CARTAS A CIELO ABIERTO ¿Si no es el amor lo que nos mueve, qué es? ¿Qué otra fuerza tan poderosa nos puede llevar de la pena más profunda y desesperante a la alegría y a la euforia más inexplicable? ¿Qué otra cosa existe en la vida que pueda justificar vivirla sabiendo que nos vamos a morir en cualquier momento? ¿Qué otra cosa puede justificar ese dolor, ese temor por el un final predeterminado? Yo no encuentro nada. Quien haya amado alguna vez quizás entienda lo que digo. No es una regla de vida, no es lo único que la vida ofrece pero sí es la fuerza más poderosa, capaz de hacernos arriesgar y perder todo sin quejas ni reclamos; capaz de hacernos encarar batallas perdidas de antemano, de saltar al vacío con una sonrisa en la boca, de recorrer playas y desiertos solo por una señal. El amor es una necesidad básica para la vida y su influencia puede marcar todos los demás comportamientos humanos. El vacío que puede producir un desamor puede matarnos al igual que el que produce el hambre. Nuestra vida, nos guste o no, transcurre en tres planos, el material, el espiritual y el intelectual y todos deben ser alimentados y cada uno influye sobre el otro. En este espacio me he dedicado a tratar de escribir sobre las necesidades de dos de esos planos, con más proponderancia claramente de uno sobre el otro. La discusión sobre el amor como solo una reacción química del cerebro no me interesa y no es que no acepte esa realidad, solo que prefiero también navegar otros ríos que, al fin y al cabo, están ahí y que tratar de ocultarlos con cinismo no hacen que desaparezcan. El amor, presente o ausente, al igual que la muerte, nos toca a todos en algún momento. De eso se trata esto, de jugar un poco con los sentimientos, de ponerlos en diferentes órdenes y pintarlos de diversos colores para que cuenten historias que a algunos les podrán resultar interesantes y a otros aburridas. Escribir sobre la muerte no significa hacer una apología ni celebrarla, es el último momento de la vida y como tal no nos debería ser extraña. Escribir sobre el amor es escribir sobre penas y alegrías, no es un llanto perpetuo ni un festejo injustificado, es el amor, es lo más maravilloso o lo más tremendo de acuerdo a cómo nos toque. Estas textos en forma de cartas hablan de eso, de querer, de buscar, de encontrar, de amar, de compartir y también de perder, de llorar, de desesperación y de angustia. Todo lo tiene el amor y muchas veces todo al mismo tiempo. Nada nos llevamos a la hora de terminar nuestra vida y eso nos puede dar una pauta de cuáles son las cosas que debemos alimentar o, por lo menos, cuáles deberían ser alimentadas también. Sentarse frente a una hoja en blanco es uno de los momentos más íntimos que podemos encontrar para decir todo aquello que no decimos a nadie, que va quedando guardado sin muchas esperanzas de ver la luz. Ese es el juego que acá se juega: crear historias íntimas de confesiones, de declaraciones de amor y desamor, de búsquedas y encuentros, de alegrías y penas. Que cada uno pueda poner el destinatario y el remitente según lo desee. Yo lo hago cada vez que escribo. Fantasía y realidad. R.R.
Posted on: Sat, 05 Oct 2013 16:23:58 +0000
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