de Managua Publicado en 20/09/2009 de Pablo Emilio Barreto - TopicsExpress



          

de Managua Publicado en 20/09/2009 de Pablo Emilio Barreto Pérez Descubriendo secretos del misterioso Güisisil Pablo Emilio Barreto P. I Parte Mediante una agotadora y sofocante caminata hacia el cielo, escalamos el mítico Cerro Güisisil, en cuyas entrañas de abundante agua fresca se refugian las leyendas aterrantes del Lagarto de Oro, de La Mocuana, de Duendes secuestradores de niños, del electrizante helipuerto, de la idílica Cueva de la Tule, de los leones devoradores de cabros y de los ríos heladitos que brotan plateados con sabor a vida y desaparecen ante la mirada incrédula de excursionistas y de campesinos. El Güisisil es uno de los tantos Cerros, el más elevado, de 1,120 metros de altura, en la Meseta de Estrada, situado al pie de la comunidad campesina de El Naranjo, exactamente al norte del Municipio de San Francisco Libre. De lejos parece un ranchón extendido, con tres rocas inmensas en la cúspide, una de las cuales tiene forma triangular y en la cual es virtualmente imposible subir. Una de las leyendas más misteriosas está relacionada, precisamente, con los alrededores de una de esas rocas inmensas, la del Este, donde hace más de 40 años un grupo de especialistas alemanes o norteamericanos construyeron un helipuerto, en el cual descendía un helicóptero con especialistas para construir dos carreteras o trochas, una por el lado de Darío y la otra por el rumbo de San Francisco Libre. La dictadura genocida del somocismo nunca explicó cuáles eran los objetivos de las dos carreteras, pero pronto aparecieron decenas de luces potentes en esa cumbre, parte de las cuales parecían formar triangulaciones hacia el Cerro Barrabás y el Volcán Momotombo. Casi al mismo tiempo, subían poderosos tractores orugas y camiones por las llamadas “terrazas de lajas” del sur del Güisisil, por las cuales empezaron a bajar miles de tucas robustas de pochote, caoba, cedros, guayacanes, guanacastes, ceibos centenarios y hasta ojoches fueron derrumbados por los negociantes inescrupulosos de esa época. Esta horrible depredación es recordada por los más antiguos pobladores campesinos de la zona, entre otros, Alberto Rayo, doña “Chilo” Trujillo y Alejo Díaz Rayo. La trocha llegaba casi a los 800 metros de altura, según se aprecia actualmente. Según Alberto Rayo, los alemanes o gringos desaparecieron del misterioso helipuerto más o menos en 1972, y dejaron allí un escudo nacional inmenso, esculpido en metal, el cual fue supuestamente destruido y echado hacia el abismo principal del Güisisil, situado entre las rocas mencionadas y las llamadas “terrazas de lajas”, que fue por donde subimos hace poco tiempo los compañeros Juan Carlos Ramírez, concejal de San Francisco Libre; Francisco Saldaña Flores, técnico forestal; los campesinos Alejo Díaz Rayo, Narciso José Obando Flores y Rudy Rojas Rayo y este servidor, periodista e investigador de estos asuntos naturales. Codiciado Lagarto de Oro y la Aterradora Mocuana II Parte Las leyendas abundan en este mítico Cerro Wisisil, envuelto en rocas tan grandes como lomas enteras. Muchas de esas rocas parecen “arcoiris” por la variedad de colores que tienen, especialmente cuando uno va sometido a esfuerzos físicos enormes a unos 800 metros de altura, donde sopla un viento fuerte, heladito y productor de mil ruidos extraños al estrellarse en la arboleda boscosa. Una de las leyendas que más ha recorrido decenas de años en la mentalidad mágica de los campesinos y campesinas de este sector lleno de misterios es la del Lagarto de Oro y la del Gallo de Oro. El Lagarto de Oro y el Gallo de Oro han sido “vistos” por campesinos audaces presuntamente en los Cerros de Barrabás, Quebracho y especialmente en los túneles secretos del Güisisil. Ancianas como doña Chilo Trujillo sostienen