Alumna Florencia Martínez y Profesora Lucrecia Miller, de lo - TopicsExpress



          

Alumna Florencia Martínez y Profesora Lucrecia Miller, de lo nuestro, lo académico, lo más destacado por estos días. ------------------------------------------------------------------------------------- “Café con sabor a Libertad” Aquel hombre nació en Caracas, Venezuela, en julio de 1783, hijo del Coronel de las Milicias de Aragua Juan Vicente Bolívar y Ponte, y de Doña María de la Concepción Palacios y Blancos. Simón Bolívar, se crió en la hacienda de los Bolívar, una gran mansión heredada por su padre. Ese niño de cuya infancia poco se sabe desde joven ya sabía lo que elegiría para su futuro. A muy temprana edad decidió ingresar al batallón de Milicias de Blancos voluntarios de los Valles de Aragua donde se graduó de subteniente. Luego de la graduación viaja a Madrid, donde vivía su tío, quien lo vinculó con importantes personajes de la época, ellos influyeron en la personalidad de Bolívar. Allí conoció a una madrileña, quien luego se convirtió en su esposa. Pero la alegría duró muy poco ya que cuando regresan a Caracas, a los ocho meses de vida conyugal, ella es atacada por la fiebre amarilla y muere. Tratando de calmar su dolor, Simón retorna a Europa y ahí descubre su verdadera vocación, aprende mucho y estudia. En medio de ese mundo de conocimiento, Bolívar se hizo de un gran amigo y compañero de estudio, con quien compartía interesantes charlas acerca del café y de la gran hacienda cafetera que tenía su amigo en Sudamérica. La huella imborrable de su paso por Europa fue la coronación de Napoleón como emperador porque despertó en Simón la idea de libertar a su país de la posesión española. Tuvo mucha ayuda por parte de Gran Bretaña, que lo preparó con el objetivo de tener un aliado en el lugar conquistado por otro país, y así poder, después, poseerlo. Así fue como comenzó a surgir el gran héroe que, de regreso a Caracas en 1807, reúne a campesinos y amigos para lograr una estrategia que los llevara a la independencia. En 1809, aprovechando un momento de debilidad por parte de España, los caraqueños liderados por Bolívar planifican el golpe de estado que es ejecutado el 19 de abril de 1810. Esto motiva a Bolívar para luchar con la esperanza de libertar a su patria. Y hace que el 3 de julio de 1811 se impaciente y exclame: - Trescientos años de calma ¿no bastan? La junta patriótica respeta, como debe, al Congreso de la Nación, pero el Congreso debe oír a la Junta Patriótica, centro de luces y de todos los intereses revolucionarios. Pongamos sin temor la piedra fundamental de la libertad sudamericana: vacilar es perdernos”. Entre lucha y lucha Simón se tomaba tiempo para ir a Europa y recargar sus energías, calmar su dolor por la muerte de su esposa y estudiar aún más. En los ratos que estaba estudiando se aparecía a charlar su amigo, aquel con quien pasaba las tardes hablando del café. Un día como era costumbre, se aparece su amigo, desganado, con un dolor insoportable que se percibía a kilómetros de él, y con una necesidad de consuelo que solo Simón podía entender. Habían matado a su familia, allá en América, donde todo estaba tan revolucionado y habían dejado su hacienda cafetera desbastada. Esa gran hacienda que había sido el fruto de generaciones de trabajo y que un día los colonizadores dejaron inhabitable. Cornelio se desgarraba de dolor con cada detalle que contaba y con solo imaginarse lo que había ocurrido sentía que su vida ya no tenía sentido. Simón como fiel amigo que era, no dudó en ponerse en su lugar y le dijo: - Yo, aquí, siendo testigo de tu gran pesar, me voy a encargar de que paguen por el daño que te han causado y no voy a descansar hasta verlos derrotados. Esto le alcanzó para volver a América recargado, venir por todo y conseguirlo a cualquier precio. Mucho era lo que debían armar y organizar si querían lograr la victoria, aparte el plan les llevaría mucho tiempo y, para el momento en que Bolívar regresara a la lucha incansable por la libertad, su amigo ya no tendría las fuerzas para seguirlo, Cornelio le pide que deje a un lado la venganza y lo acompañe a la hacienda de su