¡DE PELOS! Por: Rodrigo Fernández Chois En una ocasión un apasionado coleccionista me mostró su tesoro más preciado: un pequeño cráneo de un no sé qué poeta famoso; y me aseguró que la calavera –por la cual había pagado un dineral- perteneció al vate cuando tenía dos años de edad. Me reservé mis comentarios. Que existan mercados donde se tranzan artículos y servicios extraños, no hay duda. Pero es el tira y afloja que se presenta porque valor y precio final suelen diferir lo que hace que estos mercados merezcan un estudio econométrico especial. “Obedecen a la ley de la oferta y demanda” dicen los economistas; pero, ¿puede alguien dudar de que existan razones por las que cosas que a pesar de que tienen un inmenso valor subjetivo se trancen por míseros precios? ¿Y viceversa? Por esto, el variopinto conjunto de los mercados extraños brinda un insuperable campo para el análisis económico. Desde la chica que pone en subasta su virginidad por Internet y las cambiantes tarifas del mundo de las meretrices, pasando por la empresa francesa Ultimerealite que ofrece pesadillas al mejor estilo de la película noventera “The Game” y rematando en lo insólito de los cabellos robados que acontece en nuestra querida ciudad; todos estos hechos encarnan mercados que obedecen criterios tan irracionales, estólidos e inverosímiles que si los llegamos a descubrir podríamos –quien lo creyera- predecir con exactitud el movimiento de las bolsas de valores de todo el mundo. Que un virgo fuese subastado en casi un millón de dólares, que existan masoquistas que paguen para que los hagan vivir pesadillas al límite de lo sufrible, o que hayan chicas a las que en pleno centro de la ciudad las rapen para robar sus melenas, me ha convencido de que la ciencia que trata de explicar el valor de las mercancías tiene mucho más de alquimia y astrología que de química y astronomía. ¡De pelos!
Posted on: Wed, 17 Jul 2013 01:58:29 +0000
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