ANÉCDOTAS Y RECUERDOS. UN GRANDE: ALFRED MEYER ¿COMO CONOCÍ A ALFRED MEYER? Eduardo Greitzer | Jueves, 22 de agosto de 2013 Les acercamos una anécdota del jugador Eduardo Greitzer sobre uno de los grandes campeones Argentinos del Tenis de Mesa. Antes que nada, me gustaría pedirles que imaginen que estamos en una pizzería, quevinimos después del club, y que ya le entramos a unas de Muzza y a alguna Fugazzetta, todo regado por alguna birra, o gaseosa si prefieren, ya estamos enla sobremesa, el gallego está trayendo el café, y empiezo a contarles estahistoria: Todoempezó allá por septiembre u octubre de 2011, llegué al club, y antes de que meprepare, Osvaldo Guadalupe que me ataja, y a boca de jarro me lo larga: _ enpoco tiempo se juega el metropolitano maxi 50 por equipos _ quEEb ien Lecontesto _Podríamoshacer un equipo para participar _y si, armenló _vos yyo Me dice _pero Osvaldo yo nunca jugué en FETEMBA _qué tiene que ver? _queme parece que no estoy para jugar en ese nivel _pero somos los únicos 2 mayores de 50 del club, si vos no jugás yo tampoco puedo Y esas fueron las palabras que me convencieron, si uno no puede hacerle la gamba a un amigo, entonces ¿para qué tiene amigos? A pesar de que nunca estuve del todo convencido, empezamos a entrenar para el maxi 50. Y llegó el día del debut, y allá fuimos con Osvaldo. La primera cita era enRiver, Osvaldo ya me había dado el dato de quienes eran nuestros rivales:Sociedad Alemana, River, 25 de Mayo y Compañía de María, ¿para qué me lo habrá dicho? Más que nunca me sentía sapo de otro pozo. Unasensación de incomodidad me recorría el cuerpo, tenía la certeza de que estabacometiendo una irreverencia. Llegamosal salón de juego y nos encontramos con los jueces Víctor Navarro, a quiénconocía sólo por haber chateado en facebook, y Maxi de Sousa a quien si conocíapor haber concurrido a los torneos que organizaba en el Islands. Saludamos ynos fuimos a cambiar, Osvaldo había traído camisetas nuevas, pensé, al menosvoy a estar bien vestido (eso si, de azul y amarillo en el estadio de River). Buscamosuna mesa y empezamos a pelotear. Por el rabillo del ojo miraba a la otra mesa,en ella estaban calentando Alfred Meyer y Juan Monte de River. La sensación deincomodidad aumentaba, ¿hace falta decirlo? Osvaldo permanecía imperturbable. Serealiza el sorteo y nos toca jugar primero con River, trago saliva y me voy apreparar. Mi primer partido en Fetemba lo jugué contraJuan Monte. ¿Elresultado le importa a alguien? Bueno, mejor así. Osvaldojugó su partido, y luego jugamos el dobles, allí me di el gusto de jugar contraAlfred, no fue mano a mano, pero me di el gusto. Allí terminó el enfrentamientocontra River. Ilusos, pensaban que iba a haber más partidos? Mientrasesperábamos Jugar en segundo turno contra compañía de María, tuve laoportunidad de charlar con nuestros rivales recientes. Les confieso que allí misensación de incomodidad comenzó a cambiar por una completamente opuesta.Alfred Meyer me pregunta cosas personales y otras relativas al tenis de mesa. Ycuando me invitan a hablar, hablo, para gusto de algunos demasiado. Y en pocosminutos le hice una breve reseña de mi vida y de mi acercamiento al deporte,pobre Alfred, le conté de mis problemas de salud entre otras cosas. Paraese momento yo ya estaba en otro mundo, muy distinto al que hacía unos minutoshabía llegado. La amabilidad de este caballero, su simpatía y don de genteshabía logrado un milagro, me sentía relajado y a gusto, pero por sobre todaslas cosas, ya no me sentía en un lugar en el que yo fuera ajeno. Perola competencia continuaba, jugamos contra Compañía de María, o mejor dicho,compañía de María jugó con nosotros. Cumplido el trámite, con un Osvaldo feliz por haber participado, nos dirigimos al vestuario a cambiarnos, de camino vimosque Alfred y Juan estaban peloteando, yo no podía dejar de admirar la técnica de Alfred, la solvencia de sus golpes, la depurada técnica de su estilo lapicero,su movilidad y reflejos, con esa imagen me retiré del salón. Mi estado de ánimo había dado un vuelco, al contrario del