familia para tratar de reconstruir lo que alguna vez fue su hogar. Así fue que, sin dudarlo aceptó. Simón y Cornelio se instalaron allí. La “Hacienda Venecia”, así se llamaba, quedaba sobre una ruta, un camino de tierra arruinado por las batallas, por los genocidios causados por los invasores. Los árboles, la vegetación que tan particular y tan distinguida por su belleza era, había perdido toda su atracción. Sólo quedaban rastros de lo que alguna vez fue un paisaje armonioso, repleto de misterios por descubrir, con la frescura del aire a tal altura, que los aromas de la infinidad de especies que existía allí se mezclaba y dejaba en cada ser humano, por un momento, la sensación de libertad, de soñar, de volar alto y de recordar buenos tiempos. Un lugar único, con gente única, donde todo lo que se hacía era con un gran amor hacia el lugar y eso se sentía, vaya que se sentía. A Cornelio no le cabía en el alma la idea de haber perdido el lugar que tenía el recuerdo de su infancia, de sus padres, de sus abuelos. El solo pensar que debía sacar fuerzas de donde no las tenía y ponerse a recoger trozos de los muebles despedazados, cuadros rotos e infinidad de pertenencias de las que ninguna se encontraba en tal estado como para que pudiera conservarse, desgarraba su corazón. Nadie podía contra el cambio que había producido en los campesinos el haberse quedado sin nada, después de haber tenido tanto. Algunos se fueron, otros se quedaron, entre ellos Cornelio y Simón, que decidieron instalarse allí luego de replanteárselo varias veces. El motivo por el cual se quedaron fue el compromiso genético que tenía Cornelio con la región de Quindío, ese lugar lleno de montañas, de espectaculares relieves, donde pasó toda su infancia y el que era imposible olvidar por más que el tiempo pasara. Otro motivo de más peso los empujaba a tomar la decisión, la hacienda servía de refugio para los revolucionarios mientras tramaban el plan que les llevaría meses concretar. El tiempo pasaba y la hacienda iba cobrando vida. Mientras esperaban a dar el golpe, los demás amigos trataron de volver a poner en marcha la producción de café, así podrían mantenerse económicamente, ya que los que aún conservaban a su familia era porque la habían mandado al exterior y no tenían contacto con ellos como para recibir ese tipo de ayuda. El único que sabía el secreto de la producción de ese extraordinario e inigualable café era Cornelio, así fue que Simón entró en la vida cafetera. Un día Cornelio estaba sentado en el umbral de la puerta recordando a su familia, un poco triste, pero apareció, como siempre, Simón a levantarle el ánimo. Para lograr su cometido, le propuso lo siguiente: - Amigo, yo sé que nada borrará ese gran pesar que te acongoja y no te deja enseñar la sonrisa en el rostro, pero estoy seguro de que si haces algo para honrar a tu familia, te sentirás muchísimo mejor. Ahora sólo escucha, se me ha cruzado la idea de volver a poner en marcha esa producción de café, de la cual alguna vez habrás estado a cargo y que estoy seguro de que añoras- así dijo y, mientras corría por la mejilla de Cornelio una lágrima, agregó- sólo te pido que lo pienses y consideres lo que querría tu familia para el futuro de su café. Cuando Simón dijo la última palabra, se hizo un silencio tan incómodo que dudaba en romperlo porque temía que Cornelio se ofendiera. Entonces, lentamente se paró y tratando de que sus botas no emitieran ni un solo ruido al chocar con el suelo salió de allí. A pesar de lo mal que se encontraba el heredero de la hacienda desbastada, a Simón le quedaban esperanzas de que aceptara. Confiaba en su capacidad de persuasión y en su voz que, a pesar de ser gruesa y firme, como debía ser la de un luchador tan reconocido, entre amigos era más amigable. Cornelio, al conocerlo tanto, sabía que no era para aprovecharse de la situación en la que se encontraba, era simplemente para reconstruir esa historia cuyo protagonista era el café. Esa historia de la que su amigo Simón quería aprender. Entre tanto, sentado allí en el escalón, impactado con la propuesta que había recibido, Cornelio pensó que si aceptaba no iba a poder con la montaña