DIOS Dios es un Ser sublime y perfectísimo, Creador y Rector del - TopicsExpress



          

DIOS Dios es un Ser sublime y perfectísimo, Creador y Rector del universo, Espíritu eterno, omnipresente, omnisciente y todopoderoso. La esencia de Dios es incomprensible tanto para la mente humana, como para la de los ángeles. Él habita en una luz inaccesible; a Él nadie le ha visto ni le puede ver. (I Tim 6:16). San Basilio el Grande, escribe: “Si quieres hablar acerca de Dios, renuncia a tu cuerpo y a los sentidos físicos, abandona la tierra y el mar. Haz que el aire quede debajo de ti. Deja de lado la cronología de los años, su orden preciso, y el ornamento de la tierra. Sitúate sobre el éter, deja a tras las estrellas, su belleza y tamaño, la utilidad que brindan al universo, su organización, luminosidad, posición, movimiento y todo cuanto próximo o distante haya entre ellas. Sobrepasando todo esto con la mente, circunda el cielo y situándote por encima de él imagínate la belleza del lugar. Desestima las huestes de los ángeles, la autoridad de los arcángeles, la gloria de los señoríos, la presencia de los tronos, las virtudes, los principados y las potestades. Desestimándolos a todos ellos cruza los límites de la creación dejándola por debajo de tus pensamientos. Imagínate la naturaleza divina, firme inmutable, desapasionada, simple e indivisible, Imagina la luz inaccesible, la grandeza ilimitada, el poder inefable, la gloria resplandeciente, la bondad ansiada y la belleza inconmensurable que impresiona fuertemente las almas sensibles y que no puede describirse dignamente con palabras.” (N de T: Señoríos, Tronos, Principados, Virtudes, Querubines y Serafines, son los nombres de las jerarquías de los ángeles. El mundo espiritual de los ángeles es mucho más numeroso que el nuestro). Semejante elevación espiritual es necesaria para meditar acerca de Dios. Es paradójico que el hombre desde temprana edad, y a pesar de sus limitaciones mentales y espirituales, desee conocer a Dios. La tendencia instintiva de la mente humana de conocer al Ser Supremo y al mundo espiritual, se advierte en personas de cualquier que raza, cultura o de desarrollo. Evidentemente, hay algo misterioso en la naturaleza del hombre, que como un imán lo atrae hacia la esfera de lo invisible y lo perfecto. Las Sagradas Escrituras definen a este “algo” como “imagen y semejanza de Dios” en el hombre, grabada por el Creador en los cimientos de nuestra naturaleza espiritual. (Génesis 1:27). Sólo la presencia de este vínculo entre el alma y su Creador, puede explicar que ante las más adversas circunstancias, aún las personas sin formación religiosa alguna pueden tener una idea más o menos correcta acerca de Dios. Lo extraordinario es que Dios siempre va al encuentro de la persona que lo busca, manifestándose ante ella misteriosamente. Las Sagradas Escrituras conservan el recuerdo de un breve pero muy valioso tiempo en el que en los albores de la humanidad, Dios aparecía y hablaba con Adán y Eva, como un padre con sus hijos. En aquellos días no había siquiera un atisbo de temor entre los primeros hombres ante la presencia del Ser Supremo. Sobre esto, los ateos pretenden convencernos de que la surgió como consecuencia del temor inconsciente que experimentaba el hombre primitivo frente a las fuerzas de la naturaleza. Por el contrario, de acuerdo al Génesis, el primer encuentro del Creador al hombre estuvo pleno de confianza y beatitud. Fue la caída en el pecado lo que privó realmente al hombre del sentimiento de proximidad y bienaventuranza de Dios. La noción de Dios entre Los filósofos y las civilizaciones antiguas Luego de la caída de Adán y Eva en el pecado, la mayoría de sus descendientes fueron alejándose de Dios y volviéndose cada vez más rudos, y entregándose a los vicios cayeron en la superstición. Lentamente fue desarrollándose la idolatría. Pero a pesar de esto, la tendencia instintiva de buscar a Dios permaneció en el hombre Toda la historia antigua de la humanidad testimonia que el hombre, a diferencia de los animales, no puede limitarse