sentimiento a lallegada, estaba muy alegre de haber venido, y hasta el día de hoy se lo agradezco al querido Osvaldo. Charlamos mientras nos cambiábamos, Ya hacíamosplanes para la segunda fecha. Terminamos de cambiarnos y nos dirigimosnuevamente al salón para despedirnos. Al pasar frente a la mesa vimos que losrepresentantes de River ya no estaban peloteando, no se de donde saque corajepara la pregunta, pero la hice: Alfred no jugarías un par de sets conmigo, porsupuesto fue la respuesta. Y amigos, no saben el gusto que me di ese día, jamáslo voy a olvidar, mientras jugábamos me daba consejos “animate y topeá más”, lointenté Alfred, juro que lo intenté. Mientrasnos íbamos del club yo sentía que el tenis de mesa me salía por los poros, ¡QUÉGRAN DÍA! ¡QUÉ GRAN DÍA! Lesconfieso que hasta ese momento sólo había sentido hablar de Alfred Meyer. Peroen realidad no conocía toda su inmensa trayectoria, y como soy curioso me pusea investigar, y resultó que es un grosso, pero un grosso de verdad, y me decíaa mi mismo, si hubieras sabido quien era ¿le hubieras dicho si jugaba unos setscon vos? No, seguro que no, no me hubiera animado, y después pensé, este tipo esla humildad y la modestia personificada, él aceptó mi invitación, y yo no lopodía creer. Para los que piensan que la historia se termina aquí, les digo queno, que lo que viene a continuación, al menos para mi, es más conmovedor. Lasegunda fecha se jugó un mes y medio después, en el CENARD. Se jugaban unmontón de categorías. Tenimesistas por todos lados, amigos por todos lados, noparaba de saludar. Alingresar al salón nos enteramos de varias noticias, la primera que SociedadAlemana no se presentaba, ganaríamos los puntos sin jugar. Lasegunda, en el intervalo entre la primera y la segunda fecha, se había jugadoel latinoamericano de veteranos en Panamá, y Alfred Meyer había traído lamedalla de oro de su categoría (+70) colgada en el cuello. Pero no era lo únicoque traía, también traía una lesión en su rodilla, que era el motivo por elcual no podría jugar la segunda fecha. El equipo de River ya estaba en ellugar, y Carlos Van Lerberghe formaba parte en esta ocasión. Quépena, tenía ganas de verlo a Alfred para agradecerle el gesto que había tenidoconmigo, y seguramente no iba a venir. Con Osvaldo nos pusimos a calentar yestábamos esperando que se inicie el juego. En esoestábamos cuando Lo veo ingresar a Alfred, llegaba con ropa de calle y unarodillera, caminaba con cierta dificultad, pero había venido a alentar a suscompañeros. Me acerco con la mano extendida para saludarlo, me tomó la mano yme dio un abrazo, me dijo ¿cómo está ese corazón Eduardo? ¿te estás cuidandono?. Yo no podía salir de mi asombro. Este hombre que había jugado tenis demesa en el lugar del mundo que se les ocurra, que tantos gritos de campeónhabía acumulado, que tanta gente de aquí y de las antípodas conocía, si, estehombre que sólo una vez me había visto, se acordaba de lo que hacía un mes ymedio le había contado, y me preguntaba por mi salud, y se acordaba de minombre. Ustedes dirán: la humildad de los grandes, yo prefiero invertirlo LAGRANDEZA DE UN TIPO HUMILDE.- ¿Y por qué prefiero invertirlo? Por que me pareceque si bien a Alfred le interesan la competencia y el deporte, el ranking y losresultados, él prefiere por sobre todo ser un ser humano, valorar lacamaradería , y lo más destacable, ya que por estos días se ve muy poco,escuchar a quien le habla mientras mira a los ojos.- Lacompetencia siguió, jugamos con dos verdaderos caballeros, Miguel RodríguezMainz y José Luis Moschini de 25 de Mayo. Pero eso ya es historia.Y el torneo terminó y hubo premiación, y hubo fotos, fotos que atesoro como los recuerdos más bellos que me dio este juego. Yo todavía tengo sueños, ¿o se creían que los veteranos no tenemos sueños? Y sueñocon que vuelvo a ser chico, y con la pregunta recurrente ¿qué querés ser cuando seas grande? Y mi respuesta no se hace esperar CUANDO SEA GRANDE QUIERO SER COMO ALFRED MEYER.-
Posted on: Tue, 05 Nov 2013 18:51:06 +0000
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