de recuerdos que se le derrumbaría encima. Pero por otro lado si no aceptaba sentía que le estaba fallando a todos los que alguna vez hicieron algo por la producción de café en su hacienda. Esa misma noche reunió a todos los que allí se encontraban, para comunicarles la decisión que había tomado. Se sintió obligado a exponerles la historia del café, a partir de su llegada, y así comenzó: - Los reuní aquí, frente a este fuego porque tiene una gran particularidad. Estas llamas me hacen reencontrar conmigo mismo y con el café. También para contarles que Simón me ha propuesto volver a construir la hacienda cafetera, he pensado que para emprender este proyecto todos tenemos que estar al mismo nivel de conocimientos, entonces, lo más adecuado es contarle al que no sabe y también al que sabe, para que recuerde tan importante cambio. Desde 1732 cuando los Jesuitas trajeron el café como una gran innovación, todo cambió, se fue creando una tradición en la cual todos los domingos se juntaban amigos y familias a beber café. Era una gran ceremonia, en ese entonces era algo único, no quiere decir que ya no lo sea, pero con los años se han descubierto otros tipos de bebidas – tomó la taza de café que tenía a su lado y sorbió un poco, lo saboreó y siguió hablando- para la sociedad toda fue un gran avance, porque permitió el desarrollo de la actividad económica, posibilitó más puestos de trabajo y lo más importante que se creara toda una región que amaba y que se enorgullecía de ser uno de los principales productores de tan exquisito café. Además de eso la belleza que brinda al paisaje, entre montaña y montaña, un cafeto al lado del otro con esas cerezas rojas ya listas para cosechar …. Así continuó expresando su admiración hacia el café. Mientras tanto Simón se imaginaba una gran industria liderada por ellos dos, en la cual no existiera la más mínima sensación de encierro, sobre todo por la situación que estaban viviendo por los españoles y simplemente se le dibujó una sonrisa en el rostro. Al otro lado de la fogata estaban todos amontonados tratando de calentarse, los campesinos que allí vivían, adorando ese fuego que les daba poder a los hombres que lo manejaban, y escuchando atentamente. Cuando Cornelio finalizó, con gran euforia se pararon y aplaudieron. Era la gran historia del café, sí, pero era algo mágico e indescriptible. Más tarde, entre nervios que surgían de las dudas que tenían todos de cómo hacer su trabajo tuvo que intervenir el estudioso que se vino de Europa acompañando a su amigo hacía un tiempo. Con el espíritu de líder que tenía sacó de los compañeros todas las inquietudes y los fortaleció para el gran cambio que se avecinaba. A los pocos meses empezaron a poner en marcha la plantación. Para eso estuvieron seis meses previos preparando la tierra, que de por sí ya era fértil. En el invierno de 1814 se plantaron siete hectáreas. Luego de ese trabajo agotador, debían esperar para la cosecha. La plantación tuvo un gran éxito y dejó muchas expectativas. La espera era larga ya que para que el fruto del cafeto, al que se le llama cereza, madurara y así pasara del color verde al rojo, había que esperar unos tres años aproximadamente para luego cosecharlos. Se cosechan manualmente o con máquinas, puede ser de forma indiscriminada, las cerezas son recolectadas sin diferenciar las que están maduras y las que no. También pueden ser cosechadas de forma selectiva, aunque surge más tarde esa idea, en la que se recolectan las cerezas del cafeto que están maduras y las demás se dejan, así los cosechadores pasaban cada ocho días para ir recolectando las que maduraran. Para la cosecha se utilizaba el método más antiguo, ideal sobre todo en muchos países donde no abunda el agua. Los frutos que se recolectaban eran extendidos en grandes superficies para ser secados por el sol. Existe otro método, que se trata de remover la pulpa del fruto y luego dejar el grano, este se seca con la cáscara pergamino que lo rodea. Se continúa bajándoles el contenido de humedad a un once por ciento de modo de prepararlos para su almacenamiento. Antes de ser exportados la cáscara se elimina totalmente del fruto. Pero a la “Hacienda Venecia” le faltaba mucho para llegar a esas instancias, y mientras tanto, aunque no era poco el trabajo extra que había que realizar, deciden comenzar a tejer el plan que los llevaría a la victoria, a su independencia definitiva. Fue en el año 1816 cuando todo comenzó. Ninguno tenía, excepto Simón, conocimiento de lo que se debían hacer para diseñar una estrategia inteligente, que pudiera contra el ejército español. Esto les traía un gran inconveniente. Simón debía enseñarles, inculcarles su aprendizaje para que pudieran construir una mera opinión en su cabeza, que pocos conocimientos sobre el tema poseía. En esa época la gente de campo en su mayoría era analfabeta. Si Simón llegaba a darles un libro o alguna anotación que él tuviera de las bibliotecas que había visitado, por allá, por Grecia, era muy dificultoso. Todo parecía no mejorar con respecto a lo que tenían en mente Simón y Cornelio. Algunos hombres estaban dispuestos a dar todo por su patria, otros no se decidían porque habían vivido dolores tremendos perdiendo a sus familias y temían por lo que los españoles podían llegar a hacerles. Era falta de seguridad y de confianza entre ellos. Simón pensaba que debían reforzar los lazos de amistad que había y ponerse una meta a la cual llegar a pesar de todo lo que pudiera surgir en el camino. Todas las tardes, al caer el sol, “El libertador” se tomaba el trabajo de reunirlos en su habitación y de dejarlos hablar para que pudieran expresar sus sentimientos y liberarse de todo lo que cargaban hacía ya tiempo. Al comienzo a Simón no le preocupaba el tiempo que podrían tardar en reconstruir sus personalidades tal y como fueron alguna vez. Con el paso de las semanas se alargaba el camino y se acortaba el tiempo, y cada minuto, con cada palabra, mostraba su inteligencia, su generosidad, y sobre todo la confianza que había depositado en esos hombres. Estaba seguro de que lo lograrían, pero no se imaginó nunca lo que podría pasar. Meses después, cuando la mayoría estaban preparados para enfrentarse al plan que los mataría o que los convertiría en verdaderos libertadores. Simón les presenta el plan que les cambiaría la vida. No lo cumplirían al pie de la letra sino que lo irían modificando con las situaciones que se les presentaran a medida que avanzaban. El plan lo pondrían en marcha cuando todos supieran cuál era su función allí, y cuál era el objetivo en común que tenían todos. Cuando eso sucedió, no quedó más que comenzar, así fue que a la mañana siguiente, ya con todo listo, estaban saliendo del pueblo, unos por las montañas, otros por la ruta como si nada raro pasara. Otros se quedaron allí porque no tenían idea de cómo eran aquellos que habían venido a invadir su territorio. Cornelio y Simón estaban entre los que salían de la hacienda caminando desinteresadamente por la ruta, no habían avanzado lo suficiente como para no ver la hacienda, desde donde estaban, cuando en un momento, el viento se apagó, las aves comenzaron a cantar, las hojas de los árboles caían, pasó una bandada de palomas blancas que se detuvo en el medio del camino y junto con un sol tenue de otoño apareció Ella. Ella, la que los deslumbró, la que hizo que toda fuerza oscura que oprimía sus libertades se esfumara, Ella que penetró en los ojos de Simón, como la luz que hacía falta ese día, así, Ella quedó grabada en la mirada de Cornelio, como el fruto del cafeto floreciendo. Era lo más hermoso que sus ojos habían visto alguna vez. Lentamente, como hipnotizados, caminaron hacia su encuentro, todos en silencio. Cuando estaban frente a ella, se cruzaron miradas entre los líderes y Simón, habló. Le preguntó de dónde era, ya que nunca la habían visto por ahí. Ella los miró y alzó la vista hacia los cafetos. Ninguno era capaz de describir la situación que estaban viviendo así que le ofrecieron ir con ellos, Ella, sin emitir ni una sola palabra, le tomó la mano a Simón y a Cornelio, salieron de allí con un silencio irrompible. Al llegar la noche, Ella los condujo a un lugar donde podrían resguardarse del frío y de los soldados españoles. No les quedaba otra opción que obedecerla ya que sin haberlo buscado se convirtió en