solo a satisfacer sus requerimientos físicos. Inconscientemente, su pensamiento es atraído hacia niveles más altos, hacia el mundo trascendental, hacia su Creador. El hombre anhela conocer: ¿cómo y por qué apareció este mundo que lo rodea? ¿Tiene su vida un significado más importante? ¿Qué le espera detrás del umbral de la muerte? Existe otro más perfecto? ¿Existe la justicia absoluta y excelsa? ¿Habrá una recompensa por las obras buenas y un castigo por los crímenes? Al Contemplar la grandeza, la armonía y la hermosura del mundo, el hombre llega al convencimiento de que debe existir un Creador. Su sentido moral le dicta sobre la existencia de un Legislador recto que dará a cada uno según sus obras. De esta manera, bajo la influencia de motivos internos y externos, paulatinamente comenzó a gestarse en el hombre un sentimiento religioso, una necesidad de conocer y acercarse a su Creador. Por esta razón, nunca existió un pueblo totalmente privado de la noción de un Dios. “Observen la faz de la tierra – dice Plutarco (siglo I AC) – ustedes encontrarán ciudades sin fortalezas, sin ciencias, sin autoridades, verán personas sin hogar, personas que desconocen el uso del dinero o que ignoran totalmente la hermosura del arte, sin embargo, nunca encontrarán una sociedad que viva sin fe en una Divinidad.” Debido a que no existe una información detallada sobre las diferentes creencias y la vida de los pueblos antiguos, es difícil establecer puntualmente como surgieron y se desarrollaron sus diferentes conceptos religiosos. Sin embargo muchos religiosos de las religiones comparadas afirman que en las religiones primitivas existió la idea del monoteísmo (un solo Dios); en tanto que la deificación de las fuerzas naturales y diferentes dioses (politeísmo) apareció mucho más tarde. * Los primeros capítulos del Génesis relatan el desarrollo del politeísmo entre “los hijos del hombre” como el resultado del entorpecimiento moral. También nos enseña como “los hijos de Dios” (los descendientes de Set) conservaron su fe en un solo Dios. Además debemos aclarar, que en las religiones politeístas, siempre existió un dios supremo por encima de otras divinidades. Por ello al margen de las imperfecciones de las religiones paganas el reconocimiento de la existencia de un Ser Supremo, nos indica que el hombre en su naturaleza interna es religioso. El ateísmo es un estado anormal y patológico del alma humana surgido de un estilo de vida pecaminoso y que con los años se fortalece aún más con la penetración de los conceptos ateos. En Grecia, donde 600 años AC, el politeísmo desplazó al monoteísmo, advertimos una saludable oposición por parte de los filósofos. Uno de los primeros filósofos en oponerse al politeísmo, fue Xenofonte (570 – 466 AC) quien luchó contra los adoradores de animales y héroes legendarios. Él dijo “Entre los dioses y los hombres existe un Dios supremo, el cual no se parece a ellos, ni mentalmente, ni en su apariencia externa. El es toda visión, todo pensamiento y oído. Él habita, eterno e inamoviblemente, en un solo lugar y con su mente dirige todo sin esfuerzo” Heráclito habla sobre el Logos de quien todo recibió su existencia. El llama Logos a la Sabiduría Divina (1) Anaxagoras llama Dios “Razón purísima” omnisciente y omnipotente. Esta Razón, siendo de naturaleza espiritual, todopoderosa y omnipresente mantiene todo en un orden. Ella formó al mundo a partir de un caos primitivo. Sócrates reconoce que Dios solo hay uno. Él es el principio moral del mundo y es la “Providencia,” que se preocupa del mundo y la gente. Platón, combatiendo las supersticiones paganas, exige que se excluyan del concepto de Dios, ciertas cualidades imperfectas como la envidia o la metamorfosis. “Dios, y no el hombre, es la última palabra en todo.” Para Platón, Dios — “Demiurgo” es el creador de todo, el Pintor. Del Universo. Él es un espíritu inmortal, que cambia y da forma a la materia según Su idea. Existe un mundo eterno y real de ideas, al que se atribuye la auténtica realidad. Al frente de este reino de ideas se encuentra la Idea del