Discípulo: Maestro, ¿qué es la fe? -El maestro le pidió al - TopicsExpress



          

Discípulo: Maestro, ¿qué es la fe? -El maestro le pidió al discípulo que encendiese una hoguera y ambos se sentaron a contemplar el fuego. Maestro: He ahí la fe, la leña de la hoguera: el combustible que mantiene encendida la llama de Dios en nuestros corazones. Pero claro, la leña necesita de una chispa para arder, y esa chispa es nuestra voluntad de creer. Basta con querer tener fe, para que ésta se aparezca en nuestro camino. Discípulo: ¿Incluso si nos pasamos la vida sin creer en nada? Maestro: Todos creemos, incluso si no lo reconocemos. Por ello es tan sencillo despertar esa fe, y cuanto más vivimos, más cerca estamos de Dios: la leña vieja arde siempre mejor. Discípulo: La leña vieja se humedece con mayor facilidad y no abunda. Tal vez, y sólo tal vez, esa chispa no se encuentre en todos nosotros. Si así fuera, ¿para qué necesitaríamos querer creer? -El maestro hizo una pausa para pensar, respiró hondo y continuó: Verás, la voluntad es la mejor y más usual chispa para encender ese fuego, pero ésta sólo se manifiesta cuando nos reconocemos necesitados del calor que la hoguera nos puede proporcionar. -El discípulo rápidamente cuestionó: ¿Y qué sucede con quienes no necesitamos de ese calor? ¿Qué tal si la hoguera sólo funciona para quienes la necesitan? Maestro: ¿Qué te hace pensar que no necesitas ese calor? Discípulo: La hoguera sólo es necesaria para quienes están expuestos al frio y a la oscuridad. Además, su calor puede tornarse intolerable en el verano y su resplandor es innecesario durante el día. Me refiero a que la hoguera ilumina a quienes no brillan por sí mismos y brinda reparo a los desamparados, pero nada puede hacer por las personas que poseen su propia luz y calor: esa luz es el conocimiento y el calor es la confianza en ellos mismos. Maestro: Entonces, ¿piensas que eres capaz de encontrar la verdad por tus propios medios? ¿No crees que eso sea arrogante y desatinado? Discípulo: No, la búsqueda sincera de la verdad nunca es arrogante ni desatinada. En realidad, creo que la fe detiene dicha búsqueda y nos aleja del conocimiento, ciega el entendimiento y enaltece la negación de lo evidente. Yo no necesito de la fe para brillar ni me parece que deba creer en nada que no emane de mí. Maestro: En tal caso, emprenderías una búsqueda inerte, ya que no sabrías qué buscar ni dónde hacerlo. Todos necesitamos una guía. Discípulo: La razón sería mi guía y la curiosidad mi motivación. Tengo las herramientas necesarias y soy el único que puede saber qué y dónde buscar. ¿Acaso la fe me daría todas las respuestas? En verdad, no lo creo. Eso sería como detenerme antes de comenzar a buscar. -El discípulo contempló al maestro por unos segundos y supo que el momento había llegado: Discípulo: Aquí comienza mi viaje. Mi sendero me llevará en una dirección muy diferente de la suya. Cada vez que la duda me invade y el cuestionamiento se hace más profundo y fuerte, me percato de lo ajena que me resulta esa noción vacía y pueril que denominan fe. Ya no queda nada más por aprender aquí … -De pronto, ya no hubo maestro ni aprendiz. Ambos lo supieron al instante. Sus caminos se separaban para siempre. NOTA: Ideado mientras leía un fragmento del –nada recomendable- escritor brasileño Paulo Coelho.
Posted on: Fri, 16 Aug 2013 08:02:34 +0000

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