que, precisamente, los alemanes o norteamericanos hicieron las dos carreteras en parte porque buscaban para ellos el Lagarto de Oro y el Gallo de Oro. Pero, según las leyendas, el Lagarto de Oro y el Gallo de Oro se habrían fugado de sus perseguidores metiéndose por los túneles misteriosos, mediante los cuales brotan bollantes decenas de ojos de agua desde unos 900 metros de altura hasta casi en el plan del Güisisil. “Mucha gente, incluyendo mis padres, hablaban mucho del Lagarto de Oro y del Gallo de Oro, pero no hemos podido saber exactamente dónde están o por qué motivos se desencadenó esta leyenda desde hace unos 70 años”, señala Alberto Rayo, uno de los tres finqueros propietarios de las lomas empinadas del Cerro Güisisil. Los más entendidos en asuntos de orden histórico y conocedores de la voracidad que han tenido por el oro tanto empresarios yanquis como los Somoza, consideran que esta leyenda tiene su fundamento en que ciertamente hay vetas de oro en un radio de unos 18 kilómetros cuadrados, entre los Cerros de Barrabás, Quebracho y Güisisil. La leyenda indica que a los voraces perseguidores del Lagarto de Oro y del Gallo de Oro les fue muy mal cuando hacían la carretera hacia la cumbre del Güisisil, donde el supuesto encanto de este Cerro misterioso los habría enterrado para siempre en los túneles por donde brotan los ojos de agua. Hace unos 7 años se hizo famoso el hallazgo de vetas de oro en el radio geográfico mencionado, pero se dijo que no era suficiente la cantidad de oro como para comenzar la explotación de este metal precioso. Tan liviana como un pájaro La Mocuana es una mujer bella III Parte La llamada “Mocuana” aparece en este ambiente legendario como envuelta en una ondulante neblina de misterio, unas veces con dosis de terror y en otras con un encanto idílico alrededor de los hombres, especialmente mujeriegos. Algunos hombres y mujeres de más de 60 años aseguran que esta leyenda de “La Mocuana” es tan vieja como los pobladores de más de 100 años de San José de El Naranjo. Otros como Alejo Díaz Rayo analizan un poco el asunto y dicen que en realidad “La Mocuana” hace su aparición casi al mismo tiempo que los asuntos del “helipuerto” en la cúspide y del arrase de la madera preciosa en las encumbradas faldas del Güisisil. “La Mocuana” es descrita por unos como una mujer bella, blanca, de pelo largo extendido, vestida con una especie de gabacha blanca, y otros sostienen que es una mujer morena, con rasgos indígenas hermosos y que supuestamente habita las entrañas del Güisisil con su marido el llamado “Cacique Rey Moctezuma”. La última vez que la vieron en las faldas empinadas del Güisisil fue hace cuatro años, cuando un grupo numeroso de hombres llegó con la típica arrogancia burguesa derrumbando árboles enormes y rocas con tractores orugas y jalando las tucas con camiones hacia Managua. Un ayudante del tractorista, nombrado Gustavo, supuestamente fue “acariciado” por la dulce y enamorada “Mocuana”. Numerosos campesinos del Naranjo relatan que Gustavo en media montaña gesticulaba, quería gritar, pero los músculos bucales se le habían paralizado por el terror ocasionado por la mítica “Mocuana”. Ya superado el terror, Gustavo contaría a sus compañeros que una mujer bonita, tan liviana como un pájaro, de cabellos largos dorados, blanca y de voz suave, lo había tocado e invitado a irse con ella. Otros trabajadores dijeron haber visto a “La Mocuana” mientras se bañaba en las preciosas cascadas de peñones del Güisisil, pero cuando fueron a intentar agarrarla, la mujer misteriosa parecía volar como un pájaro cuando subía por las rocas inmensas hacia lo más alto de la montaña. La leyenda de los Duendes ha sido común en este sector del Güisisil, el cual tiene sus lomos pedregosos hacia el lado de la Ciudad de Darío, Municipio de Matagalpa, donde las madres no dejaban