CIELO A LA VISTA El 1º de noviembre de 1950, Pio XII proclamó - TopicsExpress



          

CIELO A LA VISTA El 1º de noviembre de 1950, Pio XII proclamó solemnemente: "Declaramos, definimos, que la Santísima Virgen María, cumplido el curso de su vida mortal, fue asumpta en cuerpo y alma a la gloria del cielo". El Apocalipsis pinta la imagen prodigiosa de una mujer glorificada que aparece encinta, a punto de dar a luz y "gritando entre los espasmos del parto", y acosada por un "enorme dragón rojo con siete cabezas y diez cuernos y siete diademas en las cabezas, dispuesto a tragarse el niño en cuanto naciera". El águila de Patmos vio en esta revelación a la Iglesia, en su doble dimensión de luminosidad y de oscuridad, de grandeza y de tribulación, coronada de estrellas y gritando de dolor. María, Madre del Hijo de Dios, Cabeza de la Iglesia que va a nacer, es también la primera hija privilegiada de la Iglesia, triunfadora del dragón que quiere devorar a la Madre y al Niño, pero fracasa en su intento porque el niño fue arrebatado al cielo junto al trono de Dios, mientras la mujer ha escapado al desierto. Dios llevó al desierto al pueblo de Israel, como a la esposa de Oseas, para hablarle al corazón y fortalecerlo en el amor y en el coraje para implantar "el reino de nuestro Dios", "su victoria que ya llega". Si María ha sido subida al cielo, como tipo de la Iglesia, también lo será ésta. Aunque hoy nos sintamos terrenos y pecadores, porque en el desierto "la Iglesia es a la vez santa y pecadora", seremos en el mundo futuro, resucitados y enaltecidos. Mirad cómo "la traen entre alegría y algazara, al palacio real ante la presencia del rey, prendado de la belleza de la reina, enjoyada de oro a la derecha del rey". Mirad cómo le dice el rey: "Escucha, hija, inclina el oído a las palabras enamoradas que brotan de mi corazón encendido contemplando tu hermosura" Salmo 44. "El ejército de los ángeles está lleno de alegría y de fiesta". "¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!" Lucas 1,39. Salta también de gozo Juan en el seno de Isabel. La fiesta de los ángeles del cielo se comunica por anticipado al pueblo de la montaña, donde, con la prisa del amor, llegó María, con un Jesús chiquitín en sus entrañas. El Espíritu Santo invadió aquella casa e hizo cantar a aquellas mujeres dichosas las grandezas y maravillas del Señor. María se sintió poeta y proclamó el Magnificat cantando su alegría porque el Señor ha mirado la humillación de su esclava. Y supo que la llamarían feliz todas las generaciones de los hombres y lo cantó sin rebozo. Y enalteció la misericordia que tiene y que tendrá siempre, de generación en generación, con su fieles amados. Y afirmó que no se había olvidado de lo que les había prometido a nuestros primeros padres, que una mujer aplastaría la cabeza de la serpiente, "del dragón rojo". "Y que estaba ya cumpliendo las promesas hechas a Abraham y su descendencia para siempre". María ya glorificada en el cielo, no se olvida de los hermanos de su Hijo, que se debaten en las tentaciones y asechanzas del dragón en el desierto. Porque una vez recibida en el cielo no dejó su oficio salvador, sino que continúa alcanzándonos los dones de la eterna salvación. En un mundo en que se desprecia la vida, en que se degrada la vida, en que se mata y se tortura la vida, en que se pisotean los derechos de las personas y del niño no nacido, que el dragón en las madres quiere tragarse, tú honor de nuestra raza, eres "vida y esperanza nuestra". 8. Al renovar el sacrificio del calvario, avivemos la fe en ese cielo, que nos espera, cuya prenda es la eucaristía, que nos llega por manos de María asunta al cielo y glorificada.
Posted on: Tue, 13 Aug 2013 08:28:55 +0000

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