su única guía. Mientras tanto, en Gran Bretaña se reunía el ejército, aquel el que en 1810 se constituyó una Junta Suprema Conservadora de los Derechos de Fernando VII y se lo nombró a Simón Bolívar Coronel y se lo designó embajador en Londres, para que pudiera obtener ayuda por parte de toda Gran Bretaña. Se encontraba todo un ejército de soldados, dispuestos a ayudar a esos pobres hombres que habían decidido luchar hasta la muerte, soldados que luego de varios años se dieron cuenta de que no podían dejar a la deriva a alguien que logró tanto en tan poco tiempo, que reconocieron que no podían abandonar a Simón Bolívar. De Londres partieron doscientos hombres, con las mejores armas, las mejores armaduras y la nobleza más pura hacia su pueblo. De lo único que estaban seguros esos soldados era de que Simón vivía con su amigo, aquel que lo acompañó una vez a Londres, en una hacienda, en la región de Quindío. Cuando llegaron, a los pocos días, se dirigieron precisamente a donde se habían refugiado desde la primera noche. Cuando Cornelio, que estaba afuera conversando con la mujer que los había guiado hasta allí, los vio, no dudó un segundo en salir corriendo a contarle a Simón que los españoles los habían ubicado. Cuando Cornelio entra a la casa, corre en busca de Simón y le dice: -Nos han descubierto, debemos replantearnos el futuro del plan, porque si no, vamos a morir aquí. Simón lo miró y a pesar del descontento que le produjo ver cómo aquella mujer tan bella lo elegía a su amigo y no a él, y cada día que pasaba lo ignoraba cada vez más, adoptó una postura bastante admirable, Se acercó a la puerta y, mientras veía hacia afuera cómo la mujer que ocupaba todos sus pensamientos saludaba a todos los hombres que por ellos venían, se dio cuenta de que la mujer había sido una simple pero muy inteligente trampa para que ellos cayeran en manos españolas. Su cuerpo se llenó de odio y cuando los soldados entraron en la casa ellos estaban preparados para matar a todo el que le impidiera escapar, incluso a aquella mujer que los había traicionado. Simón no llegó a emitir una sola palabra cuando el jefe de ejército británico le dijo: - Querido compañero, cuánto tiempo ha pasado- mientras Simón estaba en un estado neutral en el que no quería sacar conclusiones apresuradas- hemos venido, mi ejército y yo para ayudarte en esta lucha que todo lo vale, me han permitido traer a estos hombres para que cumplan con tus órdenes de ahora en más-. A Simón le cambió la cara completamente, le llegó una tranquilidad inmensa cuando escuchó eso. El jefe al ver cómo reaccionó, agregó: - Ella es Juliett – y señaló a la bella mujer- decidió colaborar en este plan y para que nadie sospechara, no les dijo su identidad-, Cornelio la miró y se fundieron en un abrazo donde no tenía lugar ningún comentario. - Qué gran noticia- exclamó Simón-, creí que moriríamos en mano de los españoles, pero una vez más me han ayudado, no sé cómo les voy a pagar. Este hombre aparte de haber sido un incansable luchador era muy agradecido. Ahora sí estaba listo para ir por todo. Cuando se calmó la locura del encuentro le contó al jefe británico todo lo que había hecho hasta ahora y le dijo que recibía con mucho gusto cualquier sugerencia de parte de él. Simón sabía muy bien lo que significaba valorar las palabras de los demás y en especial de personas con experiencias como lo era Juan Vicente. Decidieron entonces que cincuenta hombres irían en busca de los que hacía días habían abandonado el pueblo por las montañas y el resto acompañaría a su jefe Juan Vicente y a Simón hacia donde se encontraban los españoles. A la mañana siguiente partieron hacia el norte donde se encontrarían con la realidad. Cuando llegaron, definitivamente y sin sorpresas, los españoles los estaban esperando. En el aire abundaba la sensación de tensión, de miedo, la cobardía de algunos y la valentía de otros. Cruzaron pocas palabras pero no se le podía faltar el respeto a la inteligencia con la que habían sido dichas. Simón estaba al frente, junto a Juan Vicente y Cornelio, tuvieron un diálogo muy breve entre ellos y Simón concluyó: - Vamos a dejar todo en el campo de batalla, quiero