Bien, el Dios Creador del universo. Aristóteles sostiene que Dios está sobre todas las cosas, y es el Principio motor del universo “el Inmóvil Primer Motor,” fuente del movimiento universal. Él es un ser eterno y perfecto, centro de toda actividad y energía, autónomo e inaccesible. Él, es pura razón “mente de las mente” y ajeno a cualquier materialidad vive en un intenso estado de acción intelectual y de auto contemplación: “La realidad del pensamiento es la vida, y Dios es esta realidad.” De acuerdo con Aristóteles, todo el mundo busca a Dios porque Dios es amado por su perfección. Artaus de Cilicia, (escritor del siglo III a. de Cristo), elevándose mentalmente llegó a la idea de una “imagen de Dios en el hombre” diciendo: “nosotros somos Su generación.”(2) Tal vez influencia influenciados por los filósofos, que insistieron sobre la existencia un Ser sapientísimo que está sobre todas las cosas, los atenienses hayan construido un altar al “Dios Desconocido,” como menciona el Apóstol San Pablo al principio de su famoso sermón en Atenas. (Hechos 17:23). De esta manera, los conceptos que algunos filósofos tuvieron sobre Dios fueron correctos y profundos. Los filósofos más destacados entendieron que debe existir sólo un Dios verdadero. Dios es todo pensamiento y es el poseedor de la suprema sabiduría. Él es eterno, absoluto, transcendente, la Primer causa de toda acción y movimiento en el mundo. Algunos filósofos llegaron a una opinión tan elevada sobre Dios, que lo consideraban como el “Demiurgo,” conductor del universo. Sin embargo, carecieron de una clara noción de Dios Creador que hizo el mundo de la nada, como leemos en la Biblia. La principal falla en la opinión es considerar que Dios es un Ser “frío,” distante al mundo, como encerrado en Su vida introspectiva. La causa de esta opinión tan alejada del Dios verdadero, reside, en que los filósofos carecieron de una experiencia espiritual personal. No experimentaron la viva unión con el Dios bondadosísimo, que es alcanzada durante la oración ferviente y atenta. A pesar de esto, muchos Santos Padres estimaron a los filósofos antiguos hasta el punto de llamarlos “cristianos antes de Cristo.” Su principal mérito fue el desarrollo de un entendimiento religioso – moral. Acuñaron una terminología que permitió a los primeros apologetas cristianos y Padres de la Iglesia confesar y defender las verdades cristianas. Las opiniones filosóficas aquí presentadas sobre el Ser Supremo, son interesantes, porque demuestran el límite del conocimiento sobre Dios al que puede llegar el hombre a través de su esfuerzo natural. Pero mucho más puro y perfecto aún es el testimonio que hallamos sobre Dios en las Sagradas Escrituras. Mediante ellas sabemos que Dios se ha revelado ante quienes lo han buscado como los (Rectos/ Justos) del Antiguo y Nuevo Testamento. Aquí no se trata de un producto de ideas abstractas o de posibles adivinanzas, sino de una espontánea iluminación desde lo alto, recibida por los santos como una viva experiencia espiritual. Los santos escribieron sobre Dios según lo revelado por el Espíritu Santo. Por esta razón en las Sagradas Escrituras, y en las obras de los santos cristianos, no hay adivinanzas ni contradicciones sino una completa unanimidad. Las Sagradas Escrituras nos dan una sublime y completa información sobre Dios. Ellas nos enseñan que Dios es Uno, Él es un ser personal, supremo, que está sobre todas las cosas. Dios es Espíritu eterno, bondadosísimo, omnisciente, fidelísimo, todopoderoso, omnipresente, perfectísimo y muy bienaventurado. Sin tener necesidad alguna, Dios todopoderoso, por su bondad creó de la nada al mundo visible e invisible, y también nos creó. Hasta la creación del mundo no existían ni el espacio ni el tiempo. Ambos surgieron con el mundo. Dios, como un Padre amoroso, se preocupa por todo el mundo, por cada ser creado por Él, aún el más pequeño. Por sus sendas misteriosas. Él conduce a cada hombre hacia la salvación eterna pero sin forzarlo, sino iluminándolo y ayudándolo a realizar sus buenas intenciones. Contemplaremos