Alejandro Aguilar Prado ¡Buenos días!, me dice la señora. - TopicsExpress



          

Alejandro Aguilar Prado ¡Buenos días!, me dice la señora. ¿Cafecito? Sí, gracias. Qué sabroso mi cafecito mientras leo el periódico, antes de emprender la batalla de salir a la calle. Me propongo vivir este día lo mejor que pueda. El encabezado del periódico dice: El juicio del siglo está paralizado. ¿El juicio del siglo? pero si estamos en 2013 y quedan 87 años de este siglo. Muy temprano para llamar a un suceso así. Que si es genocidio, que no lo es, mil opiniones desde hace días. Qué tempranito comienza la batalla. ¿Deprimente?, noo… que va. Ummm… pienso. Pareciera que no se firmó la paz hace tantos años. Y sigo con el periódico . Un columnista compara y dice que tres veces ha habido embestida del comunismo en nuestro país, según él. Con Árbenz una. Fidel Castro, dos. La última con nuevos jugadores jóvenes, en su mayoría mujeres. Me quedo pensando: iluso el coronel Árbenz en no ponerse de acuerdo en el precio de la tierra que le quitaba a unos, para supuestamente darle a otros. Pues por regatear más de la cuenta se peleó con los gringos y no pensó que estaba en los inicios de la guerra fría. Que el embajador Peurifoy venía de acabar con los comunistas en Grecia. Que derrotaron a Japón y Alemania. Que estrenaron la era atómica. Que estaba rodeado de comunistas, a los que él llamaba maestros. Fidel Castro, que se apropió de una isla y tomó venganza de Guatemala por la mala apuesta de Ydígoras, al prestar nuestro territorio –la finca Helvetia– para entrenar a los cubanos y perder la batalla en Bahía de Cochinos, por la traición de los mismos que armaron la invasión. ¿Estás loco? ¿De dónde sacaste eso? me preguntan. Pues resulta, que hace 15 años con la apertura de relaciones con Cuba y debido a la firma de los Acuerdos de Paz, me di una vuelta por la Isla, para ver qué posibilidades había por allá. El promotor de negocios, logró una cita con el comandante de la Revolución de apellidos García Frías. Menudo recibimiento: al llegar, un tipo pintando sin pintura una pared. Ese sí que se está haciendo la brocha, pensé. Luego, un tipo observando por el espejo retrovisor de un Ford del año 58, y, para rematar, en la entrada unos guaruras con caras de pocos amigos y unas pistolonas que les llegaban a las rodillas. Después de un breve saludo y un aburrido y largo discurso político, el comandante nos explicó por qué ahora sí podían hacer negocios dentro de su Revolución. Para concluir dijo que estaba bien que fuéramos a Cuba, para ver que no era cierto todo lo que dicen. Le contesté que para nosotros no era fácil animarnos a visitar la Isla, pues no fueron pocos los daños que causaron en nuestro país. Pensé, qué palabrita más dura para decirle al matasiete sobre lo que habían hecho en Guatemala. Pero él, tranquilo dijo: “ven chico, te voy hacer un cuento”. Nos vinieron a avisar que habían unos peludos en Bahía Girón y fuimos para allá y los capturamos. Chico: ¿tú sabes de dónde venían? De Guatemala chico. Así que te pregunto, ¿quién comenzó? Después de un silencio de todos, y una cara de satisfacción de parte de Guillermo, le pregunté: ¿Sabe que ustedes fueron los últimos en independizarse de España? y eso que les ayudaron los gringos en 1898, pero ¿sabe usted cuál fue el primer país que reconoció su independencia? Pues no chico. Pues fue Guatemala. –Esa no me la sabía– contestó. La historia es más larga que su Revolución. A propósito, el comandante era el comandante de la Flora y la Fauna: ¿qué tal? Después leí de uno de los primeros guajiros que apoyaron a los revolucionarios cuando descendieron del yate Granma (abuela), que era muy bueno con la ametralladora y muy fiel, ya que después de tantos años seguía aún ahí, tenía crianza de caballos y peleas de gallos. Pero regresando a Guatemala, unos aventureros, ladinos y burgueses, se inclinaron por el marxismo y desde los años sesenta comenzaron su lucha armada. Estos marxistas, se apropiaron de un proyecto que no era comunista en sus orígenes, como tampoco lo fue la Revolución del 