2 Corintios 12:2 “Conozco a un hombre en Cristo, que hace - TopicsExpress



          

2 Corintios 12:2 “Conozco a un hombre en Cristo, que hace catorce años (si en el cuerpo, no lo sé; si fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe) fue arrebatado hasta el tercer cielo.” El tabernáculo, modelo de las cosas celestiales que Dios mostró a Moisés en el monte, se dividía en tres partes: el atrio, el lugar santo y el lugar santísimo. Eran lugares que tipificaban lo que estaba fuera y por encima de la tierra. En primer lugar, el atrio, donde se hallaba el altar de bronce, imagen de la cruz, en un sentido fuera de la tierra, y de la cual Jesús dice: “ Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo.” (Juan 12:32). El mundo declaró allí que no había lugar en la tierra ni aun para los pies del Salvador. Puede decirse, pues, que la primera parte del tabernáculo sale de los limites de las cosas terrenales, como símbolo. Es el punto que ya nos separa del mundo. Del atrio se entraba al lugar santo, donde se encontraba la mesa con los panes de la proposición, el candelero y el altar de oro. En figura, todos estamos en el lugar santo, presentados a Dios en Cristo, capaces de rendir culto, iluminados por el Espíritu Santo. A continuación viene el lugar santísimo, figura del tercer cielo. Allí estaba el arca y el trono de Dios sobre el propiciatorio. En el tercer cielo podemos entrar por el Espíritu, a través del velo rasgado, pues allí hallamos el trono de la gracia. Pero el apóstol Pablo había sido arrebatado en realidad. Sin poder decir, sin embargo, de qué manera, y allí había cosas imposibles de ser comunicadas a los demás. A nosotros no nos es posible entrar así, pues no hemos recibido como él un ministerio inspirado para presentar a los hombres los misterios de Dios. Pero, para el creyente, hay un lugar más íntimo que el trono: la casa del Padre. Si no tenemos la perfección de revelaciones que solamente el apóstol ha tenido, Dios nos ha abierto el lugar secreto de su tabernáculo, donde podemos meditar sobre la presencia encantadora de Cristo, quién nos ha revelado al Padre. No oímos cosas inefables, pero nuestras almas gozan allí de la comunión con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Cuando estemos allí corporalmente, será distinto, sin duda, pues en todo y para siempre seremos parecidos a Él en la gloria; pero desde ahora podemos gozar de ese lugar bendito. H. Rossier 1 Juan 1:3 “lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo.”
Posted on: Mon, 30 Sep 2013 15:18:32 +0000

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