ahora, atentamente, algunas cualidades divinas que han sido reveladas por las Sagradas Escrituras y los Santos Padres de la Iglesia. Dios se manifiesta al hombre como un Ser absolutamente distinto del mundo físico, es decir como Espíritu. “Dios es Espíritu,” — dicen las Escrituras, — “donde está el Espíritu de Dios — allí está la libertad” (Ju: 4:24 II Cor 3:17) En otras palabras, Dios es ajeno a cualquier materialidad o corporeidad, propias de los seres humanos e incluso de los ángeles, quienes aparecen tan solo como “imagen” de la espiritualidad de Dios. Dios es Espíritu excelso, purísimo y perfectísimo. El se manifestó ante el profeta Moisés como ” El que Es ” un Ser Supremo, puro y espiritual. (1). Es inusual que las mentes contemporáneas imaginen a Dios como Espíritu puro. Por su parte el panteísmo (2), tan difundido en nuestros tiempos, también contradice esta verdad. Por esta razón, en el ” rito de la Ortodoxia,” celebrado el primer Domingo de la Gran Cuaresma escuchamos que: ” Sean anatemas aquellos que dicen que Dios no es Espíritu, que es sólo cuerpo.” Dios es eterno — Dios existe fuera del tiempo, pues el tiempo es finito y variable (el tiempo se considera como la cuarta dimensión en la teoría física de la relatividad. De acuerdo con la cosmología actual, el espacio y el tiempo no son eternos. Ellos aparecieron y desaparecerán con el mundo). Para Dios no existen ni el pasado, ni el futuro, solo existe el presente. “En el principio Tú, Señor, fundaste la tierra, y los cielos son obra de Tus manos. Ellos van pasando, más Tú permanecerás; Todo en ellos envejece como una vestidura. Tú los mudarás, y quedarán cambiados; más Tú eres el mismo, y Tus años no tienen fin”(salmo 101, 26-28). Algunos Santos Padres señalan la diferencia conceptual entre la “eternidad ” y la “inmortalidad.” La eternidad es vitalidad, que no tiene principio ni fin. El entendimiento de la eternidad puede aplicarse únicamente a la esencia de Dios que es sin principio y en quien todo es siempre igual y tiene el mismo aspecto. El entendimiento de la inmortalidad se atribuye a aquellos seres a los que se les dio la existencia y son inmortales como los ángeles y el alma humana. La eternidad es algo que pertenece únicamente a la Esencia Divina (San Isidro Pelusiota). Dios — es bondadosísima — es decir, infinitamente bueno. Las escrituras testifican: “Generoso y clemente es el Señor Dios, paciente en exceso y grande en misericordia” (Salmo 102:8). Dios es amor. La bondad de Dios se extiende sobre todo el mundo y sobre cada ser que habita en él. Es decir, no se restringe a una determinada región, pues un amor así es propio de seres limitados. Él se preocupa con amor por la vida y las necesidades de cada criatura, por más pequeña e insignificante que pueda parecer. San Gregorio el Teólogo dice: “Si alguien nos pregunta a quién honramos y a quien adoramos, debemos contestar: “adoramos al amor.” Dios concede tantos bienes a su creación en la medida en que cada uno puede recibirlos de acuerdo a su naturaleza y estado, y en correspondencia con la armonía del mundo. Dios manifiesta al ser humano una bondad especial. San Clemente de Alejandría dice: “Él, como un ave-madre, al ver a su pichón caer fuera del nido, acude en su ayuda para levantarlo, y cuando ve que su pichón puede ser devorado por una serpiente, con un penoso graznido, vuela alrededor de él y de sus otros pichones sin mostrar indiferencia ante la pérdida de alguno de ellos.” Dios nos ama mucho más de lo que nos aman nuestros padres, nuestros amigos, e incluso de lo que nos amamos nosotros mismos. Él, se preocupa más por nuestra salvación, que por su propia gloria, como lo demuestra el hecho de que envió a Su Hijo Unigénito encarnado al mundo para que con sus padecimientos y su muerte nos sea revelado el camino de la salvación y la vida eterna. Si el hombre muchas veces no entiende toda la fuerza de la bondad de Dios, es porque concentra su mente y sus deseos en la prosperidad terrenal. La Providencia Divina, en cambio relaciona la concesión de bienes temporales y terrenales con el llamado a