44. Tras varias derrotas, Castro los unificó en la URNG. Paralelo a la frontera de Huehuetenango, Quiché y Alta Verapaz, paralelo al río Usumacinta, pasando sobre un gran puente sobre el río Lacantún, en la selva lacandona, hasta llegar a la carretera que va de Palenque a Tenosique, existe un camino de terracería que hicieron los mexicanos para delimitar su país con el nuestro, como si fuera finca. Esta carretera fue utilizada por los comunistas para realizar sus actos terroristas y huir sin ser perseguidos del lado mexicano, hasta reinsertarse al territorio guatemalteco en los alrededores de las ruinas de Piedras Negras, donde acampaban y tenían sus siembras y pescaban en el río Usumacinta, que era su centro de descanso. Esa logística les sirvió para infiltrarse en los departamentos de Quiché, por el paso Ingenieros, y Huehuetenango. Comenzar su labor de convencimiento de un futuro mejor a los indígenas de la zona, entre estos los ixiles. El futuro mejor era el establecimiento de una dictadura marxista, pero como buenos políticos sabían que ofreciendo no se iban a quedar pobres, pues ofrecer no tiene costo. Los problemas los crearon los marxistas al infiltrarse en el gobierno de Árbenz provocando la reacción de Estados Unidos; la contrarrevolución provocó el cierre del espacio y oxígeno político para ellos mismos y derivó en las estrecheces mentales del anticomunismo. Esto los forzó a la clandestinidad, donde ya no se sabía quién era quién, con la consiguiente espantosa represión. En Costa Rica nunca los proscribieron y jamás pasaron del tres o cuatro por ciento en las elecciones. Hoy en nuestro “periodo democrático” lo hemos visto aquí también, no pasan de la marginalidad. Según Jean-Marie Simon, en su libro Guatemala: Eterna Primavera, Eterna Tiranía, el 90 por ciento de los guerrilleros eran indígenas y como se evidenció con la búsqueda del apoyo popular indígena, de parte de un grupo de ladinos marxistas, provocó que otro grupo de ladinos liderando a otros indígenas en el Ejército se enfrentaran en una terrible guerra sucia. Habría que juzgar a los que buscaron engañar a esas poblaciones empujándolas contra el Estado. Es muy difícil definir, bajo esas circunstancias, el enfrentamiento como genocidio. Crímenes contra la humanidad es fácil probar con las masacres que tuvieron lugar, con la desaparición forzada, con los secuestros y los asesinatos. Que los juzguen, sí, está muy bien, que les caiga todo el peso de ley, a los que abusaron de sus creencias e ideologías y a los que abusaron de su posición de poder. A todos esos malos guatemaltecos que usaron la excusa de la guerra para su propio beneficio, para su enriquecimiento ilícito, en un país paupérrimo donde todo falta por hacer. A los que se dedican a sembrar la insidia desde el extranjero, financiando grupos de malos guatemaltecos que solo se oponen a todo y no sugieren otras soluciones, a los militantes radicales de la izquierda y la derecha, así como a los burócratas transitorios del Estado que solo se enriquecen a costa del pueblo, en el Gobierno. A esos malos líderes también que se quemen en el infierno. Talvez, con ellos encerrados donde deben, podamos empezar a reconciliarnos, a sentirnos orgullosos de ser guatemaltecos y no vernos de más o de menos unos a otros y pelearnos por todo, impidiendo así, un futuro mejor para las siguientes generaciones. En estas cavilaciones estaba cuando regresó la señora y me preguntó: ¿Otro cafecito? ¡Caray! ¿Qué hora es? No gracias, le dije. Se me fue el tiempo con estos pensamientos, pero me siento mejor. Me siento liberado. ¿Depresión? ¿Cuál? Ya saqué lo que me estaba molestando el alma, hoy temprano. ¡Dios mío, a correr, hay que trabajar! ¡Voy tarde! ¡Qué debo! ¡Qué me deben! ¡Ay no! ¿Otra ves la depre? No hombre, a eso le llaman estrés. Pero los que están viendo pasar aviones ya no lo tienen. ¿Ya vio la tele? No tengo tiempo le contesté. Me dice: mire se llevaron a Portillo. Vaya pues, ya comenzó… ¿Depresión? ¿Por qué?
Posted on: Thu, 20 Jun 2013 22:51:11 +0000

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