salir a sus niños a la calle, hace poco tiempo, porque supuestamente habían amenazas de secuestro por parte de esos Duendes, que según numerosos campesinos habitan sitios misteriosos parecidos a los de “La Mocuana” en los Cerros Güisisil, Totumbla, Barrabás, Quebracho y Zapote. Los Duendes son descritos como “hombrecitos muy chiquitos”, casi del tamaño de niños, juguetones, y se les atribuyen consejos sabios y que al final buscan cómo llevarse a los niños hacia sus refugios o escondites misteriosos. La Leyenda de la Cueva de La Tule IV Parte A unos 500 metros de altura en el Wisisil hay una cueva que guarda una historia de amor, de misterio y de heroísmo, al final convertida en una leyenda después de 60 años de ocurrida. Prácticamente todos los campesinos, incluyendo jóvenes, cuentan que hace 60 años ocurrió una “fuga” espectacular de los jóvenes Lupe (Guadalupe) Martínez y Sixcón Martínez, cuyo noviazgo era rechazado por ambas familias. Una noche de esas oscuras en las orillas de estos Cerros, ambos desaparecieron sin dejar rastro ni razón alguna con nadie. Dicen que el joven conocía una cueva a la orilla de varias cascadas de un ojo de agua a unos 500 metros de altura en el Güisisil. Se fueron a vivir a la cueva, conocida hoy por los campesinos como “La Cueva de la Tule”. Según esa historia, ambos decidieron, en los primeros años, no revelar el sitio en que estaban viviendo. Mientras tanto, dentro de la cueva se dedicaron a fabricar cususa, la cual iban a vender a Darío y otras comunidades alejadas de San José de El Naranjo y de San Benito. Al mismo tiempo, plantaron un chagüite de casi una manzana en la orilla del río, donde también atrapaban cangrejos y pescados para la comida. Se afirma que hasta se consiguieron varias vacas y dos caballos. La Cueva de la Tule, en roca maciza, tenía un metro y medio de altura, unos seis metros de ancho y unos siete metros de fondo, suficientes para los camastros de madera, mesas y asientos que se habían fabricado para vivir. Por la venta de cususa, plátanos, guineos y leche, ambos podían comprarse la ropa y otros elemento básicos para la vida diaria. A los seis años, ya tenían tres hijos. Hasta entonces, decidieron visitar a sus padres y madres, a los cuales les presentaron a los tres nietos. Entre el campesinado se asegura que al ocurrir esta presentación, seis años después de la “fuga”, se acabó el conflicto entre ambas familias por el noviazgo de los dos jóvenes. Esta cueva fue semidestruída por las portentosas corrientes del Huracán Mitch, las cuales abrieron cárcavas enormes desde la cumbre del Wisisil hacia las comunidades de San José del Naranjo, San Benito I y II. Las cascadas preciosas Apariciones y desapariciones de ojos de agua V Parte Uno de los aspectos naturales más espectaculares que ofrece el misterioso Güisisil cuando uno sube y baja por sus hondonadas o cárcavas profundas de hasta 150 metros de profundidad, son los ojos de agua que brotan a borbollones como de esponjas inmensas apretadas desde las entrañas subterráneas del Cerro, especialmente a unos 850 metros de altura. Los ojos de agua se escurren veloces hacia abajo por encima de rocas enormes, formando cascadas preciosas y pozas, donde el agua se siente helada como si le hubieran echado hielo. Estos ojos de agua claritos abundan. Los excursionistas ya mencionados pudimos ver, al menos, unos 40 ojos de agua, los cuales brotan por en medio, debajo o encima de rocas enormes, o por debajo de árboles centenarios de hasta 40 metros de altura. Las cascadas o caídas de agua sobre rocas enormes también abundan. Hasta nos dimos el lujo de bautizar algunas con los nombres de “Cascadas de los Cardones, Cascadas de los Ojoches, Cascadas de las Rocas, Cascadas del Salto, Cascadas de la Cueva de la Tule”, etc. Precisamente, frente a la Cueva de la Tule ocurre uno de los