la conquista para sí y para nuestras almas de los bienes eternos. Ciertamente, hay pasajes de las Sagradas Escrituras en los que de manera simbólica son adjudicados a Dios órganos o miembros humanos: oídos, ojos, manos y otros, que reciben el nombre de “antropomorfismos.” Estas expresiones son usadas en sentido demostrativo y son halladas con frecuencia entre los libros poéticos de la Biblia. Con ellos, las Escrituras establecen una correspondencia con los atributos espirituales de Dios. Así, por ejemplo, los oídos y ojos simbolizan la omnisciencia divina, la mano su omnipotencia y el corazón, su Amor. (2) Pamteismo: creencia en una divinidad irracional e impersonal esparcida por toda la naturaleza…. Dios es omnisciente.” Todo está desnudo y descubierto ante sus ojos” (Heb. 4:13) El rey David escribió: “Tus ojos han visto mi origen” (Salmos 138:16). La ciencia de Dios es visión y conocimiento de todas las cosas existentes y posibles, del presente, del pasado y del futuro. La previsión del futuro es una visión espiritual, porque para Dios el futuro es presente. La previsión de Dios no altera la libre voluntad de la creación, así como la libertad de nuestro prójimo no es alterada a pesar de que nosotros podemos ver sus acciones. La previsión de Dios, con respecto al mal en el mundo y las acciones de los seres libres, se coronan con la previsión de la salvación del mundo cuando “Dios sea todo en todos” (1 Cor. 15:28). Otro aspecto de la omnisciencia de Dios es Su sabiduría. “Grande es nuestro Señor, grande es su fortaleza y su sabiduría es infinita” (Salm. 146:5). Los Santos Padres de la Iglesia, siguiendo la palabra de Dios, siempre han enseñado con profunda piedad la grandeza de la Sabiduría de Dios en la economía del mundo visible, dedicando a este tema una gran cantidad de obras como por ejemplo: “el Hexameron” es decir el proceso de la creación de mundo (San Basilio Magno, San Juan Crisóstomo, San Gregorio de Niza). San Basilio magno dice: “Un pequeño tallo, una hierbezuela es suficiente para ocupar toda la atención de tu mente en examinar el arte de su creación.” Dios es absolutamente recto. El entendimiento del vocablo rectitud tanto en la Palabra de Dios, como en el uso corriente del término comprende dos significados: la santidad y la justicia. La santidad no solo consiste en la ausencia del mal o del pecado, es además la presencia de elevados valores espirituales unidos a la pureza. La santidad es semejante a la luz, y la santidad de Dios es luz purísima. Dios es “el único Santo” en esencia, por su naturaleza. Él es la Fuente de santidad para los ángeles y los seres mismos. El justo juicio de Dios es otro aspecto de su rectitud. Él juzgará al mundo según la verdad, y a los pueblos con rectitud” (Salmo 9:8).”El retribuirá a cada uno conforme a sus obras, porque Dios no hace acepción de personas” (Rom. 2:6-11). ¿Cómo concuerdan el amor Divino y la rectitud de Dios con el juicio severo por los pecados y el castigo del culpable? Con respecto a esta pregunta muchos Santos Padres expresan su opinión. Ellos comparan la ira de Dios con la ira de un padre, que para hacer entrar en razón al hijo desobediente, acude a métodos paternales de castigo. Al mismo tiempo, se apena por el hijo insensato, compadeciéndose por la aflicción que le causa. Por eso la justicia de Dios es siempre la misericordia y la misericordia es siempre la verdad, como está escrito: “La misericordia y la verdad se encontraron; se darán el ósculo” (Salm. 84:10). La santidad y la verdad de Dios están estrechamente vinculadas entre sí. Dios llama a todos a la vida eterna en Su Reino. Pero al Reino de Dios no puede ingresar nada impuro. Por esa razón, Dios nos purifica mediante el castigo como método de corrección a causa del gran amor que nos tiene. Nos espera el juicio justo, el juicio terrible, ¿cómo podríamos entrar en el Reino de la santidad y la luz, y cómo nos sentiríamos estando allí, siendo impuros, oscuros, sin ninguna santidad y sin tener ningún valor espiritual o moral positivo? Dios es Todopoderoso. “Porque Él habló y todo fue