CIRUGÍA BARIÁTRICA Otra vida, después de la obesidad Con diez - TopicsExpress



          

CIRUGÍA BARIÁTRICA Otra vida, después de la obesidad Con diez mil operaciones en la última década, el by pass gástrico por vía laparoscópica se multiplica y crece de la capital al interior. Los pacientes cuentan cómo pasaron de ser obesos mórbidos a encontrar una solución para una enfermedad silenciosa y mortal Por MANUEL LÓPEZ MELOGRANO En Argentina los datos oficiales del ministerio de Salud de la Nación dicen que el 35 % de la población tiene sobrepeso. A nivel mundial, la muestra incrementa el impacto: son 1.000 millones de personas con sobrepeso y 300 millones clínicamente obesas. Y aquí hay que hacer la primera diferencia. El obeso con un sobrepeso de 5 ó 10 kilos y el obeso mórbido. Dos casos químicamente distintos. El sobrepeso, como ya se sabe, está relacionado con malos hábitos alimentarios y sedentarismo. El obeso mórbido agrega a estas dos la cuestión genética. Cambiar esos hábitos ni siquiera quiere decir que sea fácil, significa - ya veremos- que es posible. Graciela Pérez (63) vive en La Plata y se operó en la clínica Favaloro con el equipo que le recomendó una médica amiga. Ingreso al quirófano con 108 kilos motivada por mejorar su salud. Al sobrepeso se le sumaba la diabetes. Con 30 kilos menos, mejoró notablemente su situación y ya no se inyecta insulina. “El problema para mi es la comida, es como una droga que te calma la ansiedad” y va de nuevo: “El único problema que sigo teniendo es con algunas comidas, como las carnes o el pescado... se me viene como una saliva, la vomito”. Oscar Brasesco es el doctor de los obesos. A los 26 años se especializó en cirugía bariátrica en la Cleveland Clinic de Estados Unidos. ¿Qué es la cirugía bariátrica? Es una intervención quirúrgica que logra restringir el tamaño del estómago y hace que el paciente ingiera menos alimento. Esto lo ayuda a lograr su peso ideal, mejora y hasta puede curar las enfermedades asociadas a la obesidad. Desaparecen, con su técnica, el 90 por ciento de las complicaciones que traía la herida de la vieja operación a cielo abierto. La laparoscopía permite visualizar la cirugía desde dentro, por eso se la llama “mini invasiva”. Hacérsela cuesta 45 mil pesos. Regresó a la Argentina tres años después, en 2003 -contra todo pronóstico- para tratar a los pacientes obesos en su tierra natal. “El 99 por ciento de los pacientes obesos mórbidos que intentan tratamientos no quirúrgicos fracasan, pero no porque no puedan bajar de peso, siempre se puede, todo el mundo ha bajado una y 10 veces” dice el médico cordobés, director del primer Programa de Cirugía Bariátrica de alto volumen y de enfoque multidisciplinario formado en la Argentina. “El problema está en no poder lograr la pérdida de peso a lo largo del tiempo”. En tanto que la cirugía bariátrica permite el 80% de éxitos, al lado del 99% de fracasos del resto de los tratamientos, es como comparar el desierto de Atacama con un vergel. PACIENTES Lucía Andrüsh -como el resto de los pacientes consultados por EL DIA- probó de todo. Decenas de dietas, homeópatas, flores de Bach, la semillita en la oreja, pastillas adelgazantes y “hasta una médica que me miraba el iris, me ponía una luz en el ojo y no se qué veía, pero miraba y después me daba la dieta”, recuerda tragicómica y sigue con el fondo de la cuestión. La muerte de mi padre, la soledad de mi infancia y mi introversión hacían que me aburriera y empezara a comer: hay un agujero que querés tapar y lo tapás con comida. “Me operé porque de mis 28 años debo haber disfrutado 15, y no tengo ganas de mirar para atrás y decir ¡Qué mierda hice tanto tiempo!”. La frase pertenece a Lucía, una joven de Tolosa que, como la gran mayoría de los enfermos, probó de todo, incluso yendo a “Cuestión de peso” en 2007. Pasó de 133 a 85 kilogramos, pero una vez fuera, poco tardó en volver a recuperarlos. “Es imposible no bajar de peso estando dentro del programa, el problema fue que bajé de golpe y al no haber un acompañamiento de la cabeza, los subís tarde o temprano, más allá de la parte biológica” LA HORMONA DEL HAMBRE La grelina es una hormona que segrega el aparato digestivo. Su funcionamiento habitual es el de predisponer los diferentes órganos del aparato digestivo para la digestión de los alimentos, y en períodos de hambre continuada el organismo la segrega con la finalidad de despertar el apetito, generando ganas incontroladas de ingerir alimento. De la hormona no hablan prácticamente en ningún lado, salvo expertos como Brasesco. En las reuniones grupales que se hacen al comienzo del tratamiento -que incluye varias fases además del quirófano-, cuando los doctores lo explican, luego de años de mandarlos a cerrar la boca, muchos pacientes se largan a llorar, ante el efecto emocional de sus recuerdos de intentos fallidos, que no hacían más que barrerles la autoestima del “gordo-fracaso” que la remó, pero no se la creyeron. Como todo, cuando se resuelve la obesidad, desaparecen o se reducen un gran número de enfermedades. Hipertensión, Apnea de sueño, dislipemia, triglicéridos altos, problemas hormonales, mayor frecuencia de accidente cardio y cerebro vascular; mayor frecuencia de tromboembolismo pulmonar, diabetes tipo 2, enfermedad biliar, osteoartritis y cánceres de endometrio, mama, próstata y colon son solo algunas de las enfermedades asociadas