A toda ocasión corresponde una reflexión, me dijo alguna vez un sensei de Aikido. Y así, contemplo desde ayer las verdades desveladas que me entregó Silvio Rodríguez a través de sus letras, ese sabio señor que me acompaña desde mi infancia. A través de sus palabras, escuchando canciones como "El problema", "El Necio", "Abracadabra", pude ser testigo con el ojo de la mente, observando el país ideal que muchos sueñan alcanzar por medios equivocados, en una realidad que odian quienes saben que no es el camino. No se trata de quién tiene y quién no tiene. No se trata de quién recibe y quién da. Ya no. Hoy solamente se trata de dos verdades a seguir, perpetuamente confabuladas una en contra de otra, sin estudiar defectos y virtudes. La división íntegra, en toda su paradójica magnificencia, de dos bandos que jamás podrían amarse, porque todo acto mal hecho es resaltado, y toda buena obra de quien sea queda relegada al fondo de algún diario de poca monta, si es que siquiera se molestan en buscarlas entre la selva de amarillismo que puebla los medios. Hoy ya no es un país luchando por la paz, sino una sangrienta guerra de ideologías, y a quien me diga que exagero, que me explique por qué no se trata de sangre, si la que bulle por nuestras venas es envenenada constantemente por falsas verdades y trucos de ilusionista. Gracias, Silvio, una vez más, por abrir mis ojos contándome tu punto de vista que jamás pude ni podré compartir del todo. Tus palabras me permiten comprender a quien apoya y a quien no. Y dejame expresarte mi rencor, porque siento que la tristeza me inunda cuando veo las palabras han dejado de buscar concilio, y se alzan en armas contra una inicial y un simio, aspecto único que hemos tomado en esta década, reducidos a apologías de alfabeto y fauna. Te debo la tristeza del conocimiento, y de saber que la división de la gente de mi país está lejos, muy lejos de tocar fondo. River-Boca por siempre, trovador. La verdad inacabable.
Posted on: Tue, 03 Sep 2013 22:15:10 +0000
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