hecho, Él ordenó y todo apareció” (Salm. 32:9). Así se expresa el salmista sobre la omnipotencia de Dios. Dios es el Creador y sustentador del mundo. El es omnipotente, “El único que hace maravillas” (Sal. 71:18). Si Dios tolera el mal y a los malvados en el mundo, no es porque El no pueda eliminarlos. Es porque Él da libertad a los seres espirituales y los guía, de tal forma, que ellos por su propia voluntad rechazan el mal y se dirigen hacia el bien (sobre las cuestiones casuística, de que hay ciertas cosas que Dios “no puede realizar,” responderemos que la Omnipotencia de Dios se extiende sobre todo aquello que le place a su mente, a su benevolencia y a su voluntad). Dios es Omnipresente. “¿Adónde iré que me sustraiga a tu Espíritu? ¿Adónde huiré de tu rostro? Si subieres a los cielos allí estas Tú. Y descendiere al abismo, allí estás Tú. Si tomare las alas del alba y habitare en el extremo del mar, también allí me guiaría Tú mano, y me asirá Tu diestra” (Salm. 138:7-10) . Dios no esta limitado espacialmente. Él impregna todo con su Ser. Siendo de naturaleza simple (indivisible), está presente en todo lugar pero no parcialmente ni con su fuerza, sino con todo su Ser y sin mezclarse con nada. Dios impregna todo, sin mezclarse con nada y nada puede penetrar en Él. (San Juan Damasceno). Dios es inmutable. “En el Padre de las luces no hay cambio, ni sombra de variación” (Stg. 1:17). Dios es perfección. Un cambio es signo de imperfección, por esa razón, la mutabilidad es inconcebible en un Ser perfecto. Cuando se habla de Dios no se puede decir que en Él existe un proceso de desarrollo, cambio, evolución, progreso o algo parecido. Pero el hecho de que Dios es invariable, no significa de que El se encuentre en un estado inmóvil o este encerrado en sí. Todo lo contrario, a pesar de que Dios es invariable, Él es vida, y se encuentra siempre en un estado activo y energético. Dios por sí mismo es vida, y esta vida es el estado de Su existencia. Dios es muy bienaventurado y perfectísimo. Estos dos conceptos son muy parecidos. Perfectísimo significa que posee todo, que tiene plena riqueza, plenitud de bienes, y su significado no es estar contento consigo mismo. Dios no tiene necesidad de nada pero, “es el que da a todos la vida y el aliento, y todas las cosas”(Hech.17:25). De esta manera, Dios es la fuente de toda existencia y de todos los bienes. Los seres creados reciben la perfección de esa Fuente. El apóstol San Pablo se refiere dos veces en sus epístolas a Dios como Bienaventurado en 1 Timot. 1:11 dice “del evangelio que me ha sido confiado y que nos revela la gloria del Bienaventurado,” y en 1 Timot. 1:15 dice “a su tiempo mostrará el Bienaventurado y único soberano, Rey de reinantes y Señor de señoreadores.” No debe entenderse la palabra “Bienaventurado” en el sentido que Dios, siendo perfecto y teniendo todo en Sí Mismo, es indiferente a Su creación y a sus sufrimientos; si no que de Él y en El todos sus seres reciben la bienaventuranza. Dios no sufre, pero es misericordioso. “Jesucristo sufre como un mortal” (canon de la Pascua) no como Dios, sino, por su naturaleza humana. Dios es la fuente de la bienaventuranza, en Él habitan la plena felicidad, la dulzura, y la alegría para aquellos que lo aman; Como dice en el salmo: “plenitud de gozo; a la vista de tu rostro, las eternas delicias de Tú diestra” (Salm.15:11). Hace dos mil años ocurrió un gran milagro: se reveló el misterio de piedad: Dios excelso, que habita en la gloria inaccesible, en la Persona del Unigénito Hijo de Dios, descendió a nuestro mundo y se hizo hombre. Para no reducirnos a cenizas ante la presencia de Su Gloria y naturaleza Divina, el Hijo de Dios la ocultó en un cuerpo humano. De esta forma, el invisible, se hizo visible, el intangible, tangible, y el desconocido, se dio a conocer. “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre,” dice Jesucristo a sus contemporáneos (San Juan 14:9). ¿Cuáles son las perfecciones divinas que se manifestaron a aquellos que lo vieron y tuvieron contacto con el Hijo de Dios? Ellos vieron aquello, que