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¿CÓMO ES EL ASUNTO? Meditación diaria 9 de octubre “No respondas al necio según su necedad, o tú mismo pasarás por necio. Respóndele al necio como se merece, para que no se tenga por sabio” (Proverbios 26:4-5). Este texto es una paradoja: ¿Respondemos o no respondemos? ¿Ponemos o no en su lugar al necio? ¿Hablamos o callamos? Aparentemente las dos respuestas son válidas. En algunos momentos, pareciera que lo más lógico es callarse frente al necio porque hablar no sirve de nada. Pero, en otras ocasiones, es preciso hablar para no permitir que su necedad siga. El problema es cuándo hacer una cosa y cuando otra. Muchas personas actúan como si la Biblia fuera un libro de recetas que te dicta exactamente qué hacer y qué no hacer. Pero, en más de una ocasión, lo que tenemos son consejos parecidos a los que aquí aparece, porque el Espíritu Santo, que inspiró el libro de Proverbios, sabía muy bien, que no todo es blanco o negro, muchas veces hay matices que sólo se logran percibir en el momento y bajo determinadas circunstancias. ¿Cómo funciona la mentalidad de un necio? ¿Qué hace en contraste el sabio? Ese es el centro del mensaje de estos versículos. Los necios son tozudos, es decir, no están dispuestos a cambiar de opinión. Eso implica que en algunos momentos, discutir con un necio no sólo será pérdida de tiempo, sino que además, no servirá de nada. Sin embargo, los necios interactúan con otras personas que se ven influenciadas por su presencia y acción. Eso implica que en determinados momentos, por amor a los demás, será preciso poner al necio en su lugar y decirle claramente lo que está bien y lo que está mal, simplemente, porque será la correcto para minimizar los efectos de su torpeza mental. Sebastian Brant (1457-1521) escritor francés, redactó la obra más influyente del siglo XV, La nave de los necios en una de sus páginas dice: “Todas las calles y callejas están llenas de necios que sólo de la necedad se ocupan, pero que no quieren aplicarse el nombre” (Brant, 91). ¿En qué grupo estás? Los de los necios que no quieren escuchar o en el de los sabios que desean vivir con sabiduría. La decisión no es azarosa, es simplemente tuya, de nadie más. Oración: Querido Señor, dame sabiduría, pero por sobre todas las cosas, dame la capacidad de darme cuenta cuando estoy actuando con necedad, para no seguir en esa vía. © Dr. Miguel Ángel Núñez, 2013 Del libro inédito ¡Háblame Señor¡
Posted on: Wed, 09 Oct 2013 04:00:13 +0000

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