Así que esto es lo primero que hay que com­prender: siempre que - TopicsExpress



          

Así que esto es lo primero que hay que com­prender: siempre que estás silencioso, no hay ego. Y no creas en mí. No estoy hablando de una teoría; esto es un hecho. No necesitas aceptar mi opinión; puedes observarlo en ti mismo. Y no hay necesi­dad de aplazarlo para el futuro; ahora mismo pue­des observar el hecho de que si estás silencioso, tú estás, pero sin ninguna limitación, sin ningún cen­tro. Existes sin el centro; no hay un «yo» cristali­zado. La presencia está ahí, la consciencia está ahí, pero no hay nadie que pueda decir «yo soy». Cuando estás silencioso, no hay ego. Y cuando no estás silencioso, hay ego. De modo que el ego es la enfermedad, todas las enfermedades combi­nadas juntas; de ahí el énfasis en entregar el ego. El énfasis recae en entregar la enfermedad. Segundo: si en silencio, aunque sea un solo momento, tienes el vislumbre de tu existencia sin ego, entonces puedes analizarla, y entonces pue­des entrar en el fenómeno del ego, de lo que es. La mente es pasado acumulado. La mente nunca está aquí, nunca está ahora. Siempre es del pasa­do. Es una acumulación. La mente es recuerdo: todas las experiencias por las que has pasado, toda la información que has encontrado, todos los co­nocimientos que has acopiado, oído, escuchado, leído: eso se ha acumulado. La mente está cons­tantemente acumulando. La mente es el mayor acumulador; no deja de acumular. Sigue acumulando incluso mientras no estás consciente; la mente está acumulando inclu­so mientras estás dormido. Puede que no seas consciente de ello. Mientras estás dormido, y hay ruido en la calle, la mente está acumulando. Te pueden hipnotizar por la mañana y te pueden pre­guntar sobre ello, y lo dirás todo, lo contarás todo: todo lo que la mente ha acumulado durante la no­che. Incluso si has entrado en coma, o estás in­consciente, o te ha dado un ataque, la mente está acumulando. La mente no necesita tu consciencia para acu­mular; sigue acumulando. Incluso mientras estabas en el útero de tu madre, la mente estaba acumulan­do. Y mediante la hipnosis se pueden despertar los recuerdos de tus días en el útero de tu madre. No re­cuerdas nada de tu nacimiento, pero la mente esta­ba acumulando. Todo lo que estaba pasando, la mente lo estaba acumulando. Y ahora se puede volver a despertar. Mediante la hipnosis se puede traer el recuerdo de nuevo a tu foco. Y millones de re­cuerdos están siendo acumulados: esta acumula­ción es la mente. El recuerdo es la mente. ¿Cómo se crea el yo, el ego? La consciencia está dentro de ti, y en torno a la consciencia están acumulados todos estos recuerdos en la periferia. Son útiles, y no puedes sobrevivir sin ellos, son necesarios, pero entonces sucede algo nuevo entre los dos, un epifenómeno. La consciencia está dentro, tú estás dentro, sin el «yo». No hay «yo» dentro. Existes, sin un cen­tro. En la periferia a cada momento se acumulan conocimientos, experiencias, recuerdos. Esto es la mente. Y siempre que miras el mundo, miras a tra­vés de la mente. Siempre que pasas por una expe­riencia nueva, miras a través de tus recuerdos, la interpretas a través de tus recuerdos. Miras todo a través de los recuerdos. El pasado se vuelve un mediador. Mirando constantemente a través del pasado, te identificas con él; esa identificación es el ego. Permíteme que lo exprese de esta forma: la identi­ficación de la consciencia con los recuerdos es el ego. Dices: «Soy hindú», o «Soy cristiano», o «Soy jaina». ¿Qué estás haciendo? Nadie nace cristiano, o hindú, o jaina; naces simplemente como ser humano. Luego te enseñan, luego te condicionan para que pienses que eres cristiano, o hindú, o jaina. Esto es un recuerdo. Te han ense­ñado que eres cristiano. Esto es un recuerdo, y ahora, siempre que miras a través de este recuer­do, sientes: «Soy cristiano.» Tu consciencia no es cristiana; no puede serlo. Es simplemente consciencia. Te han enseñado que eres cristiano. Esta enseñanza, está acumulada en la periferia. Ahora miras a través de esas gafas y el mundo entero está distorsionado. Esas gafas se han adherido demasiado y demasiado profunda­mente a ti, y nunca te separas de ellas, nunca las dejas de lado. Te has acostumbrado tanto a ellas que has olvidado que llevas gafas ante tus ojos. Entonces dices: «Soy cristiano.» Cada vez que te identificas con cualquier me­moria, cualquier conocimiento, cualquier expe­riencia, cualquier nombre y forma, nace ese «yo». Entonces eres joven, eres viejo, eres rico, eres po­bre, eres guapo o no eres guapo, eres culto o no eres culto, eres respetado o no eres respetado... Entonces sigues identificándote con cosas que se acumulan en torno a ti y nace el ego. El ego es la identificación con la mente. Por eso, cuando estás silencioso no hay ego, porque cuando estás silencioso la mente no está funcionando. Eso es lo que significa el silencio. Cuando la mente está funcionando, no estás silen­cioso. No puedes estarlo, el funcionamiento de la mente es el ruido interno, la charla, la charla cons­tante dentro de ti. Cuando la charla cesa, o no existe, o la has transcendido, o has ido dentro de ti, has entrado en ti, hay silencio, y en ese silencio no hay ego. (Bhagwan Shree Rajneesh)
Posted on: Fri, 02 Aug 2013 10:20:26 +0000

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