es característica de Dios: Su omnipotencia, y omnisciencia. La vida de Jesucristo sobre la tierra se acompañó de milagros. Para El no existe enfermedad incurable, y la naturaleza irracional obedecía maravillosamente a su palabra Divina. Los ángeles le sirven con temor, como al gran Soberano. Los demonios malignos huyen de El temerosos, como esclavos llenos de culpa; Hasta la muerte despiadada y el infierno tenebroso se sometieron a Él, dejando ir hacia el Paraíso a sus rehenes. Todas las obras de su Divinidad Todopoderosa se llevan a cabo ante la vista de todos. Estas obras dejaron una huella imborrable en la historia de la humanidad. La conciencia sobre la realidad del encuentro con el Creador fue tan firme en los discípulos de Cristo, que todos ellos consagraron sus vidas a la enseñanza de la feliz noticia de la venida de Dios a la tierra “Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocantes al Verbo de vida.Porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó” escribe San Juan (1 Juan 1:1-2). Además de la Omnipotencia Divina, la gente percibió en Jesucristo algo muy valioso en el sentido moral Sus cualidades espirituales y su santidad. Durante su vida terrenal el Salvador manifestó la grandeza de su virtud: su sensibilidad, su misericordia, su humildad, su mansedumbre, su obediencia al Padre, su aspiración hacia la verdad, su total pureza y santidad, su desinterés, valentía, paciencia y especialmente su amor sin límite. Los apóstoles nos recuerdan constantemente la misericordia de Jesucristo y su compasión por el hombre en “En esto hemos conocido el amor, en que Él dio su vida por nosotros: También nosotros debemos dar nuestras vidas por los hermanos” (1 Juan 3:16). San Pablo, que sintió la fuerza del amor de Cristo, describe las cualidades de esta virtud: “El amor es paciente, es benigno; el amor no envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no busca mal; no se regocija en la injusticia, mas goza de la verdad. Todo lo sobrelleva, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca se acaba; en cambio, las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia tendrá su fin” (1 Cor 13:4-8). Así, Jesucristo con Su vida y Su obra manifestó al mundo la perfección moral de Dios y nos otorgó la posibilidad de entender en qué consiste la imagen y semejanza de Dios en el hombre y hacia qué debemos dirigir nuestras aspiraciones. ____________________ Dios es el Ser Espiritual excelso, de quién todo procede y sin el que nada es posible. El no tiene principio y nunca tendrá fin. Él esta sobre todo tiempo y espacio. Él es omnipresente, se encuentra en todos los lugares al mismo tiempo e impregna todo, pero El no puede ser impregnado por nada. El es el Principio, la continuación y la vida y de todo cuanto existe. Él es infinitamente bondadoso y justo. Sin tener necesidad alguna Él, por Su bondad, se preocupa de todo el mundo visible e invisible y dirige la vida de cada ser humano hacia la salvación. El camino del conocimiento de Dios y la eterna bienaventuranza se manifiesta a las personas por medio del Hijo Unigénito de Dios. El hombre contemporáneo, a pesar de sus conocimientos, sabe muy poco y no piensa casi en Dios. Parece que a propósito, todo está destinado a desviar la mente del hombre de lo más importante que es Dios y la eternidad, privando al hombre de una viva comunión con su Creador. El resultado es la lúgubre vanidad, la pena constante y la oscuridad espiritual. Es imprescindible realizar un esfuerzo de voluntad para desplazar la vanidad en un segundo plano y dirigir nuestra mirada hacia Dios y percibir su luz. De esta manera, en comunión con Dios, sentiremos su proximidad y bondad, veremos su diestra rectora en nuestras vidas, y aprenderemos a obedecer su voluntad. Así, paulatinamente, Dios se convertirá para nosotros en lo más importante de nuestras vidas la fuente de nuestra energía, paz y alegría y la razón de nuestra existencia. Él será nuestro Padre, y nosotros, sus hijos.
Posted on: Sun, 06 Oct 2013 18:23:24 +0000

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