que todos estén enfocados en nuestro objetivo que es derribar el dominio que tienen sobre nosotros, ahora, el que no se crea capaz de acompañarnos, que se retire en este momento-. Así dijo y pelearon durante varios días tratando unos de robar y otros de retener lo que les pertenecía. Era una situación interminable, por un momento parecía que ganaban los españoles, por otro momento todo lucía mejor para los campesinos que aunque poco sabían, bien tenían las agallas para defender su patria. La lucha por días fue muy pareja pero en el último tiempo se convirtió en una cuenta regresiva para los pocos ibéricos que quedaban vivos allí. Ellos estaban aterrados, percibieron que con la gran cantidad de muertos que habían dejado Bolívar y sus aliados, no podían exponerse a que siguieran muriendo soldados entonces, con mucha vergüenza hacia su país, por no haber logrado lo que se les había ordenado, deciden rendirse. Sí, frente a los ojos del libertador y del gran ejército británico, abandonan el territorio y habilitan la independencia del mismo. Sin palabras que decir y con una gran adoración hacia cada uno de sus soldados, por el esfuerzo que habían hecho, Simón sólo sonrió. Tiró su arma en los pastizales y se fue, caminando con una gran satisfacción que le ganaba por dentro, miró al cielo, que sin darse cuenta se había despejado y ya no lo tapaban las nubes grises sino que lo acompañaba el sol resplandeciente. Encaminándose al río susurró: - Gracias a todos los que lucharon, los que se fueron y los que heridos y todo sobrevivieron. Allí, los demás se encaminaron al río y desecharon de sus cuerpos toda sangre ajena que llevaban con ellos hacía días. Habían logrado la independencia, aquella libertad tan anhelada y perseguida por todos. Los patriotas confiaban en que lo lograría. Luego de unos meses, el 17 de diciembre se crea la República de Colombia, el nombre se lo da Cornelio, en honor a las palomas blancas que se adueñaron de sus tierras y con ellas trajeron a Juliett, un día de otoño. Simón Bolívar es nombrado presidente de la República, por todo lo que había hecho por ella. Luego de creada la nación, Cornelio lleva a Juliett para enseñarle su hacienda, con los cafetos floreciendo. Allí, en medio de ese paisaje que recobró la vida que alguna vez tuvo, le declaró su amor. Ella, sin nada de qué quejarse por el trato que recibía por parte de ese hombre, aceptó vivir con él en la hacienda. Los dos juntos administraban la empresa de café que habían construido con gran esfuerzo. La primera cosecha, en la que participaron los campesinos, fue un éxito, así que muchos de ellos eligieron quedarse a trabajar allí. Otros acompañaron a Simón a liderar la nación. Pasaron los años y Simón iba siempre a visitar a su amigo, a la “Hacienda Venecia” que cada día lucía mejor. Todo mejoraba y con el tiempo también las exportaciones de café. Un día se encontraban sentados bajo un árbol, en la hacienda, Cornelio y Simón, bebiendo café, cuando Simón dijo: - Amigo, hoy te puedo decir, que este café sabe a independencia, sabe a libertad. Meses después de su reencuentro con Cornelio, de vuelta en su cargo de presidente, Simón es atacado por la tuberculosis. Sin impedir el avance de la enfermedad en su cuerpo escribe su testamento. Frente a toda la nación y con su amigo al lado, el 15 de diciembre de 1830 proclama: “- ¡Colombianos! Mis últimos votos son por la felicidad de la Patria. Si mi muerte contribuye a que cesen los partidos y se consolide la Unión yo bajaré tranquilo al sepulcro”. El 17 de diciembre deja de existir físicamente el Libertador para pasar a existir en cada grano de café que nacía en Quindío. Fuentes consultadas: buscabiografias/bios/biografia/verDetalle/2312/Simon%20Bolivar mcdepk/premiumroastcoffee/media/hoja_de_datos_del_cafe_5.pdf colombia.travel/es/turista-internacional/destino/destinos-recomendados-esta-semana/802-paisaje-cultural-cafetero-tres-regiones-y-un-solo-encanto rutadelcafequindio.net/ Concepto de novela histórica: literaturaconidentidad.blogspot/2012/01/la-nueva-novela-historica.html
Posted on: Sun, 11 Aug 2013 16:48:01 +0000

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