con el incremento abrupto del peso corporal, que sumado a otros índices se asocian con mayor mortalidad. Gabriel Chillemi (46) vive en Quilmes con su familia y trabaja en una empresa familiar de piezas de plástico fundido. Cuando comienza a hablar enseguida cuenta que la que arrancó con esto fue Silvina, su mujer, cuando averiguó para hacérsela a su suegra. “Estaba muy obesa de toda la vida y con complicaciones. Mi mamá tenía 68 años cuando muríó. Pasaron dos años y cuando volvimos de las vacaciones yo estaba más gordo que nunca y terminé sacando el turno para la operación”. El hombre, que tiene tres hijos, pesaba 140 kilos. Diabético como su madre, se llegó a inyectar 40 unidades de insulina por la mañana y otras 40 por la tarde. Fue a la reunión grupal informativa, lo consultó con su diabetóloga, y se operó con éxito. Bajó 22 kilos antes de la operación y el resto dos meses después cuando alcanzó un peso de 90 kg. “Comíamos comida sana pero mucha. Y a veces, cuando me iba a la cama, me tenía que tomar las pastillas de metaformina que son grandes y no me las podía tomar porque estaba tan lleno que no me entraba medio vaso grande de agua y tenía que esperar media hora para tomar la pastilla”, se lamenta Gabriel. Después de que se operó, Silvina, su esposa, veía que no hacía actividad física y que había cosas que le costaba ir logrando. “A uno le da miedo que tire todo por la borda”, me dice y sin dudarlo confiesa, sonrojada: “¿Sabés lo que hice? Pedí un turno para mí y tuve la primera entrevista. Así se sacó todas las dudas y pudo ayudar a su marido desde otro lugar. La salud preocupa. A la familia también le afecta, a los amigos, al entorno. Ser testigo de la enfermedad, de la decadencia de tu ser querido, no es un trance sencillo, como lo ha sufrido en carne propia el autor de esta nota. Es fundamental el acompañamiento familiar y vital la colaboración del paciente. La primera vez que la obesidad me llevó a un hospital fue a los 14 años cuando acompañé a mi madre a ponerse una prótesis en la cadera izquierda: la artrosis acelerada por los kilos de más le habían comido todo el cartílago que recubre la cabeza del fémur y se apoya en la cadera. Al final chocaba hueso con hueso y su dolor era insoportable. Con 118 kilos, como no podía estar parada frente a un curso, tenía licencia docente en la escuela en la que trabajaba y no podía ejercer su actividad profesional como paisajista. Se endeudaba. Cinco años después, en 2004, por lo mismo le pusieron la (prótesis) del lado derecho. Y salvo por el recuerdo que tengo de las diapositivas de mi infancia, recién volví a verla flaca en 2011, después de los seis meses que pasaron desde que se hizo un by pass gástrico laparoscópico y bajó 50 kilos. Tenía 55 años. MAGIA NO El paciente que espera recibir todo del médico sin poner nada, no anda. Los propios especialistas explican que si no hizo un buen post operatorio y, por ejemplo, aparece recién a ver al equipo médico el segundo año, que es cuando se empieza a recuperar un poco de peso, ese paciente ya perdió la oportunidad de su vida de tratar una enfermedad muy grave y muy refractaria. ¿Cuán grave? Tan grave que si no se trata se muere de esa enfermedad. La cirugía es una herramienta fundamental, pero es una herramienta. Muchos pacientes se quieren operar para nunca más tener que hacer una dieta, para no cambiar los malos hábitos, cuando es exactamente al revés. Al no quedar ningún otro remedio que operarse, están obligados a cambiar hábitos de vida y ¿Y entonces para qué operarse? Porque -aseguran los médicos- cambiar esos hábitos sin la cirugía es casi imposible. A todos les cuesta la actividad física, pero ahora se sienten más ágiles. Tuvieron que aprender a comer y a reconocer su cuerpo como un sistema complejo que ha mutado. Dejar atrás los engaños y las tristezas para aferrarse a sus seres queridos, y no bajar la guardia con el único objetivo de saber que el cuerpo es uno y no olvidar que ésta es una oportunidad única para mantener una buena calidad de vida lo más lejos posible en el tiempo. Ana Murias vive en Coronel Vidal, sobre la autovía 2, a 70 kilómetros de Mar del Plata. Recuerda que fue flaca a los 9 y a los 13 y nunca más. El 12 de abril de 2011, en manos del equipo del doctor Juan Carlos Staltari, en la Clínica Colón de Mar del Plata, se operó sin grandes complicaciones. Ahora, con nutricionista y gimnasia modeladora en cápsula de ozono, se mantiene sin problemas, a dos años y medio de la cirugía, con 52 kgs. “Para el obeso no te resuelve la vida, pero te ayuda a lo que vos solo no podés alcanzar, porque por más buena voluntad que tengas, llega un momento en el que la comida te termina pudiendo”. Tres años después de salir del quirófano del Hospital Austral de Pilar, Haydée Melograno -mi madre- vino a La Plata. Tiene la tranquilidad de no sufrir los altibajos de glucosa de la diabetes 2 que la obligaba a quedarse sentada antes de caerse en el suelo. “El by pass me dio la posibilidad de poder vivir desde la satisfacción; sin hambre y sin la vergüenza que da querer comer siempre más cantidad de lo que come una amiga o tu misma pareja y aun así, quedarse siempre expectante, para tragar el próximo bocado”. Leer más en eldia.ar/edis/20130921/Otra-vida-despues-obesidad-informaciongeneral2.htm
Posted on: Mon, 23 Sep 2013 14:19:11 +0000

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