misterios naturales más excepcionales. El río pequeño de repente desaparece. Uno adivina que se introduce por un túnel subterráneo, lleno de un manto rocoso. El río vuelve a brotar unos 400 metros más adelante en la bajada hacia la comunidad de El Naranjo. A unos 800 metros hacia la cúspide, existe un bosque nutrido, casi virgen, debido a que allí resulta prácticamente imposible bajar los árboles con orugas y camiones. Encontramos árboles frutales como nísperos, zapotes, zanzapotes, ojoches, guapinoles, cuyas frutas son devoradas por monos congos y seres humanos, especialmente en épocas de hambrunas, explica Alejo Díaz Rayo. Comimos de esas frutas y bajamos con ellas, especialmente de ojoches, a pesar de que una de las leyendas indica que si uno las toma para llevárselas, se pierde, se “encanta” en las montañas del Cerro Güisisil. Encontramos árboles especiales como “leche de sapo”, venenoso; guabayos silvestres enormes, de hasta 40 metros de altura; “diente de león”, la cual sirve como diurético, según explicaciones científicas de Francisco Saldaña Flores. Hay pavones, venados, garrobos, cusucos, palomas, pájaros desconocidos para los campesinos y lo más sorprendente: encontramos cangrejos de ríos en una de las pozas y al pie de cascadas. Saldaña Flores y Juan Carlos Ramirez teorizaban acerca de que tal vez el matrimonio de Tule llevó los cangrejos de alguna parte hacia el Güisisil. Allá arriba es fresco, al extremo de que uno no quiere bajar cuando está a más de 900 metros de altura. Y, por supuesto, circula la versión campesina aterradora de que algunos tigres y leones se comen el ganado cuando éste se adentra en las alturas del Güisisil. Crearán Reserva y Centro de Estudio en el Güisisil VI y última parte A raíz de esta exitosa excursión al misterioso Güisisil, el Alcalde de San Francisco Libre, José Angel Velázquez Laguna, anunció la posible creación futura, a corto plazo, de una Area Protegida o Reserva en el Güisisil, con el fin de protegerlo como uno de los pocos bosques que le quedan a San Francisco Libre. La segunda área boscosa es el llamado Bosque El Limón, ubicado a la orilla costera norte del Lago de Managua. Velázquez Laguna anuncia que la Alcaldía planteará el asunto a los finqueros Alberto Rayo, Rufino Rayo y Martín Rojas, quienes aparecen como propietarios de la mayor parte de las lomas empinadas del Wisisil. El Area Protegida tendría como finalidad controlar los despales indiscriminados, y para que los cazadores tengan claridad de que se puede mantener, por ejemplo, una creciente cantidad de venados, con sólo no matar las hembras cuando éstas están panzonas o embarazadas. Lo mismo se haría con las iguanas, especialmente en época de desove como los meses de marzo y abril. Al mismo tiempo, la Asociación de Educación Popular Carlos Fonseca Amador anuncia la intención de hacer un Centro de Estudio de la flora y la fauna del Güisisil, lo cual estaría ubicado en las faldas del mismo Cerro. Este estudio tiene como finalidad establecer con precisión qué cantidad de especies de árboles existen, cuáles son las que han escaseado y finalidad parecida sería en cuanto a la fauna tanto terrestre como acuática y aves. Al subir a casi 900 metros de altura pudimos ver manadas de cotorras, palomas de alas blancas, no pudimos ver los pavones, pues dicen que han escaseado por exceso de cacería. Se anuncia también que la Alcaldía en combinación de esfuerzos con Organismos No Gubernamentales, van a instalar tubería para llevar el agua desde las cascadas de la Cueva de la Tule hasta San José de El Naranjo, situado a unos dos kilómetros al sur en bajada. Esta comunidad ha padecido de escasez de agua desde siempre, a pesar de abundar el agua en el reservorio natural de agua del Güisisil.
Posted on: Sat, 07 Sep 2013 22:41:26 +0000

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