Del santo Evangelio según san Lucas: 21, 5-19 En aquel tiempo, - TopicsExpress



          

Del santo Evangelio según san Lucas: 21, 5-19 En aquel tiempo, como algunos ponderaban la solidez de la construcción del templo y la belleza de las ofrendas votivas que lo adornaban, Jesús dijo: “Días vendrán en que no quedará piedra sobre piedra de todo esto que están admirando; todo será destruido”. Entonces le preguntaron: “Maestro, ¿cuándo va a ocurrir esto y cuál será la señal de que y está a punto de suceder?” Él les respondió: “Cuídense de que nadie los engañe, porque muchos vendrán usurpando mi nombre y dirán: ´Yo soy el Mesías. El tiempo ha llegado’. Pero no les hagan caso. Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones, que no los domine el pánico, porque eso tiene que acontecer, pero todavía no es el fin”. Luego les dijo: “Se levantará una nación contra otra y un reino contra otro. En diferentes lugares habrá grandes terremotos, epidemias y hambre, y aparecerán en el cielo señales prodigiosas y terribles. Pero antes de todo esto los perseguirán a ustedes y los apresarán; los llevarán a los tribunales y a la cárcel, y los harán comparecer ante los reyes y gobernadores, por causa mía. Con esto ustedes darán testimonio de mí. Grábense bien que no tienen que preparar de antemano su defensa, porque yo les daré palabras sabias, a las que no podrán resistir ni contradecir ningún adversario de ustedes. Los traicionarán hasta sus propios padres, hermanos, parientes y amigos. Matarán a algunos de ustedes, y todos los odiarán por causa mía. Sin embargo, ni un cabello de su cabeza perecerá. Si se mantienen firmes, conseguirán la vida”. 51C.-María ilumina tu vida Reflexión de la Palabra de Vida a través de Escuela de María Del Santo Evangelio según San Lucas: 21, 5-19 (17 de noviembre 2013) XXXIII DOMINGO ORDINARIO Próximos a terminar un año litúrgico más, la Iglesia nos invita este domingo a reflexionar y meditar un tema básico de nuestra fe, con tinte escatológico y con una llamada de parte de Dios, para dar el verdadero sentido a la vida y a nuestra propia existencia dentro de él. El evangelista san Lucas en esta ocasión, nos recuerda un discurso de Jesús sobre el fin de los tiempos, dentro del cual se habla de guerra, devastación, destrucción, catástrofes cósmicas y persecuciones. Pese a que la primera impresión de este relato evangélico es de un anuncio de sucesos de desgracias y desventuras; no es de terror ni miedo, sino de ánimo y de gran esperanza. Aunque el texto resulta un poco difícil de comprender, podemos notar tres puntos que Jesús toma para hablar de ellos: la destrucción histórica de Jerusalén, los sucesos del fin de los tiempos y la persecución y lucha del tiempo intermedio; siendo éste punto último el tema central, que realmente Jesús nos quiere transmitir con su mensaje. Haciéndonos un llamado para permanecer en la lucidez y acrecentar el discernimiento frente al engaño y la confusión; en la paciencia y en la serenidad frente al pánico y a la precipitación; en la fortaleza y el testimonio frente a la persecución y la cobardía; en la esperanza y en la perseverancia frente al desánimo y la claudicación. Y todo ello con una garantía feliz: Si perseveramos así, Dios nos hará partícipes de su triunfo y seremos salvos. El texto del Evangelio de este día nos ofrece una concepción lúcida y realista de la historia. No se trata de que lo comprendamos con ingenuo optimismo ni con pesimismo enfermizo e irracional. Tampoco debemos contemplarlo como un proceso de crecimiento pacífico e incesante en todos los órdenes de la vida, ni mucho menos como el escenario diabólico de la mezquindad y miseria humana. La historia es realmente como san Agustín lo ha dicho: La lucha entre el reino de Dios y las fuerzas del mal. Dios ha triunfado ya; pero, ¿cuál es la responsabilidad del hombre? ¿Cómo respondemos cada uno de nosotros ante esta realidad? El discurso escatológico es una llamada a la esperanza. Es como si se nos dijera: El fin del mundo y de la historia, a pesar de sus sombras, no será el caos, sino plenitud y consumación; y triunfará la verdad, la vida, la libertad y la justicia, sobre la mentira, la muerte, la violencia y la destrucción. Para ello, necesario es que cada uno enfoquemos toda nuestra vida hacia el último fin que es Dios; evitando la esclavitud que acarrean los bienes materiales, optando en primer lugar por Jesús y siguiendo su ejemplo de humildad y mansedumbre. Recordando que nuestra última morada no está aquí abajo sino allá arriba junto al Señor. El camino que nos conducirá a la Casa del Padre, es una vida bien llevada, con disciplina, orden, veracidad y honestidad. No olvidar nunca que dicho camino que nos conduce a la verdadera felicidad y gloria de Dios, está totalmente unido al sufrimiento alegre y perseverante en el bien, en el ejercicio de todas y cada una de las virtudes evangélicas. Debemos ser más conscientes para entender que toda nuestra vida es una preparación en el ejercicio del bien, para comprender la verdadera relación entre la vida de este mundo y la eterna. La perseverancia cristiana supone una opción concreta por el Señor y también implica un gran compromiso con nuestro Bautismo. No basta con creer en Dios y en la felicidad eterna, necesario es traducir en buenas obras nuestra fe en el Señor, optando por vivir de manera radical su Palabra y ser testimonio vivo de su Amor Misericordioso. Siempre unidos en los Dulces Corazones de Jesús y de María ©
Posted on: Sun, 17 Nov 2013 15:10:04 +0000

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