2 espiritual poseemos esta - TopicsExpress



          

2 espiritual poseemos esta naturaleza conocedora de Dios, obediente a Dios y agradable a Dios, que se inclina a complacer y glorificar a Cristo. Estas dos naturalezas cohabitan en todo creyente durante toda su vida. Juan escribía a los creyentes como si esperara que ellos no pecaran porque tenían la naturaleza dada por Dios: “Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis.” Sin embargo, hizo provisión para el caso de que pecaran, porque tenían la naturaleza de Adán: Y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo” (1 Juan 2:1). Dios no hace tentativa alguna para mejorar esta vieja naturaleza, porque es incorregible; ni para dominarla, porque es irreconciliable; ni para desarraigarla. Él tiene una manera mucho más maravillosa de vencerla. El conflicto de estas dos naturalezas en todo creyente La coexistencia de estas dos naturalezas diametralmente opuestas en una persona trae inevitablemente lucha. Es la lucha de-los-siglos entre Satanás y Cristo, entablada en la vida del cristiano. La lucha está personalizada en el capítulo 7 de romanos. Cristo había entrado en la vida de Pablo para poseerla y dominarla. Pero otro le disputaba su derecho. El capítulo 7 de romanos es la descripción de un hombre “destrozado” por este conflicto y confundido y descorazonado hasta lo indecible. Es ésta la lucha que hace tambalearse a más de un cristiano joven y produce a menudo un eclipse total de fe o una gradual regresión hacia el mundo. Tomó el primer paso en la vida cristiana porque su conciencia había sido despertada para darse cuenta de la maldad de sus obras Lo que más le afectaba eran sus pecados. Buscó a Cristo como su Salvador para poder obtener perdón de pecados. Al darse cuenta del perdón experimentó gran gozo y comenzó a dar testimonio de Cristo. Pero pronto se encuentra a sí mismo haciendo otra vez las mismas cosas; persisten los malos hábitos; lo que es peor aún, decrece el gozo de Cristo, el corazón se enfría y acaba por desalentarse completamente. Pero su amor a Dios no se ha apagado del todo. Hay algo en él que clama por Dios, a la vez que hay algo también que disputa centímetro por centímetro los derechos y el dominio de Dios. Lucha contra el pecado, pide a Dios que le liberte, y hace todos los esfuerzos de que es capaz para conseguir la victoria. Llega a un punto en que dice: “¿Vale la pena?” Un día, al borde mismo de la desesperación, clama pidiendo socorro: “¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?” Lo que parece una completa caída es en realidad la hora de su liberación. Tenía que llegar al capítulo 7 de romanos antes de entrar en el capítulo 8. ¿Estás tú viviendo todavía en el capítulo 7? ¿Quieres saber el camino de salida? La victoria sobre la vieja naturaleza Dios nos ha dado instrucción clara y definida acerca de la parte que a nosotros nos corresponde en el destronamiento del “yo”. Debemos condenar la carne. - Dios condena la carne como completamente pecadora. No ve “bien” en ella. Hemos de aceptar el juicio que Dios hace de la carne y obrar en conformidad con él. A primera vista puede parecer cosa fácil, pero considera mejor el asunto. La norma de Dios es muy estricta. Él dice que en la carne “no mora el bien”, en ninguna parte de ella - ni en el centro, ni en lo que hay fuera del centro. Él condena sus deseos “privados” (Ef. 2:3) y sus obras “públicas” (Col 3:5-9). El primer paso que Pablo dio hacia la vida en el plano más alto fue condenar la carne y “no tenerle ninguna confianza” (Fil. 3:3-4). Pero nosotros tenemos confianza en la carne. La dividimos en buena y mala. Ciertas cosas de la carne las condenamos como pecaminosas, otras las admitimos como debilidades; pero hay otra considerable porción de la carne que tenemos en alta estima y en la cual confiamos sin reserva. Hacemos un asesoramiento de nuestra carne, y nos parece que la “parte buena” alcanza una proporción bastante aceptable.
Posted on: Mon, 09 Sep 2013 01:53:35 +0000

Trending Topics



Recently Viewed Topics




© 2015