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3 - 12 3. ¿SIRVES A DIOS O A TU IGLESIA? (Cambio de 1 - 5 a 1 - 12) Pero no únicamente las religiones se han enseñoreado en el mundo. También las órdenes monásticas han crecido enseñando el servicio y promoviendo el amor a la humanidad. Para ellas también tengo algunas palabras. El Hombre fácilmente pierde la orientación entre lo que es el camino espiritual y la necesidad de mantener fuerte la institución que lo hace posible. Uno es el camino que el ser humano siente en el corazón y que lo lleva a buscar a Dios y otro muy distinto el que ofrecen las instituciones que han interpretado de manera particular esa necesidad y han construido un medio para servir a la humanidad. Toda institución de servicio requiere administradores. Ellos están ahí para dirigir la institución, para asegurar su sustentabilidad, su permanencia, su sana economía y demás requerimientos que las leyes de cada país les exijan. Pero ellos no pueden dictar las acciones que deben darse en el camino de servicio, que originalmente las inspiró a formarse. Esas acciones deben estar inspiradas en el amor a Dios, en esas entregas místicas que sólo aquéllos que son movidos por el fuego de la pasión al servicio pueden experimentar. Los primeros sirven a la institución, los segundos son los que pueden servir como guías de los que inician, son los verdaderos servidores de Dios. No se puede servir a dos amos. El administrador debe tener su mente puesta en la organización. El servidor, la debe tener puesta en Dios. Los primeros deben estar a las órdenes de los segundos, porque primero es Dios y luego la institución que le sirve. Cambiar el orden significaría que Dios atiende a su iglesia primero y a sus hijos después, y nadie puede fijar a Dios una prioridad que no tiene. Siempre será primero la humanidad y después las organizaciones construidas para ella. Primero el ente físico y luego el moral. Cada religión y orden monástica tiene un consejo religioso, alguien que decide en el máximo nivel las acciones que deben emprenderse. Pero dentro de ese órgano máximo es fácil ver que quienes lo dominan están poseídos por el deseo de poder, de dominio. Es normal que las almas más sensibles a las irradiaciones del amor de Dios, aquellos que “saben” la voluntad de Dios y la perciben, no son las almas de carácter ni las que dominan esos Consejos. Es natural que aquél que detenta el puesto sea la persona de carácter fuerte y firme, que cuida de que las cosas se lleven según el orden establecido, el problema es que siempre es “el orden como él lo entiende”. Ésta es una consecuencia natural de la forma como las organizaciones están construidas en la Tierra. Siempre dominará aquél que puede hablar más fuerte, el que es capaz de tomar acciones más radicales, y que de alguna manera ha adquirido el poder bajo cualquier tipo de maniobras, no siempre muy honestas. Al final el jerarca es nombrado, ya sea como coordinador de una junta de consejeros o como máximo director de una institución, pero siempre será un administrador. Aquél que cuide a la institución, siempre su preocupación será primero la institución, luego Dios. Pero esos administradores, cuando se quedan solos, en el rincón de su habitación, cuando ya las luces se apagaron, cuando no quede nadie más que sus pensamientos y su oración a Dios, ellos se justificarán diciendo que todo lo que hicieron fue necesario por su iglesia. Que todo lo han hecho por la iglesia que es de Dios. Que si algún pecado han cometido ha sido por amor a Dios y a su obra… y esperarán… y esperarán… una señal, algo que les indique que Dios les escuchó. … pero sólo el silencio recibirán como respuesta. Porque a Dios no le interesa una iglesia que para mantenerse viva entre los Hombres tenga que violar sus derechos, o construir intrigas, levantar falsos testimonios y tantas y tantas cosas más. Por eso es que se requiere una revolución silenciosa. Las iglesias están en crisis, las grandes organizaciones religiosas están en crisis, porque el tiempo ha llegado en que la humanidad despierte. Si pudiéramos comparar la historia humana con las estaciones del año, diríamos que la primavera está próxima y los retoños empiezan a asomar por entre las ramas. Miles de hombres, mujeres y niños empiezan a despertar en todo el mundo. Ellos no requieren educación espiritual, no del tipo que las iglesias imparten. Ellos lo que requieren es un mundo de amor y de paz, un mundo de manos enlazadas y trabajando por resolver los conflictos del pasado. Para ellos es para quienes vamos a armar esta revolución silenciosa, este movimiento de transformación social. Un movimiento libre de fronteras, de egoísmos, de fanatismos, de clases sociales. Un movimiento que parta de lo más fundamental: El Ser Humano, con todas sus necesidades y anhelos. Esta es la nueva sociedad que ha venido despertando y que se apresta a brotar con tal plenitud, que no habrá nadie en el mundo que pueda parar la cantidad de transformaciones que se generarán simultáneamente, en cascada, en todos los órdenes de la vida. Pero es menester hablar del mundo superior. El mundo de donde procede la vida. Y por eso he mandado este escrito. Para decir al mundo lo que debe escuchar y lo que debe identificar como mentira. Lo que debe reconocer como una invención humana que busca ganar adeptos y reconocimiento.
Posted on: Thu, 11 Jul 2013 08:01:38 +0000

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