CARLITOS Historia de vida. Irrumpió de golpe en mi oficina de - TopicsExpress



          

CARLITOS Historia de vida. Irrumpió de golpe en mi oficina de obra…se ubico despacito al costado de la pared (como pidiendo permiso) con sus brazos en la espalda. Mi asistente me hacia señas desde el contorno de de la puerta con sus ojos agrandados y señas sin control. Estaba asustada pero la mire y le dije…no te preocupes, lo estaba esperando. El me miro sin entender y asintió con su cabeza y me dice, me llamo Carlos, pero mi madre me dice Carlitos. Mi humilde mesa de trabajo, estaba llena de lapiceras, clips, abrochadores, fichas de ingreso, hojas de vida, (no, no tenia PC) solo una silla de lona azul me acompañaba. En dicha mesa había un plato con unas medias lunas (facturas, postre) que un señor nos hacia llegar (un par de días a la semana) como atención por la buena relación que teníamos conviviendo en el mismo lugar durante varios meses. Mientras tanto, en la jungla de cemento, se centraba un día lluvioso, gris, frió, y ventoso. Sin vereda, el barro con charcos invadía la escena. Se apreciaba más de una cuadra de espera integrada por postulantes espontáneos (sin citación) ni avisos de por medio (solo el boca a boca crecía tenazmente) que nos querían acercar su hoja de vida a toda costa. Había un plan ideado, había un cronograma, un programa de contingencias pero…la necesidad acaparó el escenario. La sordera domino y el grito silencioso irrumpió mis sentidos. Los sentimientos interfirieron en las decisiones pero el liderazgo se fortaleció. Hola, -le dije – siéntate. Su mirada fija. Ojos negros y achinados. Tez mestiza. Harapos por indumentaria. Manos delgadas y callosas. Angustia en su rostro. Palidez y sonrisa forzada, casi nula. Su mirada se centro en el plato con las medialunas de manteca. Pero…con disimulo forzaba su mirada hacia mi persona. Se veía pálido, húmedo, algo descuidado pero sumamente respetuoso. Sus manos se entrelazaban y sus dedos inquietos jugaban entre ellos. Apoya sus antebrazos en la mesa, su cabeza se desploma en los mismos, levanta un poco el mentón, me mira con ojos llorosos y necesitados e intenta hablarme. ¡Dios me dije, que puedo hacer por El! ¿Cuántos Carlitos hay? Carlitos se disculpa sin culpas. Me resume su vida. Tengo diez y seis años. Vivo con mi madre en un lugar emergente. Estudio cuando puedo. No conozco a mi padre. Dice mi madre que no lo odie porque si bien se equivoco al abandonarnos, también fue fundamental para darme vida. No odies, solo agradece y si algún día lo encuentras…abrázalo fuerte. Es tu padre. Así fui educado.(me comenta). Mama trabaja mucho y yo hago todo lo que puedo para ayudarla. Quiero que este mas en casa pero… Bueno Carlitos (lo interrumpo) que te parece si tomamos algo calentito. ¡Siii! me dijo sin titubear. Después de varias minutos de charla, las facturas se fueron como otros elementos alimenticios y en la semana comenzó a colaborar con nosotros para ayudarnos con la gente que esperaba y a realizar alguna tarea para que se sintiera contenido. Se instruyó, asimilo las indicaciones, no dejo de estudiar. El afecto, apoyo, compromiso y aprendizaje fue su mejor remuneración. Todos colaboramos con Carlitos más allá de esta experiencia. Hoy es Maestro Mayor de Obras, tiene una familia y un lindo recuerdo. Ahhh pudo encontrar a su padre por esas cosas impensadas de la vida y se fundió en un abrazo. "A veces, no es rico el que más tiene, si no el que menos necesita"
Posted on: Wed, 10 Jul 2013 21:02:34 +0000

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