CRONICARIO Un siglo de ambiciones de poder Para Simón Bolívar - TopicsExpress



          

CRONICARIO Un siglo de ambiciones de poder Para Simón Bolívar la Gloria era su máxima ambición y en ese empeño gastó su fortuna. Sólo la muerte lo detuvo. El más reconocido de sus generales, jefe militar desde la batalla de Carabobo, José Antonio Páez, quería poder y fundos de ganado. Durante la Gran Colombia, Bolívar le entregó la jefatura de Venezuela y al descubrirse la conspiración de la Cosiata, fue a Caracas para apaciguar a los facciosos. El Libertador dio más poderes a Páez y le alborotó la ambición. Bolívar quiso volver y el héroe de las Queseras del Medio se lo impidió. El Centauro de los llanos quería un país para él solito y sacó a Venezuela de la Gran Colombia. Caudillo oligarca se hizo elegir su primer presidente y alternó con el general Carlos Soublette los primeros veinte años de república. Los liberales causaban desasosiego con su discurso crítico de que el gobierno de los españoles sólo cambió por criollos con los mismos vicios: atraso, miseria, esclavitud, explotación e injusta distribución de la tierra. Para aplacar a los liberales propusieron a otro tan ambicioso, el general José Tadeo Monagas, quien presionó al congreso por más poder. Derrotó a Páez y luego de humillarlo en prisión lo expulsó al exilio. Tras su primer periodo Monagas impuso a su hermano José Gregorio para luego regresar al poder pero el general Julián Castro le dio un golpe azuzado por próceres civiles. Electo presidente, Manuel Felipe de Tovar hizo regresar a Páez y lo encargó del ejército para que hiciera frente a la guerra federal y el caudillo godo se queda con la presidencia, pierde la guerra y capitula ante el general Juan Crisóstomo Falcón, cuñado del general Ezequiel Zamora. Cuatrero, traficante de indios y esclavos, Zamora sólo ambicionaba repartir entre los pobres los bienes de los oligarcas, pero un certero tiro en un ojo lo sacó de circulación cuando inspeccionaba el sitio de San Carlos. De sus propias filas salió el disparo y aún se dice que por orden del cuñado. Uno menos, dijo el general Antonio Guzmán Blanco, otro ambicioso. Elevado a Mariscal, Falcón no pudo con un país arruinado por las guerras de independencia y la federal y se fue a Churuguara a cuidar la finca, comer chivo y queso de cabra con arepa pelada mientras de nuevo, muy anciano, Monagas aspiraba a la presidencia y cuando lo iban a elegir murió en el intento con su revolución azul. El más corrupto del siglo XIX, Guzmán Blanco, mandó veinte años y se llenó las alforjas con el tesoro público al legalizar las comisiones por tramitar empréstitos. Murió en Paris, su ciudad amada, donde vivió como un rey a costillas del erario nacional. Ambicioso y ladrón. El siglo XX lo estrenaron dos ambiciosos, el cabito Cipriano Castro y su compadre Juan Vicente Gómez. El cabito tomaba brandy, bailaba, putañeaba y se peleaba con las potencias. Los excesos lo enfermaron y en 1908 salió a Alemania a curarse la próstata. Su vicepresidente, su ambicioso compadre, no lo dejó entrar más y mandó hasta 1935. Un siglo dominado por la ambición de los generales.
Posted on: Thu, 31 Oct 2013 22:07:22 +0000

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