mar y buscar la ciudad de nácar, ya no viviría en paz si no era allí.
Posted on: Wed, 04 Dec 2013 11:28:34 +0000

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